DISCURSO DEL SECRETARIO GENERAL NACIONAL DEL PARTIDO POLÍTICO NACIONAL PERÚ LIBRE Y GOBERNADOR REGIONAL DE JUNÍN, DR. VLADIMIR CERRÓN ROJAS, CON MOTIVO DEL ENCUENTRO LATINOAMERICANO DE GOBIERNOS LOCALES Y DEMOCRACIA PARTICIPATIVA AMENAZAS A LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA Vladimir Cerrón (*) Camarada Vice Presidente Ejecutivo de la República Bolivariana de Venezuela, Delcy Eloína Rodríguez Gómez; camarada Ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Alberto Arreaza Montserrat; camarada Alcaldesa de Caracas, Erika del Valle Farías Peña; camaradas latinoamericanos presentes en este trascendente evento internacional. Lenin en su famosa obra El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo, nos advierte claramente el derrotero que seguiremos de permitir que el capitalismo avance en su afán hegemónico mundial sobre nuestros países. Revela que, luego de la transacción de capitales, se continuará con el establecimiento de monopolios y finalmente se concluirá con la anexión territorial. Esta profecía comunista se está cumpliendo en el mundo y América Latina (AL). Muchos aún creen que el sufragio universal que, en su momento fue un logro revolucionario burgués, sigue manteniendo esa naturaleza. Engels, nos señaló claramente que no era más que otro método para mantener el sometimiento de una clase sobre otra. Esta condición continúa hasta un punto donde se da el famoso salto dialéctico del sentimiento a la conciencia de las masas electoras y es ahí donde la herramienta de opresión se torna en herramienta de liberación. Esto es lo que ha pasado en Venezuela en más de 15 elecciones; en Cuba ganando un referendo constitucional que consolida su carácter socialista con el 86,85%; en Nicaragua donde continúa el gobierno revolucionario; en Bolivia con la reelección continua de su actual presidente durante 13 años; en Ecuador donde el pueblo reeligió al gobierno revolucionario en más de una década, aunque luego fue traicionado; etc. A este tipo de ratificación popular los EEUU lo llama amenaza democrática. Es necesario conocer la política mundial y latinoamericana para entender la situación de neocolonia norteamericana de muchos países en AL, es necesario efectuar una radiografía política, describiéndolo, asimilando, concientizándonos, planteándonos alternativas y articulando sobre la realidad fuerzas conscientes para lograr nuestra soberanía continental. Este proceso de liberación, obviamente no puede ser fácil, lo dicho en pocas palabras por el camarada Raúl Castro es válido para todos nuestros pueblos “Nuestra soberanía no se discute, se pelea”. En este devenir la verdadera democracia de AL se encuentra conspirada por amenazas que a continuación mencionaré las más importantes: La primera amenaza a la democracia latinoamericana que enfrentamos es el intento de quebrar la unidad continental forjada por los presidentes progresistas y revolucionarios de las dos últimas décadas. La derecha moviliza sus intelectuales orgánicos trasmitiendo el mensaje que cada país debe tener su propia filosofía o en su defecto su propia ideología, para resolver sus propios problemas nacionales, induciendo así al rechazo de las ideas y políticas soberanas que han logrado el poder en hermanos países vecinos. Un aspecto que tienen que asimilar nuestros pueblos es que la izquierda puede ser nacionalista, pero sobre todo debe ser enteramente internacionalista, pues poco haremos si un país se libera, cuando aún está rodeado de colonias. Los nacionalismos tienen el objetivo de desarticular la unidad revolucionaria continental, razón por la que debemos expresar y defender con claridad las conquistas del socialismo en AL y el mundo. Atendiendo al materialismo histórico, podemos afirmar al respecto que, lo importante en la discusión no es la procedencia nacional o foránea de la ideología, lo que importa es discutir si determinada ideología está al servicio de los opresores (1,1%) o si lucha por instaurar mejores condiciones de vida para los 184 millones de pobres en AL (30,2%). La segunda amenaza que tenemos es la puesta en marcha del Plan Cóndor II, denominado así por el camarada Rafael Correa, en la que describe que los golpes de Estado ya no pasan por los tanques sino, se hacen con guantes de seda, derrocando adversarios de izquierda mediante tres métodos, el desprestigio mediático (Chávez, Maduro), la persecución judicial (Correa, Glas) y los golpes parlamentarios (Lugo, Dilma). A esto debemos añadir los golpes mediante los referéndum «constitucionales» como los ocurridos en Ecuador (con Moreno) y casi consumado en Bolivia (contra Evo) y finalmente los bloqueos económico comerciales y financieros, como los que sostienen sobre Cuba (4,321 millones USD de perdidas), Nicaragua (90% de la producción afectada) y Venezuela (350,000 millones USD en pérdidas), el último año. Esto desestabiliza material y moralmente la sociedad. La tercera amenaza es la autoridad que se da EEUU para certificar de patrimonio mundial ciertas riquezas de AL, como las fuentes hídricas y energéticas más importantes, con fines de una posterior intervención y anexión territorial. Basado en ese marco jurídico mundial se cree con el derecho de intervención militar sobre sus neocolonias. Por ejemplo, el río Amazonas y el Lago Titicaca, están declarados patrimonios de la humanidad, advirtiendo que la causal de guerra futura es el agua y que llegado el momento optará por la anexión total o parcial, imponiendo un nuevo orden continental o mundial acorde a sus intereses. La cuarta amenaza es la injerencia militar de la ONU y la OEA sobre nuestros países, con destacamentos militares de países latinoamericanos hermanos, prestando servicios militares en los Cascos Azules, quienes invaden países en nombre de la democracia mundial, en realidad bajo las órdenes de los EEUU, país que finalmente se apodera de las riquezas del país invadido poniéndolo a nivel colonial. Estos soldados finalmente son acreedores de la ciudadanía norteamericana, terminando y fortaleciendo al país opresor que pone cada vez más su mira en AL. El 2010 los Cascos Azules de la ONU ocuparon Haití, tomando el control total de toda la isla hasta hoy. La quinta amenaza es la presencia de bases militares en cada uno de nuestros países. EEUU tiene bases en un total de 70 países y sus tropas tienen una inmunidad especial que impide sean juzgados por las cortes nacionales, quedando impunes los asesinatos, genocidios y violaciones. Países como Colombia se presta para instalarlas de manera consentida; Ecuador y Bolivia los han expulsaron; Cuba tiene una base impuesta por la fuerza militar, Guantánamo. En AL y el Caribe hacen un total de 76 bases militares, 12 en Panamá, 12 en Puerto Rico, 9 en Colombia, 8 en Perú, etc. El objetivo de EEUU es incrementar y perpetuar su milicia en América Latina con el fin de asegurar sus intereses hegemónicos en el hemisferio, consolidar un frente contra Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, para lograr el dominio sobre sus inmensas riquezas. Estos acuerdos incluyen el entrenamiento militar, lucha contra las drogas, vigilancia, interceptación de las comunicaciones, guerra mediática y ciberguerra. A contraposición de esta intervención, ¿qué sucedería si un batallón del ejército cubano, venezolano o boliviano iría a nuestros países a construir una escuela o un centro de salud?, seguramente sería un escándalo mediático y se informaría al mundo como un intervencionismo militar o colonización, es decir, una gran amenaza. La sexta amenaza es la dependencia en la tecnología digital. EEUU no solo puede darnos tecnología digital y controlarnos, sino también puede excluirnos. Estas segregaciones se dan desde razones económicas hasta de carácter geopolítico con fines de dependencia, así la antidemocracia social se