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ARTÍCULO

Frente a la errática percepción de César Hildebrandt

FRENTE A LA ERRÁTICA PERCEPCIÓN DE CÉSAR HILDEBRANDT

Vladimir Cerrón

Es necesario aclarar las fantasiosas especulaciones realizadas en el editorial de la revista Hildebrandt En sus Trece, titulado El Plan V, donde hace referencia a nuestras actitudes respecto a las intenciones del partido para con el gobierno de Pedro Castillo.

En ninguna reunión partidaria, privada, pública, clandestina, o mensaje de texto, etc., se manifestó o insinuó, por mi persona u otro militante, el “propósito de deshacerse de Pedro Castillo y reemplazarlo por Dina Boluarte”, de manera que ella “esté a cargo del discurso del 28 de julio”. ¡Qué tal conjetura periodística gratuita! Aquí cabe citar perfectamente a Lenin, quien en casos semejantes habría dicho: “esto ya no es un error, sino una estupidez”.

En verdad, la renuncia se le pide al Presidente porque mientras el Partido decía no ser la bancada oficialista, tenía sin embargo al mandatario como militante: una incoherencia total, que tuvimos que corregir ante la mirada del pueblo. Para entenderlo de otro modo, el Partido decidió regularizar sus documentos tanto orgánicos como históricos. Y es que, en realidad, Pedro Castillo, como lo ha manifestado en televisión, siempre tuvo una militancia puramente electoral, no una de naturaleza convicta y confesa, razón por la cual, frente al pedido de renuncia, las bases nos han reprochado señalando por qué se tomó la decisión muy tarde.

El Partido no tiene ninguna intención de inhabilitar, suspender o vacar a Pedro Castillo; jamás asumió semejante posición, pero sí mantiene una postura crítica a lo que cree cuestionable, sin que eso pudiera significar plegarse a la derecha. Para nosotros, el parámetro que define si estamos con el pueblo o contra él es el programa del partido, no el Presidente.

Debo manifestar que estoy contra el golpismo del Legislativo al Ejecutivo, pero también contra el golpismo al Legislativo que promueven algunos del Ejecutivo. No puede ni debe haber una doble moral en la izquierda. Si la joven democracia eligió un parlamento mayoritariamente de derecha debe respetársele, así como eligió a un Presidente de izquierda que debe ser respetado.

La censura al ministro del Interior responde a la persecución brutal, a los reglajes legales e ilegales de los que son víctimas los dirigentes y autoridades del partido, incluyendo a los congresistas Waldemar Cerrón y Guido Bellido, a los allanamientos repetitivos a nuestros locales, al pedido de prisión de mi persona y de la personera legal nacional, Ana Córdova,  por parte de la Dircote, cuando esto último debiera solicitarlo la Fiscalía contando con pruebas reales, que estamos seguros que no existen.

Es cierto que todo ello no fue iniciativa del ministro censurado, pero ocurre que el problema es el continuismo e indiferencia ante los abusos mencionados, pero también es obvio que el Presidente lo sabe y lo permite. Se persigue al Partido, pero con el otro rasero se permite la fuga de personajes que han embarrado la institucionalidad del gobierno y también del Partido. ¿Debía acaso mantenerse neutro el partido?

En cuanto a la censura de la ministra Betssy Chávez, debe quedar claro que el partido no se sumó al operativo porkifujimorista. Lo digo ahora al no existir ya obligaciones ni contemplaciones de camaradería, en verdad fue el nivel más alto del Ejecutivo el que solicitó, mediante un congresista, que la bancada vote por la censura a la ministra de Trabajo; luego se insistió en el pedido mediante un portavoz a quien le encargaron lo mismo. Pero debe quedar claro que ninguna de las dos circunstancias influyó para tomar nuestra propia postura, ni el encargo del Ejecutivo, ni la presión derechista. Tanto la censura de Chávez como la de Senmache, una vez debatidas en el seno partidario, se dieron porque el Partido tenía su propio pliego.

