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El infarto cardíaco puede evitarse fuera de un hospital

El infarto cardíaco puede evitarse fuera de un hospital

Vladimir Cerrón

La causa de muerte del excongresista Hernando Guerra-García según el certificado de defunción fue un infarto al miocardio agudo (IMA). Patología de instalación súbita, que debuta con un intenso dolor precordial, irradiado al cuello, la mandíbula y al brazo izquierdo, trastornos vegetativos como falta de aire, sudoración, frialdad, palidez, náuseas y alteraciones psicológicas como la sensación de muerte inminente.

La causa del IMA generalmente es la hipertensión arterial esencial o primaria (HTA), pero también existen factores de riesgo como la diabetes mellitus, hipercolesteronemia, hipertrigliceridemia, hábito de fumar, sedentarismo, estrés, entre otros. Si observamos todos estos factores de riesgo, incluyendo la misma HTA, son totalmente controlables, tratables y algunos curables, sin necesidad de asistir a un centro hospitalario especializado o de atención secundaria.

La región Junín es el lugar donde el Estado tiene la mejor atención en salud pública, cuatro hospitales especializados modernos, incluyendo el Instituto Regional de Enfermedades Neoplásicas (IREN), otros en construcción, escuela de especialistas, equipos de última generación, actualmente con cuatro tomógrafos estatales cuando Lima no tiene ninguno; también contaba con el programa Odontólogo por Colegio, el programa Psicólogo por Colegio y algo muy importante, el programa Médico de la Familia. Todo esto gracias a un gobierno regional socialista.

Los profesores médicos cubanos nos decían con mucho acierto: “El infarto cardíaco se resuelve afuera y no en el hospital”, sonaba paradójico, pero era cierto. Efectivamente, no hay otra forma de evitar el IMA si no es eliminando los factores de riesgo mencionados. Siendo así, la pregunta sería: ¿quién es el encargado de garantizarlo? Los médicos de la familia.

El programa Médico de la Familia tiene tres componentes: el médico, el módulo y la comunidad. Consiste en asignarle un médico de manera permanente a una población de aproximadamente 2 mil habitantes y construirle un módulo de atención en 100 metros cuadrados, en cuyo primer piso esté el consultorio equipado y en el segundo la vivienda. El médico vive en la comunidad y sabe con cuántos hipertensos, diabéticos, fumadores, asmáticos, etc., cuenta su población. Una vez hecho este diagnóstico impone un tratamiento para erradicar los factores de riesgo, compensar o curar una enfermedad que podría traer una complicación aún más grave, por ejemplo, controlar la HTA para evitar un IMA.

Ese trabajo no se hace en un hospital, se hace en la atención primaria, “en la calle”, “en la comunidad”, con los médicos de la familia. En realidad, no solo podría tratarse la HTA o el IMA, sino también podría evitarse la hemorragia cerebral, el infarto cerebral, la insuficiencia cardíaca, la insuficiencia renal crónica, las complicaciones reumáticas, etc., todo es cuestión de prevención. Si se trata bien la HTA o la diabetes mellitus es casi imposible que desarrollen sus complicaciones, como el IMA o una amputación en el pie diabético, por ejemplo.

Entre el costo y el beneficio, el programa Médico de la Familia realmente es supereconómico para el Estado y eleva la calidad de vida de la población de manera impresionante, pero, lógicamente, en un Estado de libre mercado o de oligopolios, colisiona con los intereses económicos de los empresarios de la salud privada a quienes “se les estaría privando de su materia prima”. Esta es la razón del rechazo en dos ocasiones del proyecto de ley de Médico de la Familia por la Comisión de Salud del Congreso de la República, donde la derecha, el fujimorismo en especial, votó en contra, más por razones ideológicas que técnicas.

La población ha oído que “otros se han salvado de un infarto cardíaco”, sí, efectivamente puede suceder eso, pero está en dependencia de las enfermedades concomitantes o de base que sufra el paciente, de la atención médica oportuna, pero, sobre todo, de la extensión del infarto cardíaco. Pacientes con poca área afectada es lógico que tenga más oportunidad de salvarse a diferencia de aquellos que se infartan un área más amplia, donde ni mejor médico cardiólogo en el mejor centro especializado podría revertirlo.

También es necesario resaltar que algunos pacientes se han salvado en centros hospitalarios de atención compleja, aplicando tratamientos trombolíticos antes de las seis horas, no más, pero ¿quién llega antes de las seis horas a un centro hospitalario complejo? Casi nadie y los pocos que lo hacen con mucha suerte, en dependencia del área infartada, podrían salvarse.

Finalmente, lo que quiero decir es que, con una buena política de Estado de atención primaria, un gran porcentaje de los pacientes que dentro de algunas horas o días morirán con IMA en el Perú, podrían evitar la muerte. Lo que le ha pasado desafortunadamente al excongresista Hernando Guerra-García es lo que lamentablemente le ocurre a diario al pueblo peruano. Solo es cuestión de decisión política, ni siquiera necesitamos dinero, en un país que derrocha su economía en cosas superfluas.

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Por Vladimir Cerrón Rojas

Médico Cirujano, Especialista en Neurocirugía, Magíster en Neurociencias, Doctor en Medicina, Expresidente de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales - ANGR, Gobernador Regional de Junín, Secretario General Nacional del Partido Político Nacional Perú Libre.

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