convierte en digital. Los países se vuelven dependientes, haciendo que toda estructura educativa, productiva, económica, ambiental, militar, científica y sobre todo política, sea dependiente del modelo tecnológico digital impuesto. Esta condición no es nueva, se dio con la invasión española y ahora con el intervencionismo de los EEUU. Si bien se ponen antenas o infraestructura comunicacional, no quiere decir que somos una sociedad del conocimiento, a lo más podríamos llegar a ser una sociedad informada. Así, con propios esfuerzos, hay gente talentosa que termina saliendo de AL y quedándose fuera, famosa fuga de cerebros, perdiendo valioso capital humano, que termina por sumir a sus países en mayor dependencia y opresión al contribuir científicamente al país opresor. Esta crisis digital evidencia la real estructura de clases en un país o un continente que se traduce en desigualdad del ingreso familiar, concentración de la riqueza en algunos pocos, expansión de microempresario, estancamiento del proletariado en el sector informal y escases de empleo. Esta es la razón del por qué RT o Telesur no tienen cabida por señal abierta en el Perú como en otros países, razón por la cual Venezuela y Bolivia decidieron independizarse en alguna medida con sus satélites estatales como el Bolívar, el Miranda y el Túpac Katari, respectivamente. Vladimir Putin advirtió que el mundo lo dominará quien sea capaz de desarrollar la inteligencia artificial más capaz, pues la misma es el futuro de la humanidad, así “cuando se trata de oportunidades colosales o de amenazas difíciles de predecir, quien sea el líder en este ramo gobernará el mundo”. La séptima amenaza. La concentración del poder económico en una minoría conlleva al crecimiento empresarial, nacional o extranjero; al control de los recursos; control de medios de producción; control de precios y de los medios de comunicación, que influyen en las decisiones políticas. Cuando la minoría controla el poder económico es dable que también controle el poder mediático, afectando la realidad de la información. La famosa Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), órgano creado para AL y controlado por la CIA según Correa, concentra los principales medios de comunicación en cada país, bajo el pretexto de la libertad de prensa. Así el poder mediático se convierte en un sostén del neoliberalismo en favor de unos pocos y no son más que la expresión del deseo del poder económico empresarial, no son en ningún sentido la voz popular. Lenin decía que la verdadera libertad de expresión solo será posible cuando esta se libere del yugo del capital. La octava amenaza es la corrupción y la impunidad institucionalizada, que conduce a sus arcas aproximadamente el 10% del presupuesto estatal, siendo la principal causa de pobreza en nuestros pueblos. Se infecta el sector público a partir de las ambiciones del sector privado, sobre todo transnacionales que asentados explotan a los trabajadores, dañan el medio ambiente, extraen recursos no renovables, son exonerados de sus obligaciones tributarias, bajo el pretexto de la estabilidad jurídica, fiscal y tributaria, contratos ley, y se adjudican el 70% de las utilidades, no generan valor agregado ni trabajo e invierten en sus países de origen. La novena amenaza es la pugna entre los poderes dentro de un Estado, poderes aparentemente independientes en democracia, sin embargo son la misma cadena que sostiene el sistema. En democracia, todos deben someterse a la voluntad popular y en la práctica lo hacen el Ejecutivo y Legislativo, mas no el Judicial. El control del poder político mediante la rendición de cuentas está limitada a los niveles subnacionales, generando una falsa imagen de que se combate la corrupción y la ineptitud, cuando en realidad la corrupción está en el Estado centralista que administra el 70-80% del presupuesto nacional. La décima amenaza es la persistencia de una sociedad clasista, la diferencia abismal entre las mismas representa un gran obstáculo para la democracia en AL. La clase media se constituye solamente una bisagra amortiguadora de una crisis que pudiera desencadenarse de manera súbita. Los más pobres se ocupan en el pan de cada día para sobrevivir y los más ricos la forma cómo diseñan y perfeccionan la pirámide estatal. Así el Estado no se constituye con el fin democrático para defender a las mayorías, a los excluidos y a los pobres, sino más bien, en realidad es todo lo inverso, el Estado se diseña para defenderse de las mayorías, de los excluidos y de los pobres. Esta situación es casi el denominador común en los países de AL de corte neoliberal. La onceava amenaza es la falta de acceso a la educación, pues las personas analfabetas no se involucran en temas políticos y estos suman 32 millones de latinoamericanos. En el Perú existen 2,7 millones de analfabetos, pero que el sistema neoliberal no quiere erradicar puesto que constituyen una fuerza de reserva para mantener el estatus quo, son proclives al asistencialismo a cambio del voto electoral, lo que socaba la democracia. Desconocen las leyes, sus derechos, pierden oportunidades laborales, etc., por lo que no reclaman constantes violaciones de derechos humanos al que son sometidos con frecuencia. La doceava amenaza es la fuerza de tradición religiosa, con frecuencia políticos de derecha y altamente corruptos concurren a actividades religiosas y dichas instituciones tienen enormes privilegios como exoneración de impuestos y privilegios de excepción, tienen a su cargo instituciones educativas escolares y universitarias para crear superestructura acorde al sistema de la ideología dominante, socavando el trato horizontal en la sociedad democrática. Últimamente se detectó en AL el ingreso a la política activa de sectores religiosos que antiguamente solo actuaban de manera periférica, orientando el voto, sin mayores opciones a la polémica y libertad de pensamiento. Este fenómeno es frecuente en una sociedad como AL con fuerte arraigo católico del 60% frente a un 17% de ateos, agnósticos o sin religión. La treceava amenaza son las organizaciones criminales que, con frecuencia amenazan, secuestran, extorsionan y asesinan a candidatos o autoridades políticas. El narcotráfico infiltra alcaldes, parlamentarios, gobernadores y presidentes de la República (Perú, Fujimori), se instala el narcoestado en el gobierno y se necesita obligatoriamente un grupo paramilitar para asesinar opositores políticos que denuncian el hecho. Trabajar en las zonas de emergencia de narcotráfico implica doble sueldo militar, ascensos, mayor presupuesto, compras secretas so pretexto de seguridad, permitir ingreso de la DEA y CIA, generándonos en realidad una tradición de dependencia. La democracia se socava porque el personal destacado negocia con los narcotraficantes, ofrecen protección por cupos, el costo de vida aumenta, aparece el sicariato y se contaminan las tierras y los ríos. La catorceava amenaza es el extractivismo minero que deteriora el medio ambiente, genera profunda insatisfacción de nuestras comunidades campesinas a quienes se les ha quitado el derecho al subsuelo, se les priva del carácter vinculante de sus decisiones respecto a la licencia social, se les priva de sus reservas de agua, etc., generando violencia social que se manifiestan en toma de carreteras, muertes en enfrentamiento con las fuerzas represivas, finalmente deteriorando la incipiente democracia lograda tras años de militarismo. La quinceava amenaza es la injerencia y el intervencionismo de EEUU directamente o a través de terceros, como la OEA y el Grupo de Lima, constituyendo la más seria amenaza a la democracia y la autodeterminación de los pueblos de AL. El Grupo de Lima, integrado por 13 naciones, mediante la coacción política a los gobernantes y cancilleres de AL por parte de