Vladimir Cerrón
A estas horas Luis Arce, candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) a la presidencia de la República de Bolivia, ha logrado 52,4% de los votos contra un 31,5% de Carlos Mesa, lo que hace imposible una segunda vuelta al haberle sacado ventaja de más del 10% de votos.
Este triunfo cantado por el pueblo boliviano con anterioridad pone en evidencia que el año 2019 no hubo fraude electoral y que Evo Morales fue víctima de un golpe de Estado orquestado por el ministerio de Haciendas de los Estados Unidos, la OEA.
El golpe de Estado trajo mucho dolor a Bolivia, con innumerables muertos, torturados y desaparecidos, al cual se prestaron las fuerzas represivas indignamente, al mando de un gobierno cívico militar, encabezado por el sector empresarial gasífero y petrolero del país altiplánico.
Puede afirmarse que Evo Morales, mediante Luis Arce, recupera el gobierno, mas no el poder, y para lograr este último necesita reconquistar el poder político y económico, pero además ir tras el control del poder militar, caso contrario, no se podrá construir hegemonía cultural popular.
El golpe debe haber hecho reflexionar al MAS sobre la necesidad de no dar concesiones a la derecha, de culturizar al pueblo y de organizar al pueblo para defender el gobierno popular.
Finalmente, la recuperación del gobierno boliviano es la antesala del regreso del correísmo en Ecuador, pero también influirá en las elecciones peruanas del 2021, haciendo que el sur consolide, con más fuerza, su aspiración de contar con el primer gobierno de izquierda en el país.