De otro lado, es cierto que la vicepresidenta Boluarte se ha comunicado conmigo, su llamada, mediante un intermediario, me sorprendió; pero debo manifestar que el Partido no concertó absolutamente nada con ella; es más, no tiene nada que deliberar ni pactar con dicha persona, desde el momento en que la señora negó su pertenencia al Partido. Al igual que al Presidente, se le dio el plazo necesario para renunciar porque no queremos dañar a nadie, aun cuando haya habido ingratitud con nosotros.

Lo que hice fue trasmitirle brevemente la decisión del Partido, ya que después no había nada más que conversar. Ciertamente, el acuerdo partidario fue no apoyar ninguna iniciativa de inhabilitación, suspensión o vacancia para nadie, porque respetamos la democracia más que los que a voz en cuello dicen hacerlo, aunque suene paradójico. No se condicionó nada a cambio: esa es la moral de Perú Libre, no somos mercantilistas, somos socialistas.

Tampoco hay algún plan de “extorsión” como suele hacer la prensa parametrada; no hay Plan V, aunque sí Plan B. Si el partido no confía en el Presidente, menos en la Vicepresidenta, obviamente no puede haber maniobra sustitutoria, según se empeña en decir el señor Hildebrandt.

Nos califica de sectarismo sombrío, pero lo que él no quiere reconocer es su complicidad, o en todo caso, no se tiene la valentía de mostrarse de acuerdo con la captura del Estado, desde la sombra, por parte de los caviares. Decorosos oficiales de la PNP saben hace mucho tiempo quién es el ministro del Interior de facto en el Perú desde hace más de una década, me lo han manifestado y probado; igual infiltración ocurre en otras instituciones del Estado. No negamos nuestra posición de clase; Perú Libre es antagónico respecto de la derecha, pero además es negación de los caviares.

Si sale el Presidente y entra la Vicepresidenta, los únicos beneficiados serían los caviares, quienes la han rodeado, y Hildebrandt pertenece ciertamente a ellos. Así como el director afirma difamatoriamente que soy el poder en la sombra, también podría yo pensar que Hildebrandt fue el titular de Economía en la sombra, poniendo como punta de lanza a uno de sus articulistas, ambas incoherencias, por cierto.

Como corolario, puedo añadir respetuosamente que Hildebrandt, además de caviar inconfeso es un anarquista, lamentablemente un símil de González Prada, alguien que criticaba mucho, pero no organizaba nada para cambiar este país, practicando un materialismo contemplativo que lo mantuvo muy por debajo del pedestal sobre el que se yergue un Mariátegui.

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ENSAYO

Origen y rol de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG)

Origen y rol de las Organizaciones No Gubernamentales

Vladimir Cerrón

Antonio Gramsci manifestó que en las sociedades modernas el poder estatal está compuesto de dos partes, una oficial y otra extraoficial, una restringida y otra ampliada.

Utilizando estas dos últimas palabras Gramsci definía así la existencia de un Estado Restringido, compuesto por los tres poderes ampliamente conocidos, el Ejecutivo, el Judicial y el Legislativo. Esta composición del Estado es la información que llega a la población en general, es la que se enseña en la educación oficial, se propaga por los medios de comunicación y el clero las invoca y respeta.

En realidad, eso no es toda la composición, sino que existe un Estado Ampliado, muchas veces más fuerte que el Restringido, constituido en el sector privado por los grandes empresarios nacionales y extranjeros y en la población mediante organismos que se hacen llamar Sociedad Civil, actualmente dominada por las Organizaciones No Gubernamentales (ONG).

Bajo el término de Sociedad Civil tienen el objetivo de hacerle sentir al pueblo que son parte de él, sin embargo, es todo lo contrario. Si bien es cierto que el término Sociedad Civil fue mencionado por Marx como una esperanza para la revolución, no se refería a las ONG que en aquel entonces no existían, sino al pueblo como parte de la reserva revolucionaria.

Hábilmente el término de Sociedad Civil fue apropiado por sectores de la socialdemocracia, en su afán de mimetizarse políticamente, pero que en realidad son organizaciones del sistema internacional globalista o como decía Rafael Correa son organizaciones de otros gobiernos dentro de nuestro gobierno.

