CINCO RASGOS QUE ANUNCIAN EL OCASO DE LA SOCIALDEMOCRACIA CAVIAR
Vladimir Cerrón
Cinco son los rasgos que marcan el inicio del ocaso de la socialdemocracia caviar en el Perú. Podemos identificar entre ellos al arribo de Perú Libre a la capital, la convivencia con la megacorrupción de Odebrecht, la muerte de Alberto Fujimori, la caída de USAID y la ausencia de una candidatura propia.
El primer factor es el arribo de Perú Libre a la capital. A partir de su ingreso en el año 2021 a la arena política nacional, cuyo centro gravitacional sigue siendo Lima, comenzó una lucha ideológica intensa entre la izquierda citadina y la izquierda del campo; entre la izquierda de USAID y la izquierda popular; entre la izquierda travesti y la izquierda marxista.
Esto trajo como consecuencia que el pueblo pueda identificar y diferenciar dos izquierdas en el país. Una izquierda que mantiene sus principios marxistas y la otra que no es más que una falsa oposición creada por el propio capitalismo, quienes se encargan de traficar, reinterpretar, reformar y desacreditar la verdadera esencia marxista.
El debate permitió que se denunciara la existencia de un “deep state” o estado oculto, comandada por la izquierda caviar y direccionada por la potencia del norte, que la derecha conservadora ya lo había identificado, pero cuya denuncia no tomaba resonancia por tratarse de un enemigo político tradicional, sin embargo, esto cambió drásticamente cuando la propia izquierda popular los desenmascara.
La otra consecuencia que se puede advertir es que la intelectualidad provinciana de izquierda que, hasta ese entonces, veía con admiración a la izquierda caviar, comenzó a cambiar su percepción, separando la paja del trigo.
El segundo factor es el caso Odebrecht, la megacorrupción continental, que marcó el inicio de la preocupación caviar en el año 2016, hasta poner en cuestión al propio sistema nacional de justicia, involucrando a la Presidencia de la República, el Ministerio de Justicia, la Procuraduría General del Estado, La Contraloría, el Ministerio Público y el Poder Judicial, las mismas que se prestaron para el blindaje sistemático de la transnacional.
La caviarada avizoró que el pronóstico podría tornarse fatal para sus intereses e incluso para su sobrevivencia, por lo que, tratando de controlar los daños, creó el Equipo Especial de Fiscales del Caso Lava Jato, tomando la dirección y el control de la investigación. Esta ventaja le permitió firmar el Acuerdo de Beneficios y Colaboración Eficaz y el Acuerdo Complementario, celebrados con Odrebrecht, documentos que tuvieron el carácter de secreto y solo fue posible conocer tras un habeas data fundado por el Tribunal Constitucional.
Estos documentos tuvieron la finalidad de blindar a la empresa corrupta, porque, tras años de investigación, no se llegaron a implementar medidas restrictivas contra ellos, como allanamientos, embargos, extinción de dominio, prisiones preliminares, prisiones preventivas, sentencias condenatorias o lograr acuerdos para que el Estado no sea demandado por los propios corruptos, permitiéndoseles en el extremo el cambio de su razón social y continuar contratando con los organismos públicos.
A raíz de haberse hecho público estos acuerdos, el pueblo confirmó que el equipo de fiscales, procuradores y jueces, otorgaron inmunidad e impunidad a Odebrecht, motivo por el cual enfrentan denuncias penales, pero que paradójicamente no son removidos de la dirección del equipo especial. Es decir, el gato de despensero.
El tercer factor es la muerte de Alberto Fujimori. La caviarada tomó como estandarte para justificar la razón de su existencia la lucha contra la violación a los Derechos Humanos y la lucha anticorrupción, fenómenos instalados en los gobiernos de Fujimori. Esta campaña los condujo a lograr una importante fuerza parlamentaria, tras el derrocamiento de la dictadura en mención, llegando a retirar la firma de Alberto Fujimori de la Carta Magna que él mismo había impulsado.
