EL FACTOR CAVIAR EN LA FALACIA DEL FUJICERRONISMO
Vladimir Cerrón (*)
La llegada de Perú Libre a Lima no solo fue incómoda para la derecha peruana, sino que fue peor para la izquierda limeña, aquella que se creía con el derecho de representarnos perpetuamente, la que aún piensa haber heredado la franquicia de la izquierda mundial, la izquierda pituca, la izquierda de la derecha, la izquierda amarilla, la izquierda socialdemócrata, la izquierda oenegera o simplemente, la izquierda caviar.
En esta primera etapa de incursión al escenario nacional comenzamos a disputar con estas organizaciones de “izquierda”, lo que conocemos como la legitimidad ante las masas, que, pese a sus desencantos, sigue convencida de su cauce político natural y, lejos de descartar su presencia en este flanco, opta por mejorar su posición en la medida que le permitan las condiciones objetivas a su alcance.
Era lógico que la izquierda popular devenía en la más legítima, no solo por sus propuestas, que al fin y al cabo cualquiera podría escribirlas, sino porque, además de ello, se configuraba en la forma y fondo de sus componentes humanos, como el origen provinciano cobrizo de la militancia, la génesis del partido a partir de un movimiento regional, la nueva composición generacional, el componente profesional con experiencia de manejo gubernamental subnacional, el soporte social del sindicato magisterial de mayor componente, la fortaleza organizativa real en el Perú profundo, el programa descentralista, el plan de gobierno nacido de la identificación de las necesidades reales de los pueblos y finalmente, el franco mensaje antimperialista.
Estos elementos son contrarios a los de la izquierda caviar, cuyos componentes humanos tienen un origen capitalino limeño, con buenas relaciones de servilismo con la embajada norteamericana, con estudios en el extranjero, quienes nunca emiten mensajes antimperialistas, poseedores de ONG financiadas por USAID, que no domicilian en las provincias ni en los conos limeños, sino en las residencias de lujo de la capital, centralistas y adversarios de la incipiente descentralización en el país, cuya fortaleza está dada por el componente intelectual clasemediero tradicional, expertos en capturar las instituciones públicas y los organismos llamados “autónomos”, con militancia dirigente solapadamente racista y clasista en su accionar diario.
El mayor éxito político de los caviares, derrocado el fujimorismo, fue la captura del Estado a partir del Ministerio Público, a través del cual pueden perseguir, amedrentar, procesar y encarcelar a cuanto enemigo político se les presente, incluyendo al Presidente de la República. Han logrado supeditar a la PNP como un órgano apendicular de la Fiscalía, es decir, se han hecho de un brazo armado a sus órdenes, mediante leyes en nombre de la democracia. También tienen una importante presencia en el Poder Judicial, la Procuraduría General del Estado y hasta hace poco tenían cuatro miembros de los siete en el Tribunal Constitucional. Razones por las que algunos editorialistas de medios derechistas los catalogan como el verdadero poder bajo la sombra y los medios de extrema derecha, como la verdadera organización criminal en el país.
El expresidente Pedro Castillo fue y sigue siendo perseguido por la Fiscalía, tiene procesos abiertos junto a su familia y sus maestros sindicalistas, acecho que se incrementó desde que los caviares fueron expulsados del Gobierno junto a su premier Mirtha Vásquez, con quien habían copado un total de doce ministerios de los diecinueve. Ningún caviar, así haya trabajado mano a mano con Castillo, fue procesado judicialmente, tales son los casos de los exministros de Economía y Justicia, Pedro Francke y Aníbal Torres, quienes permitieron licitar a sus familiares directos con el Estado estando en los cargos, pero el tema no pasó más allá de un pequeño escándalo mediático. La Fiscalía nunca los quiso investigar de oficio.
Debemos considerar que antes de debilitar a Castillo la Fiscalía tejió una estrategia para perseguir al partido Perú Libre y sus dirigentes, denunciándolos, procesándolos y encarcelándolos, por organización criminal y lavado de activos, todo un plan que tenía como finalidad quebrar la unidad Gobierno – Partido, que lo lograron por debilidad e inseguridad del primero. Tras los acontecimientos sucedidos y meditados, hoy podríamos afirmar que la Fiscalía es la verdadera madre de los Dinámicos del Centro, no el Partido.
