POR QUÉ NO CAERÁ NICOLÁS MADURO
Milicias de la Revolución Bolivariana
Vladimir Cerrón
Nicolás Maduro asume el cargo en un momento muy sensible a la revolución bolivariana, la muerte de Chávez, dentro de todo el halo mitológico de un país que se subleva al imperio norteamericano y va ganando la batalla. Chávez tenía dentro de sus cálculos ser el sucesor de Fidel Castro y al parecer esta tarea le toca a Maduro.
Es posible que la revolución bolivariana cuente con el asesoramiento del gobierno cubano, viejos combatientes contra los Estados Unidos. Ciertamente, un embajador cubano me manifestó que lo que más habían aprendido ellos, en más de medio siglo de revolución, era cómo pensaban, hablaban y actuaban los yankees. Parte de este legado es suponer que Maduro ha entendido que la revolución nunca va de vacaciones a palacio de gobierno, sino que una revolución socialista va a quedarse hasta lograr su objetivo final e irrenunciable, una sociedad sin clases. Chávez también así lo entendía y practicó.
Maduro ha comprendido que cuanto más golpee Norteamérica y salga parado, no necesariamente bien parado, la revolución se fortalece, porque al pueblo le molesta chauvinistamente la intromisión de cualquier país extranjero, más aún, en un país que fue brújula de la independencia latinoamericana en tiempos de Bolívar.
Esta es la razón del por qué la figura de Bolivar en Venezuela es clave, así como la de Martí en Cuba. Cuba tuvo que recurrir en 1963 a la URSS para garantizar la supervivencia de la revolución. Así, la revolución bolivariana solicitó un apoyo internacional, capaz de parar el macho a los norteamericanos, recurriendo a Vladimir Putin, quien lidera la resistencia mundial contra Estados Unidos, en los campos político, científico, económico y militar. Hoy el gobierno venezolano cuenta además con el apoyo de China.
Trabajada bien la infraestructura, la base económica y el modelo económico futuro, urge trabajar la superestructura social y a ello se debe el cambio de la Constitución Política de Venezuela, mediante Asamblea Constituyente. Esta nueva Carta Magna, debe contemplar en su primer artículo el carácter socialista del Estado Venezolano y a partir de ahí el control del régimen de propiedad privada, control sobre los medios de comunicación, eliminación de la inmunidad parlamentaria, entre otras, para despegar hacia la revolución en los campos de la ciencia y la técnica.
Los dirigentes de la revolución bolivariana saben que el gobierno no es suficiente para mantenerse en el poder, sino que es necesario forjar las bases de soporte en la sociedad extragubernamental nacional y si es posible internacional. En esta teoría hecha práctica, Venezuela se ve con la necesidad de armar al pueblo, restituir el servicio militar obligatorio y preparar al pueblo para una guerra sin cuartel.
Así, la revolución bolivariana no solo se sostendría sobre las fuerzas militares, sino sobre el pueblo, donde los arsenales armamenticios, no solo los custodie el ejército, sino también en pueblo en los colegios, universidades, fábricas, etc., prestos a resistir una invasión militar. Producto de esta doctrina en marcha Venezuela cuenta hoy con más de 500 mil milicianos, es decir, civiles militarizados para defender al gobierno y la revolución.
Hoy en día, Rafael Correa, quien aún se despacha algunas frases antimarxistas y antidialécticas, habrá comprendido, con la actuación desleal de Lenin Moreno, que todo lo antedicho debió ser la fórmula para no poner en riesgo la Revolución Ciudadana y sus conquistas que hoy se desmoronan poco a poco. No es descabellado pensar que Venezuela, sea intervenida como lo fue Libia, Irak, Siria, Ucrania, Panamá, Granada, Cuba, etc., en el intento de formalizar la colonia norteamericana. Nadie debe tomar en broma, el proceso revolucionario, parafraseando a Mao debemos recordar siempre que: «la política es una guerra sin sangre y la guerra no es más que una política con sangre».