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APEC beneficia más al Estado oligárquico que al pueblo

APEC beneficia más al Estado oligárquico que al pueblo

Vladimir Cerrón

Parte de la clase trabajadora del Perú anunció un paro nacional los días 13, 14 y 15 de noviembre, fecha en que se llevará a cabo la reunión de los países miembros del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), que integra comercialmente a los países de la costa del océano Pacífico de América y a los países del Asia.

En este evento se dice que se unen las más grandes economías del mundo, pero ¿qué de grande tendría el Perú frente a esos gigantes?, creo que dentro de lo poco que tiene que ofrecer lo más resaltante es su posición geoestratégica para el control comercial del Pacífico centro y sur del continente. Atendiendo a esta oportunidad, en una maniobra maestra, China se adelantó al control geopolítico de la zona comercial, instalando con el 60 % de capitales estatales el megapuerto de Chancay, que ha sido bien recibido por el pueblo peruano.

Es sabido que, para confeccionar un producto, este debe pasar por diferentes departamentos técnicos, obteniéndose cada vez una mejora del mismo, lo que ha conducido a la famosa división del trabajo, caso contrario, no podría elaborarse el producto o quedaría defectuoso. Lo mismo ocurre con la producción mundial, donde los continentes y países se someten a esa división.

Los países primermundistas son los industrializados, los productores de bienes, tecnología y conocimientos, además se sienten con la licencia de ser los grandes contaminadores medioambientales. Contrariamente, los países tercermundistas somos los proveedores de materia prima, no producimos bienes, tecnología, ni conocimientos, solo consumimos lo que ellos producen, pero, además, estamos obligados a preservar el medioambiente, para equilibrar la contaminación mundial impuesta.

Consumimos además una cultura ajena, sometiéndonos a un proceso de transculturación, alienación, nuevas formas de control social, como el control de datos personales, vulneraciones cibernéticas, inseguridad ciudadana, profesionalización de la criminalidad, abdicación a nuestra soberanía, neocolonización, etc. En realidad, todo viene impuesto, directa o indirectamente, desde las grandes potencias, sutilmente o mediante guerras.

Esta situación, dependiente y facilista, nos impide pensar mejor, nos crea reflejos condicionados, puesto que al ser consumistas “lo tenemos todo a la mano”, claro está que es todo lo que ellos determinen que consumamos, por consiguiente, no hace falta innovar, someternos al riguroso razonamiento que nos impone la contradicción dialéctica, no hace falta poner el cerebro en acción, para estas y para otras situaciones, viviendo aparentemente cómodos, donde un cambio de sistema sería impensable.

Los estados miembros del APEC han firmado con el Perú un total de 9 tratados de libre comercio, donde se benefician solamente las grandes potencias. Esto quiere decir que ninguno de los miembros, menos los tercermundistas, pueden imponer políticas proteccionistas, oligopolios, monopolios, exclusividad de mercado, prohibiciones y regulaciones, en cada uno de los países miembros, imponiéndose la antigua política del “dejar hacer, dejar pasar”.

Sin embargo, son las grandes potencias que practican en sus países estas políticas prohibidas a los países tercermundistas. Por ejemplo, EE. UU. dice no a los subsidios, pero es el país que más subsidia su agricultura e industrias; dice no al déficit fiscal, pero es el país con mayor déficit fiscal mundial; dice no al proteccionismo, pero aplican aranceles altos o vetos a la importación.

Así, concluimos que, el “libre mercado” y la “mano invisible” es una política que solo se implementa fuera de las fronteras de las grandes potencias mundiales, siendo una política creada para la explotación y el saqueo de los países subdesarrollados. Esta es la razón del porqué nadie puede entrar libremente al mercado estadounidense que cuenta con 335 millones de consumidores, así hayamos firmado uno o cientos de tratados de libre comercio.

Ninguno de nuestros países podría ir a EE. UU. a instalar un banco, ni siquiera una financiera o caja, hacer uso de los ahorros de sus trabajadores, someterlos a nuestras reglas financieras, pagarles ínfimos intereses, llevarnos las utilidades para invertirlo en nuestros países, etc. Eso es imposible, por lo que el “libre mercado” tiene un carácter unidireccional. 

La burguesía peruana y sus medios nos quieren hacer creer que el Perú fue incorporado en el APEC por una gestión personalísima de Fujimori, aunado a un favor que Japón nos hizo tras el rescate de su embajada. Esto es falso, puesto que para el APEC era imprescindible asociar a nuestro país, por tres razones que seguidamente sustentamos.

Primero, ceder a las grandes potencias una posición estratégica para el control geopolítico comercial del Pacífico centro y sur; segundo, ofrecer nuestras materias primas minerales, sin valor agregado, entre otras, a las potencias asiáticas; y tercero, abrir un mercado de 34 millones de consumidores, como país más poblado del litoral, además de ofrecer la vía más cercana al gigante Brasil, sin ninguna restricción, impuesto, arancel u otra barrera proteccionista, es decir, mercado al libre albedrío.