EEUU, orientando su trabajo contra el reconocimiento de la legitimidad del régimen venezolano y al impedimento de sus funcionarios a ingresar a territorio de los países miembros, es decir, un bloqueo diplomático, a la vez que facilitan el reconocimiento de seudoembajadores en sus países. Entendido gran parte de estos problemas, la pregunta sería ¿Cómo contrarrestamos todas estas amenazas? Primero, logrando una red bien informada en tiempo real de la realidad de nuestras propuestas, acciones y objetivos, para que las mismas no sean tergiversadas por el poder económico, mediático y político de la derecha mundial. Segundo, expresando nuestra solidaridad internacional frente a las injusticias de las que son y serán víctimas los revolucionarios de AL y el mundo. Tercero, estando prestos a brindar ayuda material a los procesos revolucionarios en nuestro continente y para ello debemos contar con una vanguardia sólida que goce de la simpatía mayoritaria y promueva los valores democráticos como la verdad, el respeto, la libertad y la ética. Cuarto, no basta que un país (s) haya tomado el poder, claro que no, se necesita la unidad de todos los revolucionarios para sostenerse en el poder. Esta unidad está en torno a las aspiraciones impostergables de nuestros pueblos como la protección del medio ambiente, la puesta de la tecnología al servicio de la humanidad y garantizar la paz mundial. Muchas gracias, Caracas, 6 de junio del 2019
Vladimir Cerrón Rojas Secretario General Nacional Partido Político Nacional Perú Libre
II ENCUENTRO LATINOAMERICANO PROGRESISTA ELAP 2015 “Democracias en revolución por soberanía y la justicia social”
Álvaro García Linera
Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia
Quito, 29 de septiembre de 2015
Ecuador, muy buenos días. América Latina, muy buenos días. Quiero saludar, respetuosamente, a cada una de las personas del continente, de Ecuador, de Argentina, Nicaragua, de El Salvador, de Venezuela, de Cuba, de Brasil, de Perú, de Colombia, de Chile, de mi hermosa Bolivia, y del resto del continente que se han hecho presentes en este encuentro latinoamericano progresista. Agradecer la invitación y las generosas palabras del vicepresidente de la República de Ecuador, muchas gracias. Saludar con mucho cariño al ministro que nos acompaña, al ministro de Cultura, a la secretaria ejecutiva de la Alianza País, embajadores, embajadoras, representantes de todo el continente. El día de hoy quisiera dialogar con ustedes, algo así, como un balance de estos últimos 15 años, un balance rápido y esquemático, pero que pudiera ayudar a visualizar el horizonte de estos 15 años de grandes transformaciones en nuestro continente, en la mayoría de nuestros países de América Latina y, no cabe duda, en el mundo. Quiero destacar, en diez puntos, no solamente algunos avances, democracia no es una etapa temporal, un puente, que nos conduce, necesariamente, hacia una nueva sociedad. El aporte que está incorporando América Latina al debate de las izquierdas en el mundo es que la democracia no solamente es un método, es también el espacio, es el escenario del propio proceso revolucionario, es en el desarrollo de las capacidades organizativas autónomas de la sociedad en el desarrollo de la capacidad de participación y de intervención en los asuntos colectivos, en los asuntos comunes que los procesos revolucionarios latinoamericanos han prosperado, consolidado y se están desarrollado. Pero, ciertamente, no es una concepción de la democracia de manera procedimental, como modos de selección de gobernantes, ni siquiera solamente como principios éticos, en la versión literal de lo democrático, en la versión procedimental y minimalística de lo democrático. Lo que América Latina está mostrando es que esta reivindicación de lo democrático como el espacio mismo de la revolución, como escenario inevitable y obligado de la revolución, requiere y necesita una reinvención de lo democrático, una refundación de lo democrático; ya no únicamente como de seleccionar gobernantes – que lo es-, ya no únicamente como modo de respetar asociatividad, pensamiento y actividad política -que lo es-, sino una reinvención de lo democrático a partir de su fundamento, de su esencia, lo democrático como creciente participación de la sociedad en la toma de decisiones. Estamos hablando, entonces, de lo democrático por encima de la concepción fósil que nos viene, muchas veces, de los países, llamados tradicionalmente, democráticos del norte, donde ni la mitad de su población elige gobernantes, y de esa mitad que eligen gobernantes, ni el 2% participa en la toma de decisiones y de este 2%, ni el 1%, en verdad, tiene la fuerza de decisión y de ejecución de las decisiones. Esas democracias fósiles del norte no son, para nosotros, ningún modelo a imitar, ni ningún modelo a seguir. La democracia que estamos reinventando en América Latina es una democracia plebeya, de la calle, del parlamento, de la acción colectiva, de la participación y de la movilización. Es, pues, en este escenario de la democracia concebida como permanente y creciente participación de la gente en la vida pública, en la vida colectiva, en los asuntos comunes, familiares, educativos, médicos, económicos y en los asuntos presupuestarios donde se define el carácter revolucionario y, al final, socialista de cualquier proceso revolucionario. En el fondo, socialismo es la radicalización absoluta de la democracia, la democracia llevada al centro de trabajo, al parlamento, al ejecutivo y a la propia vida cotidiana; y, es que, al final, lo que hemos aprendido es que cualquier método de lucha solo ha de ser revolucionario si tienen la participación de la gente, por la vía armada o por la vía pacífica, ha de tener su efecto real solo en la medida de la permanente, creciente ampliación y desborde de la sociedad en el ejercicio, cumplimiento y el desarrollo de ese método. Sin eso, cualquier acción o parlamentaria o armada, o es reformista o es oportunista, armada o electoral, pero en el fondo lo mismo. Un segundo debate que está siendo zanjado por la experiencia latinoamericana, un debate de la izquierda mundial, es el debate en torno a tomar el poder o construir el poder. ¿Qué hay que hacer? Formados en la vieja escuela, el objetivo es tomar el poder, está bien, venimos, los leninistas al menos -me reivindico como un leninista absoluto- la toma del poder es correcto; pero si quienes propugnamos la toma del poder no entendemos que el Estado -por muy democrático que sea, por muy participativo que sea- es también un monopolio de lo común, de lo universal, es un monopolio creciente de lo colectivo, la toma del Estado, así no más tal como viene, es también la toma de ese monopolio y, a la larga, la toma de las instituciones y, a la larga, la sustitución de unas instituciones y de ese monopolio por una nueva administración y una nueva burocracia. Frente a ese riesgo de convertir la revolución en un proceso que simplemente sustituya una élite por otra élite surgió el debate: entonces no hay que tomar el poder. El compañero John Holloway y la gente que trabajó con él, hace diez años, pusieron en debate en las izquierdas mundiales y latinoamericanas, “entonces no hay que tomar el poder”. Transformar el mundo sin tomar el poder. Claro, se entiende que es un esfuerzo por alejarse de esta sustitución de élites, se entiende que es un esfuerzo por alejarse del control de un monopolio, es decir, de una concentración de decisiones, porque eso también es el Estado; pero al hacerlo, quienes reivindicaron la no toma del poder para cambiar el mundo recluyéndose en pequeños núcleos, en pequeñas comunas, en pequeñas actividades semiautónomas que construyen socialismo y comunismo en pequeño, en los hábito alimentarios, en las compras y en la transferencia de objetos, olvidaron una