Los caviares en tres décadas lograron infiltrarse en el aparato estatal y concebir reformas ajustadas a sus intereses, pero lo más peligroso es que forjaron constituirse en una sociedad anónima con solidaridad de logia, cuya misión es no abandonarse entre ellos, proveerse de protección judicial, rotar por todos los ministerios y organismos reguladores, sin importar qué gobierno esté, maniobrar los manuales de organización y funciones en estas entidades para que solo ellos cumplan los requisitos y se perennicen en los cargos estratégicos, no quieren un trabajo de planta porque el sueldo es bajísimo acorde a sus pretensiones, sino trabajan mediante cargos de confianza o consultorías millonarias, habiendo formado en la práctica un ente gubernamental paralelo.
Estas consultorías se pagan en millones de soles del erario nacional, no dejan de ser la nueva modalidad de robo, muchos de los funcionarios juegan a la puerta giratoria entre el Estado y sus ONG. Lo mismo ocurre en los demás ministerios, organismos reguladores, órganos de justicia, la policía y el Parlamento, las consultorías no faltan y uno se pregunta: ¿para qué existen los trabajadores de planta? Para poco o nada. Así todo en orden, solo queda perseguir a los que se atreven a ponerlos en evidencia.
Ellos tenían calculado que, para las elecciones generales del año 2021, el Parlamento debería componerse mayoritariamente por dos fuerzas políticas, la derecha y los caviares, pero el fenómeno de Perú Libre les jugó con el factor sorpresa colocando treintaisiete congresistas y ellos siendo reducidos a solo ocho escaños, lo que configuraba un parlamento de mayoría derechista, pero con buen componente de izquierdista popular. Esto frustró sus objetivos políticos previstos, desde lograr espacios ministeriales en el gobierno, aprobar leyes a su favor y preparar una candidatura nacional.
En conclusión, entre la derecha y la izquierda popular parlamentaria, sin necesidad de negociar o pactar, sino por necesidad y casualidad, se compuso espontáneamente un duro voto anticaviar, lo que condujo a desestructurar algunas conquistas logradas por ellos como, por ejemplo, las capturas de la Superintendencia Nacional de Educación (SUNEDU), del Tribunal Constitucional (TC), del Ministerio de Educación (MINEDU), con su imposición de ideología de género, de la Defensoría del Pueblo, entre otros.
Frente a este acto que podría significar el comienzo de su extinción, los caviares y sus voceros, entre ellos el órgano “oficial”, Grupo La República, quisieron impregnar en la mente del pueblo que se había consumado una alianza entre Fuerza Popular y Perú Libre, al que comenzaron a denominar el “fujicerronismo”, que en realidad no es así, sino ocurre que la coincidencia en algunas votaciones de perulibristas y fujimoristas nacen de un espontáneo anticaviarismo, para lo cual no se necesita ni siquiera la mínima conversación, pues es un enemigo común para los que quieran leerlo como tal.
El gran error de los caviares es partir de una introspección subjetiva que les sugiere ser los únicos dotados intelectualmente y de una incuestionable pulcritud, cuando en realidad, solo son bandidos de alto vuelo y buena elegancia. Esta ilusión los conduce a distorsionar la realidad, justificando dentro del marco moral e inclusive jurídico, elaborado por ellos mismos, que todos los que no están en su entorno son paradójicamente de dudosa reputación.
Esta percepción subjetiva de creerse la reserva moral del país, sumado al control objetivo de los órganos de justicia, hace que persigan implacablemente a la derecha y a la izquierda popular, porque en sus mentes quienes no comulgan con ellos deben ser combatidos como presuntos delincuentes. Ni el peor estratega podría hacer tal estupidez en una arena política, abrirse varios frentes que juntos terminarían por aplastarlos, salvo que vea mucho Netflix, por tanto, ellos mismos han terminado forjando un espíritu anticaviar en quienes se sienten afectados, teniendo que enfrentar el designio de ser desmontados de los poderes estatales.
Para evitar, o por lo menos frenar este propósito, han planificado fracturar el sólido voto anticaviar, pero que eso no puede ser mediante un llamado a la conciencia de Perú Libre, ni ofreciéndoles unas ONG, sino generando un enfrentamiento entre el fujimorismo y el mal llamado cerronismo, solo así podrían beneficiarse.
Pero como nuestros congresistas han madurado, conocen el manejo del Parlamento y tienen bien claro la psicología caviar, no caerían en el juego, por lo que han optado presionar a Perú Libre a través de la opinión pública creando la figura del “fujicerronismo”, generando una alucinación en las masas populares, a lo que se suman sus medios hegemónicos y una equivocada prensa alternativa que, cual cajita de resonancia, repite lo planificado por el enemigo, con el único fin de que Perú Libre se enfrente al fujimorismo, abriéndose un frente innecesario en este momento concreto, en favor de los únicos beneficiarios, los caviares.