Uno de los puntos más controversiales en el comercio internacional, al abrir nuevos mercados y brindarles todo tipo de facilidades, son los efectos de la contaminación ambiental industrial, que esto acarrea, pues, a más mercados, más contaminación mundial. Justamente, los países que no han firmado el Protocolo de Kyoto se benefician extraordinariamente del APEC, como EE. UU., China y Australia, porque esta no impone sanciones o multas por la emisión de gases con efecto invernadero.

Ahora, ¿qué gana el Estado peruano? Lógicamente, el pueblo no gana nada, sino la clase social que controla el Estado oligárquico, la burguesía burocrática y financiera, los amos del país. Los grandes empresarios se ahorrarán 10 días de navegación desde ultramar, trasladando barcos con más de 22 mil contenedores, lo que implica menos gasto en combustible, flete, eliminación de puertos intermedios, personal, alimentación, seguros y mantenimiento de maquinarias; derecho a viajar a los países asiáticos por 90 días sin necesidad de visa, excepto a EE. UU. y Canadá; una línea de crédito especial y privilegiada en el sistema con la Tarjeta ABTC (APEC Business Travel Card); instalación de zona económica especial o zona franca; compra de mercadería barata a precio de fábrica para revenderlo caro en nuestro país, sin ofrecer algún valor agregado. Ninguno de estos ahorros al empresariado se traduce en una mejora económica directa al pueblo encargado de colocar su mercancía en el destino final. Respecto al anuncio de sus políticas concerniente a los estudiantes, mujeres, ancianos y discapacitados, es solo para dorar la píldora.

Cuando utilizan el término de “ampliar el mercado”, en realidad, se refieren a que los estados firmantes están vendiendo a sus poblaciones como potenciales consumidores de lo que entrará a ese nuevo “mercado”, en otras palabras “nos están vendiendo”. El pueblo, aparentemente, consumirá mercadería más barata, pero no tendrá los privilegios mencionados, pues no todos podrán acceder fácilmente al mercado asiático, sino determinada clase social, cumpliéndose una vez más la ley de la división del trabajo.

Entonces, ¿qué pierde el Estado peruano? Pierde bastante, porque no podemos independizarnos industrialmente, las grandes potencias a través del dumping ofrecen productos baratos, incluso por debajo de su coste normal, para desmoralizar y quebrar la incipiente industria nacional, con ello se limita el empleo de la mano de obra, no hay valor agregado, no se generan nuevos puestos laborales, los sueldos permanecen congelados y la pobreza se incrementa.

El pueblo anunció un paro los días que está prevista la cumbre del APEC, algunos de los presidentes de los 21 estados, han manifestado su ausencia frente a la debilidad institucional del gobierno peruano. Sin embargo, el presidente chino, Xi Jinping, no ha confirmado su asistencia, pero anunció de todas maneras la inauguración del megapuerto de Chancay, lo que será el acto más relevante, frente a la ausencia de un Biden en las postrimerías de su existencia.

Los pensadores del liberalismo han dejado sentado que, si no hay una solidez financiera, una defensa militar óptima, una seguridad jurídica garante, instituciones sólidas y, por consiguiente, una democracia plena, el fracaso del mercado neoliberal está garantizado a corto o mediano plazo.

Esta imagen es la que quiere evitar el gobierno de Boluarte, es decir, que los demás estados miembros no sepan que tenemos una inestabilidad financiera seria, donde el banco Interbank, uno de los tres bancos integrantes del monopolio, ha sido hackeado fácilmente; una defensa débil, para lo cual han anunciado la compra de aviones caza y dado acceso al ingreso de tropas yankees; una justicia que se niega a cumplir las leyes congresales, que se ha visto en la necesidad de perseguir a sus propios jueces y fiscales por corruptos;  y una democracia dirigida por una usurpadora, tras un golpe de Estado, quien goza de la aceptación del 4 % de la población; e instituciones corruptas, incluyendo a la policía.

Para evadir el papelón internacional, el gobierno convocó a un Consejo de Estado que le ha dado luz verde para que la policía pueda herir de muerte a cualquier manifestante sin ninguna consecuencia jurídica. También prohibieron las clases presenciales la semana de la cumbre, perjudicando a los estudiantes al obligarlos a las clases virtuales, en un país que no está digitalizado en su totalidad y menos en las clases más pobres.

Dicho esto, claro que el paro anunciado también afecta al pueblo en alguna medida, pero no tanto como a los intereses económicos de los principales beneficiarios, el gran empresariado burocrático y financiero, que están en juego.

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