cosa terrible: que cuando uno se aleja -yo no quiero embadurnarme ni mancharme con el poder, me recluyo en mi comuna, en mi pequeño lugar, al margen del poder- lo que estoy haciendo es que el poder, independientemente de lo que yo diga o haga, siga existiendo y al seguir existiendo bajo la vieja manera del monopolio centralizado por unas oligarquías que rotan en la gestión de la administración pública, permitimos, en ese nuestro aislamiento, que esos pocos sigan administrando en contra de las mayorías. Permitimos, admitimos -en nuestro silencio y en nuestro aparente abandono y reclusión monástica en un centro donde nadie se contamina- y estamos dejando en pie que el poder del Estado se mantenga en manos de pequeñas oligarquías, en manos de pocos, que privaticen los recursos de muchos. Se deja que el Estado y ese monopolio llamado Estado siga desorganizando a la sociedad, siga conduciendo la desposesión de los recursos comunes de la sociedad y, lo peor, que esto público no estatal que produce la sociedad, que surge en esas pequeñas iniciativas autónomas o semiautónomas de la sociedad, de manera aislada y desarticulada, a la larga, queden subsumidas por el propio Estado y por los propios procesos de valorización del capitalismo. El gran problemas de solamente enfocarse en “tomo el poder” o “construyo poder”, al margen del Estado, radica en que hay y hubo en la izquierda una concepción del Estado como una cosa y, por lo tanto, si es una cosa o bien es conquistable -hay que conquistar el Estado- o bien es distanciable -hay que alejarse de esa cosa que nos envenena-, en ambos casos el Estado es visto como cosa a conquistar o a huir de ella, conquisto la cosa o huyo de la cosa. El problema es que el Estado no es solo una cosa, el Estado es también una cosa, pero es más que una cosa, es instituciones, es normas, es procedimientos que le dan forma cósica al Estado; pero el Estado es más que eso. El Estado es una relación entre las personas, es una manera de vincularnos cotidianamente entre las personas en torno a cosas que nos involucran a todos: la vialidad, la educación, el intercambio de productos, la sanidad, el respeto, los procedimientos lógicos y los procedimientos morales. El Estado es, pues, el espacio de lo común de una sociedad, de lo colectivo que tiene una sociedad, de lo universal que posee una sociedad; no es un hecho dado, lo universal, lo colectivo y lo común ha sido un proceso histórico y gradual de concentración, de formación de lo común, de construcción o consolidación o expropiación de lo colectivo y de lo universal, pero el Estado es el monopolio de lo universal. Su fuerza radica en eso, en que nos atraviesa a todos, que nos involucra a todos, que no contiene a todos; sino no fuera universal, sería un particular. En la medida en que nos involucra a todos, aún a los que no queremos nada con el Estado, aún a los que huimos del Estado, el Estado es una relación entre las personas, una relación viva entre personas que viven en un barrio, los del barrio que viven en una ciudad, los de la ciudad que viven en un departamento, los de los distintos departamentos que viven junto a otros departamentos. ¿Qué tienen en común? El Estado. Lo común que tienen personas que viven acá, en Quito, con las personas que viven en Guayaquil, con las personas que viven en la sierra y las que viven en la Amazonía, está concentrado en el Estado. El Estado es, pues, también, la gestión de lo común, la gestión de lo universal, la gestión de lo colectivo que tiene una sociedad, de lo colectivo estatizado que tiene una sociedad. Pero, también, es monopolio, si bien lo común, es su concentración; si bien lo colectivo, es su monopolización; y por eso Marx tenía una frase fantástica que resume esta paradoja del Estado: el Estado es una comunidad ilusoria. Es ilusoria, sí; no es objetivamente construida desde el encuentro entre personas libremente asociadas, sí; pero es comunidad, es una comunidad real, es una comunidad vigente. Pero, luego, ilusoria, comunidad ilusoria; gestor de lo común, monopolizador de lo común, el Estado es una relación paradojal, material e ideal; común y monopolizada; universalista e individualizada. En eso radica su magia. Por lo tanto, si esto es verdad, si el Estado es una cosa, pero es más que una cosa; es instituciones; pero es más que instituciones, es procedimientos; pero es más que procedimientos, si el Estado es también lo común, los preceptos lógico, los preceptos morales con los que integramos nuestra vida en común, personas que vivimos en lugares muy distintos, pero que nos sentimos partícipes de una misma comunidad histórica en el mundo, si el Estado es eso, entonces, ¡hay que tomarlo!, hay que tomar esa relación, hay que conquistarla. No te puedes quedar al margen del poder porque eso a lo únicos que beneficia es a quienes están en el poder y están destrozando a la sociedad desde el poder. No puede haber izquierda revolucionaria que no opte por la toma del poder, es un falso debate, pero una izquierda revolucionaria entendiendo que el Estado, si bien es comunidad, es también ilusoria, es también monopolio, no puede contentarse con tomar el poder, está obligada -desde antes, en medio y como continuación del proceso- a transformar ese poder, democratizar ese poder, construir el poder; si solamente nos dedicamos a tomar el poder sin transformarlo, sin democratizarlo, sin construir poder social que democratice la toma de decisiones, a la larga, devendremos en una nueva élite. Y si solamente nos contentamos con construir poder externamente del Estado, dejaremos tranquilas a las élites gobernar durante 500 años, y el poder nuevamente en contra de la sociedad. Si el Estado es una institución paradojal, las revoluciones contemporáneas son también paradójicas: toma del poder – construcción del poder; construcción del poder – toma del poder; ampliación del poder – concentración del poder, en esta dialéctica se juega el destino de una revolución. Una tercera enseñanza y complejidad de la revolución latinoamericana en marcha es el tema de la hegemonía, entendido como liderazgo intelectual, como liderazgo moral, como liderazgo ético, como liderazgo lógico, como liderazgo organizativo de un bloque social sobre el resto de la sociedad en la que todos ven el porvenir, el horizonte, la síntesis de lo que somos todos. Esta es la idea general de la hegemonía, en el sentido gramsciano. ¿Cómo lograr esta hegemonía? El viejo debate del siglo XX dividido en dos: los países asiáticos y los países modernos. Los países asiáticos poseedores de una sociedad civil supuestamente frágil y amorfa, entonces, en esos países había que tener una guerra de movimientos, de asalto frontal al Estado; en cambio en los países de fuertes instituciones públicas, de una fuerte sociedad civil, entonces, había que tener una mirada menos audaz y más lenta y difusa: guerra de posiciones, para asediar las casamatas sólidas que tiene el Estado y la sociedad civil contemporánea. Guerra de posiciones o guerra de movimientos, asalto frontal o largo proceso cultural de convencimiento y seducción para llegar al poder, el viejo debate. Es que los dos son necesarios. Qué ha mostrado la experiencia latinoamericana, nuevamente, en esta mirada paradojal que quiero manifestar de los procesos revolucionarios y ¿si no fueran paradojales no sería revolucionarios? Es que los dos son necesarios. No puede haber conquista del poder, no puede haber transformación de la correlación de fuerzas en el Estado si previamente no ha habido una modificación en los parámetros de percepción lógicos y en los parámetros de ordenamiento del mundo morales de la sociedad. ¿Qué pasó en Ecuador, Bolivia, qué ha pasado en Venezuela los años 2000, 2005, 2008? Hasta antes, todo era perfecto, todos eran neoliberales, la privatización de los