Sin embargo, de lo que se trataba realmente era solo del cambio de virrey; el sistema había que salvarlo. En efecto, el fujimorismo fue derrocado, pero no derrotado, su salvavida fue la propia caviarada, evitando que el sistema neoliberal fuera desmontado, limitándose a reformas intrascendentes, sin afectar el régimen de propiedad, impuestos, concesiones, monetario, tributario y democrático, pudiendo haberlo hecho con sus parlamentarios y presidentes caviares.
Si el caviarismo era tan revolucionario como se decía, en nombre del antifujimorismo, en lugar de retirar la firma de Fujimori, hubiera retirado toda estructura neoliberal de la Constitución, su esencia capitalista, su capítulo económico, su modelo de producción mercantilista, individualista, privatista y entreguista.
A la muerte de Alberto Fujimori, esa causa se debilita, no existe el pretexto vivo, no podría sustituirlo Montesinos, ni la propia hija Keiko Fujimori, además de que ninguno cuenta con el peso histórico del líder fundador. La caviarada está en busca de otro pretexto, lo más similar al fujimorismo, que le permita poder seguir salvando el sistema neoliberal, actuando como una ONG donde, si no existe el mal que combato, estaría negando mi propia razón de existir.
El cuarto factor es el cierre de USAID. El regreso de Donald Trump al poder en los EE. UU. marcó un punto de preocupación para la socialdemocracia caviar en el mundo, especialmente en el Perú, procediéndose al recorte del financiamiento a miles de ONG, capital obtenido a través de los impuestos de los ciudadanos estadounidenses y migrantes. Estos organismos, supuestamente no gubernamentales, hacen función de agentes de información, dicen combatir males que en realidad el mismo capitalismo los crea, empadronan a nuestra población, almacenan datos de nuestros ciudadanos en el campo y la ciudad, captan profesionales y funcionarios de instituciones claves para crear y mantener el “deep state”. Entendido así, las famosas batucadas de la ONG Manuela Ramos, no eran otra cosa más que el retumbe de USAID en las supuestas marchas antisistema.
Nada de esto podría continuar satisfactoriamente sin el financiamiento, pese a que, del total de dinero enviado, solo se destina el 30 % a los supuestos agraviados, quedando el resto en poder de sus directivos. Este corte también permitió identificar a la red de los principales medios de comunicación al servicio estadounidense, bajo la fachada de “prensa independiente”, quienes tienen como misión atacar a la oposición política, integrándose como un elemento clave del lawfare contra la izquierda, siendo principalmente: El Comercio, La República, Epicentro, Ojo Público, Wayka, Infobae, La Encerrona, etc.
El quinto factor es no contar con una candidatura fuerte. La ausencia o debilidad manifiesta de Verónika Mendoza, máxima exponente electoral del caviarismo, es un síntoma que lo puede llevar a declinar su eterna candidatura. Esta afirmación toma cuerpo por el cambio de su sede domiciliaria de Lima al Cusco, al percibir que las posibilidades electorales para que gane una mujer, tras el gobierno criminal de Boluarte, disminuyen significativamente sus posibilidades de éxito. A esto se suma la inhabilitación política de Martin Vizcarra y Francisco Sagasti, expresidentes caviares.
Para sortear este problema, el diario La República, órgano oficial de la caviarada, empezó una campaña orientada a enaltecer a sus principales fichas, entre ellas a Harvey Colchado, un policía recientemente pasado al retiro. Todos están en busca de partido y al parecer están aterrizando en Libertad Popular, propiedad de Pedro Cateriano, cuya figura presidencial sería Rafael Belaunde. Aquí han ido a concentrarse Gino Costa, Carlos Basombrío, Rubén Vargas, Rosa María Palacios, Álvarez Rodrich, José Ugaz, Marianella Ledesma, etc.
Estos cinco factores nos permiten concluir que la decadencia socialdemócrata caviar ha comenzado su cuenta regresiva. Sin embargo, estas elecciones generales de 2026, serán decisivas para dar fe de cuánto rezago caviar podrían quedar, personajes que, hasta ahora, aún debilitados, siguen manejando los últimos días del “deep state”.