Así, la misión primordial de las ONG es resguardar el núcleo duro del poder político, el núcleo del capitalismo, el núcleo del neoliberalismo actualmente, frenando los impulsos revolucionarios.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, el año 1946, nacieron estas ONG, para coadyuvar a tomar el control mundial por las potencias vencedoras, reducir al concepto de estado nación y sujetar a los países a organismos internacionales.

En 1968 pasaron a integrar los consejos consultivos de la ONU y se multiplicaron de manera impresionante en la década del 70. Estas organizaciones en su afán de permanecer camufladas tienen una característica de manejar un lenguaje anti estado y con ello acercarse al pueblo, mientras este es miope políticamente para identificar su verdadero rol.

Como antecedente podemos evocar que en antaño Estados Unidos diseñó un plan asistencialista para América Latina, con fines de evitar futuros levantamientos como lo sucedido en Cuba, asimismo, dio pase a la Reforma Agraria en 1959, sacrificando al gamonalismo, pero asistiendo al nacimiento de la nueva oligarquía.

En el Perú arribaron los Cuerpos de Paz de la Alianza para el Progreso, organismo gubernamental que una vez identificados y revelados su verdadero plan pro imperialista norteamericano, fueron rechazados por la comunidad universitaria nacional y luego por el pueblo en general. Frente a este fracaso, Estados Unidos dio un giro en su táctica, pero sin cambiar la estrategia, pasó de las organizaciones gubernamentales a las no gubernamentales y de esta forma evadían la paternidad de la intromisión extranjera.

Ahora, la pregunta sería ¿Cómo así las ONG consolidan el núcleo duro del neoliberalismo?, veamos un ejemplo. En el Perú existen las ONG de Derechos Humanos, al haber sido un país violentado por el terrorismo subversivo y de Estado. Se crearon diferentes ONG respecto al tema.

Por ejemplo, cuando una ONG identifica a las organizaciones primigenias de familiares de víctimas del terrorismo, va a la caza, y les ofrece resolver sus problemas, pero esa resolución tendrá un costo “imperceptible” y no será económico.

Efectivamente, la ONG convoca a sus dirigentes y les dice que de todo el pliego de reclamos ellos pueden solucionar de manera inmediata cerca del 60%, pero deben renunciar al 40% de los mismos, caso contrario, sin la ayuda y condición de ellos, será una gestión interminable y posiblemente estéril. Los dirigentes aceptan, pero viene la otra condición deben empadronarse renunciando a su gremio y a sus convicciones políticas, es decir, concurren a la ONG de manera agremial y apolítica. Luego viene el informe, cada empadronado tiene que contar sus verdades y aspiraciones, una vez conseguido esta información va hasta el Departamento de Estado. Pasado un breve tiempo efectivamente, la ONG que ha actuado como un intermediario entre las personas u organizaciones con las estructuras del poder estatal, resuelven el 60% de los problemas prometidos y ellos mismos se convierten en voceros gratuitos de la ONG y están atentos a sus convocatorias.

En conclusión, la ONG tiene la misión de destruir la organización primigenia del pueblo, hacerles renunciar parte de sus derechos reclamados a cambio de rapidez en la solución de la otra parte, obtener información de inteligencia de primera fuente, empadronar a los beneficiarios y crearles una psicología económicamente y políticamente dependiente, introducirse en los bolsones sociales necesitados o críticos para su vigilancia, control y manejo, evitar que una vez consolidada el pueblo sienta que crear su organización no es necesaria al existir ellos.

Pero, todo esto cuesta dinero y viene la otra pregunta ¿Quién paga los gastos? Inicialmente los Estados Unidos, mediante sus organizaciones gubernamentales y transnacionales desplegadas, luego van comprometiendo al sector empresarial nacional y finalmente al tesoro público estatal.

Para Estados Unidos es una cuestión de imperialismo y colonialismo resguardar lo que ellos han considerado a América latina su “zona no negociable”, “parte de su identidad” o “espacio vital”, por tanto, los financiamientos vienen ordenados por la propia política exterior norteamericana, así como se financia a los adversarios de los países del eje socialista en el continente.