recursos iba a traer el bienestar, la riqueza para el pueblo, el mundo era globalizado, los Estados eran burócratas, la presencia de la inversión extranjera era la salvadora del mundo. Eso ordenaba el mundo, eso ordenaba la vida cotidiana de las personas, su horizonte de acción, su parámetro lógico y su tolerancia moral hacia los gobernantes. Y, ¿qué pasó? Hubo un momento en que eso ya no era tolerable, ya no era creíble, en que eso no era verificable; y poco a poco ese descreimiento sobre ese ordenamiento neoliberal del mundo, sobre estas ideas fuerza que ordenaban la organización cotidiana del mundo en nuestra sociedades fue cuestionada, se fue resquebrajando, fue siendo debatida, primero por dirigentes políticos, por dirigentes sindicales, por académicos, por el ama de casa y por el estudiante, algo no cuajaba, algo no encajaba en este horizonte del fin de la historia al que todos teníamos que ceñirnos, tarde o temprano, para conseguir la felicidad, pero la felicidad no llegaba y ese fin de la historia no se presentaba como fin y el paraíso había sido sustituido por un infierno cotidiano para conseguir trabajo y la comida diaria. Previamente, hubo un cimbramiento espiritual, mental y cultural en las sociedades latinoamericanas, en unos casos promovidos por una acción militar, en otro, por una acción colectiva frente a los dueños del agua, en otros casos, por una movilización frente al gobierno que había engañado a su pueblo; un quiebre cultural, un ruptura simbólica, un conjunto de modificación del sentido común de la sociedad y sobre ese escenario abierto por un quiebre cultural que modifica las tolerancias morales de las personas, que habilita un espacio de predisponibilidad a nuevas fidelidades, a nuevos proyectos, a nuevos liderazgos, sobre ese escenario emerge cada uno de los procesos progresista en América Latina, con el presidente Chávez, con el presidente Kirchener, con el presidente Correa, “Lula”, con el presidente Evo. No se trata de personas que caen como un rayo en cielo despejado, hubo un quiebre previo, fundamentalmente cultural, es decir, no puede haber el asalto, digámoslo así, la toma vía electoral, vía revolucionaria, la toma del poder sin previamente una transformación en los parámetros culturales, es decir, no hay una verdadera guerra de posiciones sin una guerra de movimientos previa, y la inversa el igual. Y, aquí dialogo, brevemente con la profesora Chantal Muff sobre este tema, ¿basta con promover una transformación cultural en los parámetros cognitivos de la sociedad para crear identidades y una predisposición al cambio? Es necesario, pero no es suficiente; no hay revolución latinoamericana que haya triunfado contentándose simplemente con la modificación de los parámetros culturales. Aquí, en Ecuador, ¿acaso no hemos tenido que derrotar primero en las urnas y luego en las calles a la oposición golpista para consolidar el proceso revolucionario? En Bolivia, ¿acaso no hemos tenido que derrotar a los separatistas y a la derecha que querían dividir Bolivia y la tuvimos que derrotar electoral, política y militarmente para recién consolidar los procesos? No hay revolución duradera, no hay revolución verdadera, que simplemente se asiente con la transformación gradual de los parámetros culturales, eso tiene que traducirse, tarde o temprano inevitablemente, en una acción de fuerza, de derrota de tu adversario. Solamente derrotando a tu adversario, tu hegemonía cultural puede irradiarse y consolidarse. La experiencia, entonces, qué enseña, que la hegemonía, en realidad es Gramsci y Lenin, y nuevamente Gramsci, es lucha cultural, lucha de símbolos, lucha de identidades, lucha de construcciones cognitivas, lucha de ideas fuerza desde la sociedad; condensación, enfrentamiento, derrota de tu adversario, tienes que derrotar a tu adversario, sino no has triunfado e inmediatamente que has derrotado a tu adversario, nuevamente lucha cultural para asentar esa victoria, para consolidar esa victoria, y nuevamente el adversario volverá a sobreponerse y buscará reagruparse y tendrás que derrotarlo cultural, política y, si es necesario, militarmente para volver a avanzar en la parte cultural. Es un falso debate o Lenin o Gramsci, Gramsci sin Lenin es un proceso de ternura sin victoria; Lenin sin Gramsci es un hecho de fuerza sin irradiación, necesitas a Lenin y a Gramsci. Un cuarto punto que emerge del anterior, de nuestros procesos latinoamericanos es la importancia de la lucha por el sentido común. El sentido común son ideas ordenadoras del mundo, son ideas ordenadoras de la cotidianidad, son ideas movilizadoras; es el punto en el que se define la tolerancia moral entre gobernantes y gobernados, es el lugar de las certidumbres estratégicas de la sociedad. La dominación neoliberal, evidentemente, fue fuerza, fue coerción, fue imposición; pero también fue idea fuerza. El neoliberalismo también, y quizá fundamentalmente, fue un conjunto de preceptos mentales, un conjunto de ideas fuerza, de sentidos comunes de lo propio y lo ajeno, de lo privado y de lo colectivo, de lo extranjero y de lo nacional, de lo eficiente y de lo ineficiente, de lo probable y de lo improbable mediante el cual la sociedad, el ama de casa, el estudiante, el dirigente, el partido político, el congresista ordenaban el mundo, explicaban el mundo para andar en el mundo. Se trata, pues, las ideas fuerza de esquemas mentales, de esquemas lógicos y morales que tienden a naturalizar el hecho de la dominación, a volverlo cuerpo, carne, rutina, a volverlo “natural”. Si esto es así, la revolución, la lucha contra el neoliberalismo que requiere de golpes de fuerza electoral, de golpes de fuerza social, colectivos y movilizables, requiere, en lo fundamental, también, de nuevas ideas fuerza, ideas esperanzadoras, ideas con la capacidad de generar movilización y acción colectiva con la capacidad de territorializarse e irradiarse. No hay lucha victoriosa contra el neoliberalismo sin una lucha en las ideas antes de la toma de poder, en el momento de la toma del poder y, fundamentalmente, después de la toma del poder. Hago un llamado de atención, sobre ese punto, a los más de 54 organizaciones políticas de América Latina, 14 de Ecuador, no podemos descuidar la lucha por las ideas, después de las victorias. De un tiempo para acá, después de una gran ascenso de un intenso debate colectivo que ayudó a posesionar, a convertir en fuerza material, un conjunto de ideas, progresistas revolucionarias sobre el mundo, hemos entrado en un periodo de estancamiento y eso es muy peligroso, es peligrosísimo. Necesitamos permanentemente renovar, enriquecer relanzar el conjunto de ideas, no podemos perder la bandera de la esperanza de la sociedad, una revolución es una esperanza en movimiento, una esperanza movilizadora en movimiento práctico, hemos avanzado hasta acá, nos ha costado muchísimo y hemos logrado muchas cosas, en estos diez años, cinco años, quince años, pero no es suficientes. La batalla de las ideas nuevamente es decisiva en las universidades, en los periódicos, en los medios de comunicación, las asambleas, reuniones y encuentros donde no debe haber escenario donde no esté el revolucionario con su idea, con su pancarta, con su frase, con su periódico, con su discurso para dar esta batalla. En muchos lugares de América Latina, los luchadores sociales que estábamos, o en el ámbito sindical o en el ámbito gremial o en el ámbito académico, hemos pasado a gestión de gobierno, era necesario por supuesto, pero hemos dejado la retaguardia abandonada y eso es muy peligroso. Necesitamos volver ahí, tan importante como un eficiente ministro de gestión pública, como un ministro de obras, tan importante, es un dirigente conduciendo el sindicato o la confederación, es el académico enseñando en la universidad. No concentremos toda