GOLPE DE ESTADO EN BOLIVIA
Vladimir Cerrón
Bien pudo haber crecido Bolivia en indicadores macroeconómicos y microeconómicos, trayendo prosperidad a su pueblo, pero si el pueblo no es consciente que ese bienestar se debe a un factor ideológico que impulsó determinadas políticas públicas, como la nacionalización de sus recursos, no sabrá valorar ni conservar las conquistas.
Tras los fallidos intentos de los EEUU de rendir a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, a punta de bloqueo e invasiones militares, el imperio llegó a la conclusión que la amenaza extranjera era contraproducente, porque exacerbaba el nacionalismo y por ende la compactación del gobierno con su pueblo, traduciéndose en la conformación de milicias.
Evo Morales expulsó a la DEA, cerró la embajada de los EEUU, nacionalizó empresas transnacionales, solicitó visa a los norteamericanos que ingresaran a Bolivia y modificó su Constitución, lo que le permitió imponer nuevas reglas a la inversión extranjera, además de repatriar varios yacimientos mineros, gasíferos e hidroenergéticos.
Bolivia comenzó a vivir un mejoramiento envidiable de su economía y era el país que mejor crecía a nivel latinoamericano. La misma prensa derechista utilizaba su imagen para su propio interés, pues Bolivia era el buen gobierno zurdo, mientras que a Venezuela era lo malo.
A la par, el gobierno boliviano trabajaba arduamente en temas como la lucha contra el colonialismo, el imperialismo, el racismo y el machismo. El vicepresidente García Linera dijo que el trabajo sobre la superestructura era fundamental y llamó a crear un hegemonismo cultural y político a favor del socialismo.
Pero, cuando Bolivia llega a la estabilidad económica, descuida el plano subjetivo, porque pensaron que hacer obras y tener buen índice de crecimiento eran suficientes para que el pueblo lo siga apoyando y abandonaron la lucha de las ideas.
Acostado en los laureles Morales dedicó últimamente sus esfuerzos a incursionar más frecuente en la política internacional, estableciendo convenios con países como China y Rusia, descuidando el interior.
La CIA vio esta vulnerabilidad ideológica no solo en el pueblo sino en los altos mandos militares y policiales y no es que la CIA sea tan fuerte como se pinta, pues su éxito radica en dependencia de la cantidad de felipillos que tenga el país.
¿Cómo podríamos entender que Venezuela bloqueado económicamente, aislado, amenazado militarmente con una invasión y con una conspiración mediática internacional brutal haya resistido y vencido a diferencia de Bolivia? Sencillamente Maduro y Chávez consideraban que las fuerzas armadas eran insuficientes para resistir y vencer ante una agresión a gran escala, además porque podrían ser infiltradas, por lo que debían organizar militarmente al pueblo y adoctrinarlo para neutralizar al enemigo externo e incluso interno.
Hoy Venezuela cuenta con tres millones de milicianos y el imperio ha decidido el cese temporal de la agresión. Morales no lo entendió así, por el contrario, redundó en el error de Allende, lejos de armar al pueblo lo desarmó.
Así, el golpe de Estado tenía todo el viento a su favor, pues para que a la par la policía y el ejército solicitaran la renuncia de Morales es porque fueron vulnerados ideológicamente, lo que explica el trabajo fino desarrollado por las organizaciones de fachada al servicio de la CIA.
Para coronar el triunfo, la OEA jugó siempre su rol pro imperialista, fue la primera que indujo a la duda, sugirió una segunda vuelta, insinuó un fraude que posteriormente lo afirmó y recomendó nuevas elecciones, pero en realidad querían la renuncia o el magnicidio de Morales.
Aun así, ahora Evo está derrocado, pero no derrotado y conforme lo vaticinó Túpac Katari volverá y será millones.
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