Vladimir Cerrón
No me sorprende hallar pensamientos supuestamente pro demócratas, cuando en realidad son ultraconservadores, en quienes nos sugieren democracia, pero con centralismo.
La descentralización, al igual que la reforma agraria, fue una válvula que se apertura frente a la crisis social del Estado, no ha sido el regalo de los padrastros de la patria. La reforma agraria arrió banderas de los movimientos guerrilleros cuya plataforma era abolir el gamonalismo, en igual circunstancia, la descentralización se suelta a raíz del conflicto armado interno para arriar banderas de la desigualdad en el reparto de los beneficios de la patria, recién se le da atención a una zona secularmente olvidada, al VRAEM, por ejemplo.
El columnista en mención, culpa a la descentralización del desmembramiento de la nación unitaria. Nuestra pregunta es ¿Cuándo el Perú estuvo unido? Si somos un país a quien se le recorta la identidad permanentemente, los quechuas, aimaras y amazónicos, siempre nos vimos diferentes de los capitalinos, a unos se les aplica la ley y a otros no.
Ni siquiera en la guerra contra España o Chile estuvimos unidos, por culpa de la oligarquía peruana que prefirió aliarse con los invasores para salvaguardar sus intereses económicos, lo mismo que sucede en la actualidad. El Estado dirigido por la CONFIEP prefiere una alianza con las transnacionales y la represión al pueblo indio que se subleva, en detrimento de las condiciones de vida de los pueblos que con justa claridad reclaman autonomía para el manejo de sus recursos y su porvenir.
Abusada habla del “fracaso del Estado para proveer los servicios públicos que merece la ciudadanía”. ¿Cómo no va a fracasar el Estado si la Constitución neoliberal le restringe la iniciativa económica, empresarial, industrial o financiera, salvo expresa autorización por ley? ¿Cómo no va a fracasar si las transnacionales tienen un trato exclusivo y preferencial libre de impuestos, aranceles, canon, regalías e inacción de la Sunat ante ellos? ¿Cómo no va a fracasar si el Estado ha renunciado a su jurisdicción nacional en el sector finanzas? ¿Cómo no va a fracasar si el Estado combate a los monopolios, pero no tiene capacidad de prohibirlos? ¿Cómo no va a fracasar si tenemos al Estado privado de sus facultades protectoras, empresariales, innovadoras e interventoras? Así, cualquiera fracasa.
Aboga por la reinstauración del Senado, pero no con fines de mejorar la calidad de las normas jurídicas, sino con el fin de reciclar a elementos del más puro conservadurismo peruano, salvaguardar intereses con capacidad de veto, que impidan una innovación estatal a favor de las mayorías. Mejor opción sería ampliar la representación parlamentaria por provincias, pero retirando los privilegios, puesto que el Perú es el país en el mundo que tiene el hemiciclo más reducido.
Invita a sumarse a las voces que dicen “la descentralización fue pésima” y que “debe replantearse de acuerdo a la idea original contenida en la ley”. Gran problema de vivir en una cápsula capítalina sin conocer el Perú Profundo y atreviéndose a plantear criterios de solución paternalistas. El Perú ha cambiado, la descentralización no es secesionista, por el contrario, es unionista, todos nos sentiremos mejor en un país donde respeten nuestro derecho a la autodeterminación de sus pueblos y comunidades.
Modestamente pongo como ejemplo al Gobierno Regional Junín (2011-2014). Si fuera por el centralismo nunca hubiéramos construido cuatro hospitales especializados, cuando Lima no construyó uno solo; entre ellos el Instituto Regional de Enfermedades Neoplásicas del Centro al que Lima no aportó ni un sol, sino empeñamos por 10 años nuestro canon minero hasta el 2025; no tendríamos odontólogos en los colegios, cuando a Lima que no le interesa poner uno; no tendríamos psicólogos en los colegios, cuando Lima solo tenía uno por UGEL; no estaríamos desplegando la movilización por la alfabetización, cuando a Lima no le importa alfabetizar un iletrado inmigrante; no hubiéramos construido el Lugar de la Memoria, el mismo que se encuentra boicoteado en Lima; no hubiéramos construido el Puente Comuneros de 700 metros de longitud, promesa fallida de Prialé, Belaunde y Fujimori, entre otras. Fue gracias a la descentralización que se lograron estos anhelos y que el pueblo reconoce.
No debemos dejar pasar también los casos de corrupción en los gobiernos descentralizados, pero no se olvide que, entre los 25 gobiernos regionales y las 4385 municipalidades, solo manejan el 30% del presupuesto. El Gobierno Central sigue manejando el 70% y ahí se da la gran corrupción privada – estatal con empresas como las del Club de la Construcción. Por el contrario, la descentralización ayudó a desmembrar el monopolio de las licitaciones que estaban concentrados en pocas manos centralistas. La descentralización, bien llevada por supuesto, combate la corrupción porque impide la concentración del poder económico.
Aduce, “seguiremos perdiendo el control del territorio a manos de autoridades locales y regionales incompetentes, cuando no corruptas”. Señor Abusada, nosotros hemos perdido el control del territorio nacional a manos de autoridades vendepatrias, corruptas e incompetentes del Gobierno Central, vivimos en un país donde no somos dueños del 99% de nuestras riquezas, o ¿Usted se siente dueño del gas de Camisea, Toromocho, Marcona, Quellaveco, Las Bambas o Espinar? El territorio nacional hay que recuperarlo, no el control de los pueblos para venderlos al capital transnacional.
Refiere textualmente que “los grandes proyectos paralizados deben volver al Gobierno Central”. Pero, actualmente los grandes proyectos paralizados los ejecuta el gobierno central, que sumaban 495 hasta octubre del 2019, denunciado por el contralor. Para muestra, la reconstrucción de Pisco y Piura hasta ahora no se concluyen, pero si estas obras se hubieran transferido a sus gobiernos regionales y locales, por la cercanía, presión e interés propio de ver reconstruida su hábitat, se hubieran concluido satisfactoriamente, por lo que concluimos que el centralismo es el peor cáncer para la cura y rehabilitación de los pueblos.
Sabemos que hay deficiencias de los gobiernos regionales y locales, que definitivamente hay que mejorarlas, pero con todos estos defectos son mejor que el centralismo anquilosado.