Vladimir Cerrón
Tanto el aeropuerto de Chinchero (Cuzco) y el de Orcotuna (Junín), son proyectos frustrados hasta ahora por el centralismo estatal, cada uno tiene sus peculiaridades, pero también sus coincidencias. Ambas aspiraciones empiezan cobrar vida como proyecto durante el gobierno nacionalista del ex Presidente, Ollanta Humala Tasso, quien tenía cierta empatía con este medio de transporte, pues recuerdo que en algún momento mencionó que recuperaría nuestra línea bandera Aero Perú, rematada por el fujimorismo a los mexicanos. Ambos proyectos iban a contar con inversión privada. Orcotuna no le costaba al Estado ni un solo centavo, el capital internacional estaba dispuesto a invertir. Chinchero le costaba al estado el 80% de su presupuesto, para luego ser entregado a los operadores extranjeros, aspecto que genera la controversia. Tanto Chinchero como Orcotuna serán los segundos aeropuertos en la jurisdicción de un mismo departamento, lo que pone en evidencia que si bien pueden estar cerca, uno del otro, simplemente son diferentes, uno con las exigencias del siglo anterior y la otras con las de este siglo. Chinchero es conspirado por los empresarios hoteleros radicados en Lima, pues todo viaje del exterior hacia Cuzco hace escala obligada en Lima, haciendo uso de sus instalaciones, lo que no ocurriría si el vuelo fuera directo a Cuzco. Debemos considerar que alguno de estos negocios en Lima sirve para el lavado de activos a gran escala bajo la fachada hotelera. Orcotuna fue impedido por un personaje siniestro, que tenía concesionado el aeropuerto de Jauja, a quien se investiga por lavado de activos y narcotráfico, pues se dice que financió el paro de Jauja impidiendo la construcción del nuevo terminal, pero lo real es que no le convenía la presencia de un aeropuerto de mayor magnitud implicando la presencia de aduanas, inmigración y policía, algo que evidentemente resulta incómodo para el real negocio. Ahora bien, los móviles precipitantes para la frustración de estos proyectos radican esencialmente en temas de carácter político. En Chichero estriba la venganza del fujimorismo porque PPK no cedió, hasta ahora, indultar a Fujimori y amenaza con censurar a su ministro de Transportes quien decide renunciar no sin antes truncar el proyecto. En el caso Orcotuna el móvil político es la toma del poder local y regional por parte del Apra, aliado a un movimiento sin mayor trascendencia, quienes utilizando el chauvinismo jaujino interrumpen, mediante un paro, la licitación convocada internacionalmente para los estudios del nuevo terminal cercano a Huancayo. Finalmente, ambos proyectos se bloquearon por decisión unilateral del Ministerio de Transportes, sin consulta ni consentimiento del presidente o gobernador regional, aduciendo que los aeropuertos son competencia nacional y no regional, en franca afrenta centralista. Esta es la razón del por qué los gobiernos regionales tienen que hacer respetar su autonomía en materia de transporte aéreo, pues estoy muy seguro que sin la interferencia del gobierno nacional ambos proyectos aeroportuarios ya serán una realidad. En conclusión, el centralismo trae como consecuencia atraso a los pueblos del Perú Profundo, esto es quitándoles la posibilidad de cobrar el canon, sobrecanon y regalía aeroportuaria, derechos de aduana, significando un promedio de más de cien millones anuales que podrán traducirse en mejores escuelas, hospitales y universidades. Además impide el fortalecimiento del turismo, el inicio de la aeroexportación y la ampliación de la frontera hotelera en términos de calidad y confort. Razones suficientes para dar el salto cualitativo del Estado centralista al Estado descentralizado y esto pasa por el cambio de la Constitución Política del Perú.