la fuerza intelectual y activa en la gestión del gobierno, no descuidemos el frente social, lo digo como experiencia, vicepresidente, eso nos ha pasado a nosotros y es un error. Muchos dirigentes combativos y luchadores se han pasado a gestión de gobierno y ahora son alcaldes, ministros y diputados, excelente, tenemos un parlamento con el 65 % de organizaciones sociales, es un parlamento muy plural, pero me preocupa lo que está pasando a nivel del sindicato, de la federación, de la confederación y de la academia, ahí, es donde se está comenzando a atrincherar la derecha; no lo permitamos, vayamos nuevamente ahí a dar la batalla. La batalla sentido común, la batalla por las ideas es lo que ha de sostener la continuidad de este proceso, a largo plazo. Una sexta lección que hemos a prendido, que ha emergido de la acción y de la lucha de los procesos revolucionarios, es que la que la democracia no debe reducirse únicamente al ámbito de la participación parlamentaria, por muy plural, por muy participativa y expresiva que sea esto. Los procesos revolucionarios se defienden, se asientan, se consolidan, se construyen y se profundizan teniendo fuerza en el parlamento y teniendo fuerzas en las calles, ¡obligatoriamente! Venimos de las calles, nos hemos forjado en las calles de ahí venimos, hay que mantener. Yo hablaría que los procesos revolucionarios tienen una gobernabilidad dual, la gobernabilidad que se gesta en la articulación del ejecutivo, el liderazgo revolucionario, el parlamento, la expresión de los sectores sociales, primer ámbito de gobernabilidad. Y el segundo ámbito de gobernabilidad es la relación que entablamos con las organizaciones sociales, con los sindicatos, con lo barrios, con los gremios movilizados defendiendo sus revolución, eso es democracia. Hemos criticado la democracia fósil del norte, eligen una vez cada cinco años y luego un puñado de 20 personas decide el destino de millones de personas, eso no queremos, ni lo vamos hacer, ni lo vamos a repetir. La democracia real, profunda, radical latinoamericana es profunda participación de la sociedad en el parlamento, en los ministerios; pero profunda movilización y participación de la sociedad en las calles, para defender para profundizar su proceso revolucionario. Una sexta lección que sacamos de nuestra experiencia revolucionaria, es el tema del papel de la gestión económica, y cuando uno está en gestión de gobierno, entiende la profundidad de los textos del “Che”, por ejemplo, cuando debatían sobre la economía en Cuba, sus debates con Charles Bettellheim o las reflexiones de Lenin en la nueva política económica en “Más vale poco pero bueno”, etc. Cuando uno está en oposición, ¿qué es lo que importa?, su capacidad de movilización y su capacidad de crear ideas fuerza articuladoras que generen un principio de esperanza social en torno a liderazgos individuales y colectivos; eso es lo central, uno se juega diez, veinte, treinta cuarenta años, muchas veces nos morimos y algunos tenemos la suerte de vivir para que todo esto se consolide en un proceso revolucionario, como hoy en América Latina, pero eso es estar en oposición. Cuando este proceso revolucionario, que emerge desde la sociedad, se vuelve gestión de gobierno, se necesita capacidad de movilización, se necesita capacidad de seducción, capacidad de convencimiento, pero también, y esto es lo nuevo, capacidad de gestión económica. Los procesos revolucionarios latinoamericanos van a definir su destino en la economía, porque los ciclos de participación, de movilización, los ciclos heroicos no son perpetuos, son por oleadas momentos de ascenso, consolidación, estabilización y descenso y luego viene un valle que puede durar semanas, meses, años hasta un nuevo proceso de ascenso social. Y en estos valles que, a veces son cortos, de semanas, medianos, de años o, a veces, largos; ya no son los momentos heroicos de la generosidad y el universalismo desplegado como derroche revolucionario. Es el tiempo de cotidianidad, de los resultados y al gobernante, al vicepresidente, al presidente Correa, al presidente Evo, al presidente Chávez al presidente “Lula”, al presidente Kirchner, la sociedad le dice, he peleado mucho presidente, me he sacrificado, este es mi proceso, es mi conquista, pero quiero también resultados, quiero ver mi agua potable, quiero ver mi calle, quiero ver mi escuela, quiero ver mi hospital y, es ahí, vicepresidente (de Ecuador) que lo está viviendo usted, lo aprendo de usted también, es donde tenemos que mostrar la otra cara del revolucionario, también ser revolucionario en la capacidad de gestión, en la capacidad de gestión económica de nuestro país. El futuro se va a definir ahí, lo que vaya a pasar en América Latina, el año 2015, 2016, 2017, 2018 que es una etapa de transición va a depender de cómo podemos responder, de cómo podemos actuar, como podemos generar un conjunto de decisiones que le den a las personas certidumbre a las personas en el ámbito económico. Tenemos que depositar ahí toda nuestra fuerza, compañero vicepresidente, ahí es dónde nos vamos a jugar y es ahí donde está apuntando sus cañones del imperio, ahí es sonde está apuntando sus cañones la conspiración permanente de las fuerzas conservadoras locales e internacionales, en la economía, y es ahí donde tenemos que obtener una nueva victoria, con una buena gestión de la economía y una buena administración de la economía. No voy a detenerme sobre los aspectos principales, solamente menciono algunos que nos están ayudando en Bolivia, exportación, mercado externo y mercado interno; eso nos ha ayudado a notros mucho, hemos crecido mucho con la economía de exportación cuando los precios estuvieron altos. Nosotros también dependemos del gas, el 50 % de nuestras exportaciones son del gas y cuando subió el precio del petróleo y el gas entró mucho dinero. Pero como sabíamos que eso podía, cualquier rato, caer, porque ya el 2008, cayó de 140 dólares a 35 dólares, duró poco pero cayó más de cien dólares el barril de petróleo, pero sabíamos que esto es inestable, que uno no puede confiarse únicamente en una dinámica de exportaciones hay que aprovechar pero también generar tu retaguardia y eso es el mercado interno, el crecimiento vía mercado interno, vía dinámica interna. En Bolivia el crecimiento del 5 % anual, mitad crecimiento del mercado interno, mitad mercado externo, ha caído el mercado externo, en vez de crecer el 6 o 7 % , estamos creciendo 4.5 %, es un buen crecimiento porque tomamos la previsión de también apuntalar el crecimiento del mercado interno y mercado interno es distribución de la riqueza. No puede haber una fortaleza del mercado interno sin distribución de la riqueza. Dice la teoría económica, primero genera riqueza y luego distribúyela, pues nosotros no les hemos hecho caso a los economistas, hemos distribuido y producido, producido y distribuido, no hemos esperado primero producir para luego distribuir, a medida que producíamos, distribuíamos y al distribuir producíamos más y producíamos mejor. Y de esa manera estamos pudiendo remontar este momento adverso en el ámbito económico Segunda cosa, el Estado tiene que controlar los resortes fundamentales de la economía, de las empresas y de la generación del excedente del país y todo en función de la sociedad, crecimiento en función de la sociedad, distribución de la riqueza para potenciar la sociedad, inversiones para potenciar la sociedad; todo el aparato económico en torno al núcleo de empoderar de mejorar las condiciones de la propia sociedad. Un séptimo problema y tensión que se está dando en nuestros procesos revolucionarios es el debate entre generación de bienestar económico, preservación de la Madre Tierra, entre generación de más riqueza material y protección de la Madre Tierra, el famoso debate sobre los extractivismos