Vladimir Cerrón
El artículo 113 de la Constitución Política del Perú, faculta al Congreso de la República vacar al presidente de la República por permanente incapacidad moral. Los informes oficiales de la empresa brasileña Odebrecht han concluido que el presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) se hizo acreedor de 782,000 USD, mediante empresas creadas para este fin, estas son Westfield Capital y First Capital Inversiones y Asesorías. Para el pago Odebrecht utilizó una forma de blanquear la coima, el famoso rublo de honorarios por consultorías, pero lo que más llama la atención es que dichas consultorías se hicieron cuando PPK ejercía el cargo de ministro de Economía y presidente del Consejo de Ministros, en el gobierno de Alejandro Toledo. Como todos sabemos, esos cargos son a dedicación exclusiva y no puede realizarse ninguna otra labor, excepto la docencia. Este modus operandi, es el mismo que utilizaba Odebrecht al pagar las famosas e innumerables conferencias de Alan García, por montos de 100,000 USD cada una. Es decir, otra forma de lavado de activos. Además Odebrecht manifestó fehacientemente que ha entregado dinero a Keiko Fujimori para su campaña presidencial, 500,000 USD más de un adelantado entregado por Barata. Conocida esta punta del iceberg peruano, nuestras más altas autoridades están involucradas en el caso internacional más sonado de corrupción con pruebas irrefutables. El Congreso de la República ejerciendo su labor de fiscalización y control político, debiera promover la vacancia presidencial por las razones expuestas, pero qué se puede esperar de un Parlamento de mayoría fujimorista que está involucrada, desde su más alto nivel, en la misma red de corrupción que atrapó a PPK. Simplemente pantomimas. Hoy la bancada fujimorista en el extremo de su hipocresía ha pedido la renuncia de PPK, cuando lo que corresponde es debatir el tema para la vacancia. Pero la caída de PPK no será solitaria, traerá un efecto dominó que involucra al Parlamento, lo que implica que los congresistas se vayan a su casa. Lo cierto es que tanto el pepekausismo y el fujimorismo se necesitan, o se ayudan o se delatan, optarán por la primera, porque en pleno vuelo se unen los pájaros del mismo color. Un pensador, de quien no menciono su nombre porque lo motejan de desfasado, manifestó hace años, que el Parlamento no es para hacer la revolución, pues la revolución siempre viene desde las fuerzas extraparlamentarias, cuando los de abajo quieran el cambio y cuando los de arriba no puedan sostenerse, coyuntura precisa en el Perú.