José Bendezú Gutarra
La desintegración de la URSS no significó (ni significa) el triunfo del capitalismo, solo fue una experiencia fallida del socialismo; tampoco quiere decir que el socialismo no funciona. Era lógico que los capitalistas salgan a proclamar ese hecho como un triunfo; lo que no era lógico es que los “marxistas” claven los picos sin mayor objeción.
La estructura y superestructura de un modo de producción no se instalan en una sociedad de la noche a la mañana, no hay encantamiento mágico, son procesos largos, muy largos, para que el nuevo sistema se torne en sentido común en el imaginario de las personas. Recién cuando el sentido común sea el correlativo a la ideología de la clase gobernante, se podrá afirmar sin ambages que hay un nuevo orden social.
Esto último, que es parte del ABC de todo “marxista”, fue olvidado rápidamente por muchos de ellos. Pregonando la muerte del socialismo tan igual o antes que los portavoces burgueses. Tal vez, viendo el panorama sombrío, fueron por el camino más seguro: renegar de su vieja militancia o pasarse al bando de los “académicos” apolíticos. Otros, sin poder deshacerse de su pasado, pues buscaron formas edulcoradas y fueron los nuevos decoradores del capitalismo, del imperialismo, generando organismos caritativos. Para estos la lucha de clases desapareció, así como la utopía o simplemente su romanticismo y su forma de vida acomodada estaban en peligro. Eran solo deshechos que se dejaban llevar por las olas de la política. De posmarxistas abundan.
Fujimori y Montesinos no eran más que lacayos del imperialismo, de las políticas neoliberales; no es un secreto, pero parece conveniente para muchos liberales y socialdemócratas dejar de lado ese rol que cumplieron ambos criminales. También los exmarxistas o posmarxistas dejan de lado que la dictadura no es solo una forma de gobierno, sino que es la forma en cómo una clase gobierna sobre las otras. También dejan de lado que no existe una sola forma de democracia, sino muchas, las que han existido en la historia, y existirán a futuro. En el capitalismo hay la dictadura de los burgueses contra aquellas clases que no tienen el poder político ni económico.
Entonces Fujimori, Montesinos y demás agentes que implantaron el neoliberalismo en el Perú no son una excepción en la dictadura burguesa, capitalista, en el Perú. Pero ha sido rentable el negocio de generar solo una negación o censura aquello ligado al legado fujimorista; es una repulsa de carácter moral y no político o ideológico. Eso es así porque todos los grupos anti fujimoristas no hacen una apuesta política propositiva nueva, a lo mucho centran sus discursos en las personas y sus conductas “morales” pero no hay un cuestionamiento al sistema neoliberal, al capitalismo, al imperialismo. Es fácil satanizar y victimizarse, por otro lado. Es fácil hablar de tecnocracia, pero no de cuestionar el orden económico-social-cultural.
Los paladines morales de esta época decadente son los mismos que durante el fujimorismo trabajaron dentro de él para aplicar las nuevas políticas neoliberales. Estuvieron allí ex marxistas, socialdemócratas, liberales, ONG’s y muchos “analistas y periodistas” de “prestigiosa reputación”.
El poder del sistema neoliberal bajo la operación de Fujimori implicó manejar a los medios de comunicación hegemónicos, incluso a los de “oposición”. La República, diario autocalificado como moral y progresista, también vendió su línea editorial al “chino” Fujimori. Es que para la dictadura tener el control total, incluso de sus “enemigos”, era necesario; así como crearse propios cuestionamientos. Eso no era nada nuevo entonces y mucho menos ahora. Así se puede observar con todo esplendor que las dictaduras generan sus propios “enemigos”, pretender generar supuestas broncas que son manejadas por ellas mismas.
La socialdemocracia y los progres, los políticamente correctos, son también incentivados por el imperialismo para apantallar cuestionamientos contra el sistema. No obstante, esos cuestionamientos son epidérmicos, son más shows controlados que contradicciones profundas.
Sin embargo, este no es único fin del imperio al generar una oposición controlada, sino que también buscan acoger potenciales elementos revolucionarios y domesticarlos. Esa captación se da principalmente en espacios de formación como universidades e institutos, así como otras organizaciones como las ONG’s que dan empleos y también capacitaciones. No se puede dejar de lado que USAID beca a operadores del sistema justicia nacional para seguir cursos de especialización en la universidad Católica, dándole parámetros ideológicos y axiológicos. No en vano, la universidad Católica es un centro formación socialdemócrata y liberal.
Como se puede apreciar, tras la desintegración de la gloriosa Unión Soviética, viejos comunistas o filo comunistas renegaron de sus accionar política y vieron diversas formas de insertarse al capitalismo. Mucho de ellos formaron parte del movimiento “progre”, se unieron a las filas de las ONG’s que plantean un capitalismo con rostro humano. Lo real es que el capitalismo es incompatible con los intereses generales de la humanidad y de la Tierra. No hay forma de vida digna o justa bajo el imperio, bajo la dictadura del capitalismo.
Es así que muchos de esos progres, en el caso peruano, estuvieron al servicio de Fujimori y Montesinos, que es estar al servicio del imperialismo. Ellos tal vez sean de una izquierda, pero de aquella que necesita el imperialismo para desviar la atención de la lucha de clases, de las verdaderas contradicciones de fondo que genera el mismo capitalismo. Esos progres son los que con auspicio del mismo imperialismo mediante sus ONG’s han capturado diversas instituciones del Estado peruano.
Al final de cuentas, entendiendo que una persona no es lo que dice, sino lo que hace, los caviares son la “izquierda” que necesita el imperialismo, auspiciado y formado por este. Al final, estos caviares no representan en absoluto un pensamiento crítico, novedoso, rupturista o revolucionario. Es necesario aclarar que en nuestro país el debate político debe centrarse entre conservadores, defensores, del orden social actual, neoliberalismo, y los revolucionarios, los que quieren acabar con este orden injusto, abusivo, depredador, parasitario, y construir una sociedad nueva, un socialismo con características peruanas. Porque a diferencia de los que renegaron del comunismo, nosotros lo seguimos enarbolando, y entramos de lleno a la lucha de clases bajo la luz del marxismo-leninismo-mariateguismo.
Para nosotros, militantes de Perú Libre, la lucha política no tiene como objetivo ganar una elección sin cambiar el sistema político. Nuestro objetivo siempre fue claro y público, construir un país socialista, democrático, popular y soberano. Para nosotros la experiencia de la Unión Soviética es el ejemplo de que sí posible un mundo nuevo y mejor, que aquella experiencia fue la primera, pero no la última. Y en este momento en que es más palpable que hay una disyuntiva global: entre socialismo o barbarie, Perú Libre se reafirma que el único camino es el socialismo.