que se ha puesto de moda, en América Latina, claro, Ecuador, Venezuela, Bolivia arrastran una herencia extractivista, que en el caso de Bolivia se remonta a 1.570 cuando el virrey Toledo, instaura el trabajo obligatorio en el Cerro Rico de Potosí y convierte a Bolivia en un escenario productor de materias primas que se exportan a la metrópoli. Desde entonces, Bolivia y América Latina quedaron definidas en la distribución planetaria de tareas del capitalismo, como productores de materias primas, traemos casi 450 años de esa herencia, es verdad está ahí esa herencia. Igualmente, somos, las sociedades latinoamericanas, con muchos problemas de pobreza, con muchas necesidades de una población que, durante décadas y siglos en la colonia, en la república, hasta el neoliberalismo, fue abandonada a su suerte. Casi, en otros países han llegado al siglo XXI, con la mitad de su gente en pobreza, los continentes más pobres, compitiendo con África, muchas necesidades inmediatas, muchos requerimientos inmediatos. Entonces, se tiene esa herencia, eres extractivista desde antes y tienes muchas necesidades materiales insatisfechas de las personas y lo que tienes que hacer es producir en base a tu herencia para satisfacer las necesidades de la gente, que ve en sus líderes y en su revolución la esperanza para salir de la pobreza y para acabar su miseria y abandono. Pero, a la vez, tenemos, en América Latina, raíz indígena, hay, en nuestra herencia familiar hay un indio o somos indios, somos indígenas o venimos de raíz indígena y ahí está nuestra fuerza y en esa fuerza de nuestra raíz indígena no solamente esta una identidad y una historia, sino está una enseñanza de un tipo de intercambio metabólico, diría Marx, con la naturaleza mutuamente procreativo, las tecnologías indígenas, la sabiduría indígena heredada en tierras bajas y en tierras altas, en la amazonia y la sierra es de una tecnología productiva, de unos conocimientos productivos que siempre intentó dialogar con la naturaleza, porque la naturaleza fue concebida como un ser vivo, como un ser orgánico y el ser humano como una prolongación orgánica de ese ser superior y, entonces, a ese ser superior vivo no lo matas, porque tú dependes de él y porque tú eres una prolongación, matar la naturaleza, para el indígena, es matarse a sí mismo. Arrastramos esa herencia venimos de esa raíz y, a la vez, el cambio climático en el mundo que está transformando la siembra, la cosecha, el clima, es también una responsabilidad del revolucionario asumirla como una tarea para preservar la naturaleza y ¿cómo hago coincidir las dos?, gran debate, ni Lenin nos dijo cómo, ni Gramsci nos dijo cómo. Fidel Castro sí, ha reflexionado sobre eso. ¿Cómo articulamos, especialmente, en sociedades como la ecuatoriana o la boliviana de vieja y preponderante herencia extractivista?, si solo nos dedicamos a producir, no importa extractivistamente, pero para satisfacer necesidades materiales, tenemos éxito económico, tenemos resultados económicos; pero hemos abandonado una raíz comunitaria, una herencia comunitaria indígena que habilita un provenir, porque el futuro va a ser ecológico o no va ser el futuro, el futuro socialista, el futuro comunitario ha de ser ecológico o no va a poder existir y, a la vez si solamente nos dedicamos a cuidar la naturaleza, a no tocarla, seguimos en la pobreza, seguimos en la miseria. Y van a venir los neoliberales a quienes no les importa nada ni los árboles, ni los pajaritos y ellos si van a dedicarse a producir como puedan y a satisfacer necesidades de la población y la población, con justo motivo, te va abandonar, nos va a abandonar. Entonces, no puedes simplemente a producir de manera irreflexiva, manteniendo el extractivismo porque renuncias a tu raíz y a tu porvenir; y no puedes contentarte con ser un cuidador de bosques, dejando a la población en la miseria colonial, en la que viven, hoy, los pueblos indígenas, porque hoy su condición de vida, no es una condición de vida idílica, es una condición de vida de pobreza, colonial construida en los en los últimos 500 años. Eso es lo que nos propone el medioambientalismo colonial, yo le he llamado. Latinoamericanos déjense de soñar con el progreso, si quieren hacer algún aporte a la humanidad, dedíquense a cuidar árboles, el norte que siga produciendo, que siga inundando de C02 el mundo, que siga destruyendo los bosques del mundo, América Latina dedicada ahora a generar el oxígeno que el norte esta aniquilando; este es el mendioambientalismo colonial, que los países del sur paguemos la plusvalía ambiental congelando nuestra producción, congelando nuestro desarrollo, congelando nuestro futuro, congelando nuestras condiciones de vida que son coloniales, supuestamente, en aras de preservar la naturaleza, mientras los del norte siguen con la orgía destructiva del planeta. Y nos atacan: gobierno de Correa, extractivista; gobierno de Evo Morales, extractivista, claro reciben buen dinero los que nos critican de esos organismos extranjeros, para criticarnos, para mantener esas palabras y, a la larga, sirven a esos interese externos. No señores, de qué se trata, qué es lo que estamos haciendo en Bolivia y qué es lo que yo veo en distancia, lo que se está haciendo en Ecuador, que lo considero correcto. ¿Tenemos que salir del extractivismo?, sí, tenemos que salir, pero no se sale congelando las condiciones de producción, ni regresando a la edad de piedra, se sale del extractivismo, utilizando temporalmente el extractivismo para crear las condiciones culturales organizativas y materiales de una población que salte a la economía del conocimiento. ¿De qué economía del conocimiento voy a hablar cuando tengo compañeros que viven en el altiplano, en casas de piedra que caminan cinco horas para llegar a su colegio, que se sientan en un asiento de barro y que están durmiéndose todo el día porque no les alcanza el alimento para estar despiertos, qué economía del conocimiento se construye de esta manera? Esta es la farsa del mediambientalismo colonial, porque hay un medioambientalismo revolucionario, pero el medioambientalismo colonial nos quieren hacer caer en esa trampa, las condiciones de vida actual de los pueblos indígenas son idílicas y armónicas. Que vayan a conocer a un niño durmiéndose porque no pudo desayunar bien, que entren a ver a la Amazonía, para ver como se muere la gente por la mordedura de una víbora porque no hay ni en cinco días una atención médica. No conocen desde sus ONG, en las que ganan mucho dinero se dedican a ver desde la ventana lo que pasa en el mundo y se dedican a resolver los problemas del mundo desde donde están, no es así. Hay que acabar con el extractivismo, sí, pero simultáneamente hay que acabar con la miseria y hay que utilizar las herramientas heredadas, ¿cómo nos piden a nosotros acabar en cinco años lo que ha durado 500 años? Nos exigen que acabemos en seis meses lo que ha durado siglos. No señores, no vamos a caer en esa trampa. Los procesos latinoamericanos asumen que hay que pasar a una economía del conocimiento, a una economía industriosa que vincule la ciencia y la tecnología contemporánea con la ciencia y la tecnología ancestral, vamos a llegar a eso, pero lo vamos hacer creando las condiciones materiales, culturales y espirituales para ese tipo de economía y sociedad, produciendo lo que hoy tenemos, temporalmente usando el petróleo, el gas, los minerales, la agricultura; necesitamos un periodo de transición, un puente que cree las condiciones técnicas, materiales y culturales de una nueva generación capaz de superar el extractivismo. Entonces, vamos a seguir produciendo, porque hay que satisfacer las necesidades materiales de la gente, pero, a la vez, iremos creando las condiciones, para un reencuentro con la naturaleza, rescatando la tradición indígena