LIBERTAD PARA CASTILLO, NUEVAS ELECCIONES Y ASAMBLEA CONSTITUYENTE
Vladimir Cerrón
Pedro Castillo, víctima de un golpe de Estado derechista, que lo vacó en menos de dos horas, sin haberse cumplido con el debido procedimiento en su solicitud, sin notificación previa al interesado, sin derecho a la defensa, su ilegal arresto cuando contaba con inmunidad presidencial y sin derecho al antejuicio político, fue recluido con prisión preventiva en los cuarteles de la policía por 18 meses, esperando un juicio que lo podría poner en la cárcel 10 años como mínimo.
Este suceso desencadenó una protesta nacional exigiendo su libertad, porque el pueblo se vio representado en su figura, como el primer campesino que llegaba a la presidencia, como el peruano víctima del racismo y el abuso de las clases opresoras evidenciados en no haber querido reconocer su triunfo, en los tres intentos de vacancia, en el encarcelamiento de su hija, en los insultos impunes de los medios de comunicación, en los irrespetos de las fuerzas del orden a su investidura, en los innumerables allanamientos a Palacio de Gobierno, en las prohibiciones para viajar al extranjero para representarnos, etc.
Todo este sentimiento conjunto se vuelca, independientemente de las acusaciones de corrupción, desatando una insurgencia nacional, empezando por el sur peruano y propagándose en cuestión de horas hacia todas las regiones. Adicionalmente el pueblo comienza a reclamar el valor de su voto en las urnas, el cual no puede ser cambiado súbitamente para favorecer a otra casta política que ellos no han electo y osa reinstalarse en el poder, mediante otros representantes.
En tales condiciones el pueblo emite una plataforma consistente en tres demandas: el cierre del Congreso, convocatoria a nuevas elecciones y Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución.
Constantemente se reclama el cierre del Congreso, pero esto ocurre con cada Congreso electo, lo cierto es que este sistema de gobierno ya está caduco, el pueblo no estará de acuerdo, ni con este, ni con el que se elija, ni con el que se vuelva a elegir. Hecho que implica que esta estructura del Estado no es funcional a los intereses de la nación, razón por la que en otros países ha sido reemplazada por la Asamblea Nacional Popular, donde ser asambleísta no significa privilegio alguno.
Entonces estamos frente a una estructura precaria, pero esta no puede ser reemplazada si no hay una Asamblea Constituyente, único mecanismo que permite en democracia realizar transformaciones de forma y de fondo. Este es el motivo por el que ir a elecciones para solamente elegir un Congreso que nuevamente vamos a despreciar no tiene sentido, es hacerles el juego a los opresores, es hacer el papel de tontos útiles.
Por su parte la derecha también quiere nuevas elecciones, pero de la mano de algunas reformas, de las que podemos destacar el retorno a la bicameralidad, la reelección inmediata, etc., con fines de perpetuarse en el poder.
Para evitar esta burla al pueblo es necesario ir a unas nuevas elecciones, sí, pero de la mano de un referéndum para consultarles si están de acuerdo o no con la instalación de una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Constitución.
Con la nueva Constitución cambia la relación entre el Estado, la empresa privada y el trabajador; cambia la relación entre banqueros y clientes, entre empresarios y trabajadores, entre sistema de justicia y justiciables, entre Estado y transnacionales, etc., objetivos por lo que siempre se ha luchado. Etapa que llegará y se debe estar preparado para la polémica que seguro será de una alta contraposición de intereses de alto nivel.