También buscan imponer que Perú Libre se vea obligado a “demostrar” ante el pueblo y ante las masas populares que no es un aliado del fujimorismo, poniéndolo a prueba con el cambio en la dirección de sus votos, es decir, pasar del sentido anticaviar al procaviar, desnaturalizando al Partido y llevándolo a una posición de furgón de cola. Está de más precisar que Perú Libre jamás ha concertado con el fujimorismo una alianza política, pues no tiene coincidencias ideológicas ni programáticas.
Otro fenómeno que hemos percibido es la existencia de un pacto tácito entre empresarios y caviares, cuando de negocios se trata, los primeros no se meten a hacer consultorías millonarias y los segundos no hacen empresa así tengan la economía suficiente, es como un pacto del hampa, cada uno respeta la zona liberada del otro.
Parte del pacto también incluye la división del Consejo de Ministros, donde los caviares controlan mediante USAID los ministerios sociales como Educación, Salud, Cultura, Inclusión Social, Turismo, Trabajo, Justicia, etc., y los empresarios, mediante la CONFIEP, controlan los llamados ministerios productivos como Energía y Minas, Producción, Transporte, Economía y Finanzas, Agricultura y la propia PCM.
Pasada la primera vuelta electoral Perú Libre necesitaba aglutinar fuerzas, pero creo que fue un gran error abrirle la puerta a los caviares, quienes están convencidos de que con su trabajo político ayudaron a Pedro Castillo a sentarse en el sillón presidencial. Esto es fácilmente cuestionable porque a escasas 72 horas de la primera vuelta se hicieron sondeos para la votación del balotaje y Castillo alcanzaba el 56% y, por el contrario, creo que los caviares le hicieron descender algunos puntos, poniéndolo en peligro.
En mi ingenuidad provinciana fui contactado por ellos, mediante Glatzer Tuesta y Gerardo Saravia, pensando que se trataban verdaderamente de hombres de izquierda, quienes a la vez me contactaron con el exfiscal Avelino Guillén, a quien le abrimos las puertas del Partido y elaboramos un compromiso de diez puntos de gobernabilidad que Castillo debía lanzarlo en conferencia de prensa, como así se hizo y el diario La República dio gran cobertura desde su primera plana.
Pedro Francke manifestaba que todo debía gobernarse mediante estadísticas y las de mayor importancia con consultorías extranjeras, sugiriendo una ONG colombiana para realizar durante todo el gobierno encuestas que le permitan al presidente estar bien informado de la temperatura social antes de la toma de decisiones. Frente a esta propuesta inmediatamente le increpé que no era necesario porque si quería tener esa información debíamos poner en acción al Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el hombre montó en cólera.
Verónika Mendoza se encargó del trabajo político y de socavar la presencia de Perú Libre al lado de Pedro Castillo, recomendó en numerables ocasiones apartarnos de la campaña y flexibilizar el programa de gobierno porque era muy radical, indefiniendo políticamente al candidato y posteriormente, al Presidente.
Al ganar la segunda vuelta y Castillo estar proclamado como presidente, pasaron a cobrar la factura, sostuve una reunión con la congresista electa Ruth Luque, quien me trasmitió el requerimiento de su partido Nuevo Perú: cinco ministerios y el premierato para Verónika Mendoza. Ahí percibí la ambición desmedida e irracional de la caviarada y le prometí trasmitirle la solicitud al Presidente, pero que personalmente lo consideraba desproporcional.
Los caviares aceptaron la idea de que el Partido debería conducir el Gobierno como ganador del proceso electoral, pero esto solo podría suceder cuando sus cuadros estén debidamente “capacitados” o sus casos judiciales “resueltos”, algo que demandaría muchos años, y mientras esto ocurra ellos deberían llevar la vanguardia del gobierno copando gran parte del Consejo de Ministros.
Convencieron a Castillo y este cedió en demasía frente a la “orfandad” de técnicos en el Partido y en el magisterio. Así es como construyen el pretexto frecuente con el que los caviares le arrebatan al pueblo sus triunfos, montándose sobre varios gobiernos que ganaron tras el olor popular, derechizándolos, degenerándolos, llevándolos al fracaso e imputándoles falsas alianzas como el fujicerronismo, todo lo cual finalmente, fortalece al sistema neoliberal, desmoraliza a las masas y culpan a sus dirigentes.
(*) Secretario General Nacional del Partido Político Nacional Perú Libre