de la relación mutuamente vivificante con la naturaleza. Extractivismo, sí, temporalmente, sí, necesariamente hasta crear la nueva sociedad del conocimiento y de la cultura. Permítanme aquí criticar a esta izquierda de cafetín, que así le llamo yo, si quieren ustedes izquierda “deslactosada”, evidentemente hay grupos que se oponen, dicen, desde la más izquierda del proceso ¿quiénes son?, es una izquierda perfumada que observa el fragor de los procesos desde el balcón, un café o desde la televisión, es una izquierda bien remunerada, es una izquierda que se horroriza del lenguaje guerrero y del olor de la plebe, en las calles, le incomoda el estruendo de la batalla y el desorden de una democracia de barricada. Es una izquierda que le gusta su café descafeinado, que critican a los gobiernos progresistas que no han construido en una semana el comunismo, que aprovechando el descanso de su fitness matinal, nos critican de que no hayamos acabado de una buena vez con el mercado mundial y en seminarios, donde rinden cuentas de sus financiamientos externo que garantizan su buena vida, denuncian a los gobierno progresistas, por no haber instaurado inmediatamente y por decreto el buen vivir. A estos caballeros y señoritas, la verdadera y desbordante lucha de clases plebeya e indígena les resulta incomprensible, la única revolución que conocen es la que han visto resumida en History Channel. Y por ello, la multiforme, a veces, desorganizada lucha plebeya real por el poder, les resulta totalitaria, tiránica y autoritaria. Son, pues, los radicales de palabra y timoratos de espíritu, son los arrepentidos cómplices del pasado neoliberal, devenidos, de manera sorpresiva hoy, en ultra radicales profetas del inminente fracaso de los procesos revolucionarios. Portadores de teorías “deslactosadas”, no tienen ninguna medida concreta, ni una sola propuesta práctica enraizada en el movimiento social que pueda hacer avanzar los procesos revolucionarios, son, por tanto, los mediocres corifeos internos de la nueva ofensiva imperial que buscan desestabilizar a los procesos y gobiernos progresistas. Su pseudo radicalismo abstracto e inoperante, no apuntala ninguna movilización, ni refuerza la acción colectiva de los sectores populares, campesinos, obreros o indígenas; eso sí, su discurso aglutina el conservadurismo y el racismo de sectores acomodados que, bajo el camuflaje de un discurso acomodados que bajo el camuflaje de un discurso pseudo izquerdista o pseudo ambientalista, buscan desprestigiar los procesos revolucionarios. Al no impulsar la movilización la movilización de las clases sub alternas, ni ser alternativa de poder real, estos pseudos radicales trabajan para los restauradores del neoliberalismo, son los ideólogos del fin del relato del progresismo latinoamericano. Los conozco, no soy tan mayor como mi profesor Emir Sader, pero me tocó vivir un proceso parecido en los años 80 y vi un proceso progresista y estudié lo que pasó en Bolivia, cuando el gobierno progresista de Juan José Torres, con el gobierno progresista de Unidad Demócrata y Popular (UDP), que tenían sus problemas y sus dificultades, y surgió un oposición de izquierda radical que le demandaba el comunismo, el socialismo, el decreto, el nacionalizar los mercados, el hacer todo inmediato y ya. Esos no fueron alternativa de poder, ayudaron a derrocar a los gobiernos progresistas y no entraron al poder, lo que habilitaron fue diez años de dictadura militar, veinte años de neoliberalismo y, como por suerte, estamos vivos para conocer la historia y no la vamos a repetir, no vamos a permitir que estos tipos vuelvan a socavar los procesos revolucionarios, ayudando a un regreso de las fuerzas conservadoras. Permítanme cerrar con un noveno punto, el tema de la cohesión nacional estatal. Podemos decir que el neoliberalismo en el mundo ha tenido, en términos generales, dos fases, dos etapas a nivel mundial. Una fase que va de los años 1980, con Ronald Reagan y Margaret Thatcher hasta el año 2000, 2005 y, una segunda fase, desde el año 2005 hasta hoy y no sabemos cuánto más, a nivel mundial. En la primera fase 1980 a 2005, el neoliberalismo utilizó el Estado nacional, lo utilizó, lo capturó, lo reformó y lo utilizó para transferir el excedente, la riqueza pública, las empresas públicas, los ahorros públicos a empresas privadas, a propiedad privada local y fundamentalmente extranjera. Se privatizaron empresas, se transfirieron recursos de los bancos a los sectores privados y se entregaron recursos naturales a inversión extranjera. En esta fase, donde el Estado nacional juega un papel de regulador y transferente de lo público a lo privado, el Estado también juega el papel de cohesionador cultural de la sociedad en torno a la privatización. Cumple funciones de privatizar, de transferir lo público a lo privado y funciones de dar la cohesión cultural, la cohesión ideológica, el cemento, diría Louis Althusser, para mantener la percepción de la sociedad articulada a las decisiones gubernamentales. Estamos hoy ante una nueva fase del neoliberalismo, en esta nueva fase, los Estados plurinacionales son un estorbo, y me atrevo a decir que han sacado la lección de lo que ha pasado en América latina, para no repetirla, para empezar a operar en el mundo árabe y el Europa. Hoy estamos ante una fase distinta del neoliberalismo, ya no les son cómodos los Estados nacionales, no le son funcionales ni útiles; entonces, han pasado a una etapa de desmembramiento, debilitamiento y fraccionamiento de los Estados con dos variantes. La primera variante de este desmembramiento de los Estados: formación de oposiciones políticas movilizadas, creación de áreas extraterritoriales del Estado, pueden ser parques nacionales, fraccionalismo regional en algún país, posteriormente, promover guerras civiles e intervención militar extranjera, el caso de Irak, Afganistán, Libia Túnez, Siria; no sé si el caso de Ucrania puede entrar en este modelo de desmembramiento de Estados nacionales. La otra variante es impulsar privatizaciones, ampliar el endeudamiento público, impulsar pérdida de soberanía tributaria de esos Estados, pérdida de soberanía monetaria y recordé de áreas de intervención estatal; el ejemplo de Grecia ahí es paradigmático, en esta otra modalidad de derrumbe de la soberanía estatal, lo que ha hecho Europa, Merkel, Alemania, el Fondo Monetario Internacional y el Bundesbank con el pueblo griego. Ambas vertientes, vía guerra civil o recortamiento de soberanía conducen a una implosión de los Estados, a una cohesión ideológica, ya no por parte del Estado, sino por estructuras supraestatales y un nuevo reparte de empresas, recursos y áreas geográficas. Este es momento novedoso, si en los años 80 los Estados eran funcionales al desarrollo del neoliberalismo, en esta etapa no le son funcionales, vean la aniquilación de los Estados laicos en el mundo árabe, es terrible, al final, se trata de ver quién controla la geopolítica y el petróleo, pero ahora bajo vía de fragmentación, de pequeños feudos armados, enfrentados unos contra otros. Si esta es la lógica contemporánea, la defensa de los Estados, necesariamente bajo un nuevo mando, bajo un nuevo bloque social de poder, se presenta como una tarea imprescindible en los procesos revolucionarios de América Latina y el mundo. La defensa de los procesos en América Latina ha de requerir profundización de la revolución y la irradiación a otros lugares. Es importante no olvidar que los procesos revolucionarios, nos son permanentemente ascendentes, son por oleadas, avanzan, se consolidan, se estancan, retroceden, caen, vuelven a levantarse en un proceso continuo de de avances y retrocesos por oleadas. En el fondo, la lucha del pueblo, solo la lucha, ha de definir el futuro curso histórico del continente y el mundo. Muchas gracias