Respecto al financiamiento de parte de los grandes empresarios nacionales, viene dado por la obligación económica y “moral” de quienes van a beneficiarse de la verdadera barrera de defensa social para que sigan operando, razón del por qué financian ONG que van preparando el terreno para sensibilizar a las comunidades y permitir la explotación de sus recursos naturales, apaciguar protestas frente a la contaminación ambiental, neutralizar los abusos laborales, entre otras cosas. En conclusión, es la casta empresarial quien financia a los adormecedores del pueblo, en el Perú quienes exploran, explotan, transportan, distribuyen y venden el recurso minero, gasífero, petrolero e hidroenergético, fundamentalmente.

Otro objetivo trazado por las ONG es sustituir al Estado en los sectores que ellos denominan sociales, por ahora. En el Perú el gabinete está compuesto por 19 ministerios aproximadamente la mitad son conocidos como los sociales y la otra mitad como los productivos.

Los denominados sociales, como son educación, salud, trabajo, cultura, inclusión social, justicia, premierato, etc., son en la práctica controlados por USAID, mediante las llamadas consultorías y la otra mitad denominada los productivos como energía y minas, transporte, producción, agricultura y riego, etc., son controlados por la asociación de grandes empresarios llamada CONFIEP. Debemos advertir que entre ambos existe un pacto tácito que consistente en que los empresarios no se meten a ser consultores y los consultores no se meten a hacer empresa. A esto es lo que Gramsci denominada el Estado Ampliado.

Las consultorías que no son más que ONG hacen todo el trabajo de un ministerio, han duplicado prácticamente el ministerio en la parte privada. Los trabajadores estatales ganados por la burocracia parasitaria todo acto laboral termina por derivar a las consultoras, es posible que reciban comisiones por ello, trabajan solamente como semáforos. En conclusión, USAID hace nuestras políticas de Estado en cada ministerio, ellos gobiernan.

Si analizamos el presupuesto del año fiscal 2021, año en que gobernaba el presidente Francisco Sagasti, conocido consultor de ONG, presupuestó el 6% para la educación, monto similar para la salud y menores montos al resto de ministerios, sin embargo, para el rubro “Gestión y Consultorías” presupuestó un 16%, es decir, el triple de lo que dedica a la educación en el país.

Para la visión liberal, las ONG deben reemplazar parcialmente los servicios de protección social del Estado, mientras que para la izquierda (Caviar) son el nuevo vehículo para canalizar los reclamos de justicia tras el colapso de la alternativa socialista (1).

Esta es la forma cómo el Estado termina financiando a las ONG con el tesoro público, revestidas de “consultorías”, las que se han vuelto en la nueva modalidad de corrupción a gran escala y saqueo del Estado peruano. Así, el pueblo termina pagando a su propio verdugo. Finalmente es de acotar que la tendencia es que los Estados paguen totalmente las consultorías y prescindan en cualquier momento del financiamiento exterior.

Respecto al financiamiento exterior, y también interior, las ONG están exoneradas de fiscalización por ser entes no gubernamentales, no los puede fiscalizar el Congreso de la República, la Contraloría, la Fiscalía, etc., es decir, bien pueden estar obteniendo fuentes oscuras de financiamiento bajo la protección de la inmunidad diplomática.

Bibliografía

  1. Bernardo Sorj. ¿Pueden las ONG reemplazar al Estado? Sociedad Civil y Estado en América Latina https://static.nuso.org/media/articles/downloads/3445_1.pdf
  2. Michel Chossudovsky. Fabricando disidencia. Globalistas y élites controlan los movimientos populares.  https://rebelion.org/globalistas-y-elites-controlan-los-movimientos-populares/
Publican un catálogo clasificado con los 53 dispositivos que EE.UU. usa para espiar a sus ciudadanos.
Crédito: HispanTV
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ARTÍCULO NOTAS DE PRENSA

Zaraí Toledo: Una guía para entender el Perú de Pedro Castillo

¿Cómo un sindicalista de provincia llegó a la Presidencia de Perú? En un país que quedó fuera del «giro a la izquierda» regional de los años 2000 y de los levantamientos indígenas de otros países de la región, y que hizo de la continuidad del modelo económico un dogma de fe para cualquier candidato que buscara llegar a la jefatura de Estado, las elecciones del 6 de junio pasado provocaron un terremoto político. Habrá que ver si es el anuncio de una reconciliación del país consigo mismo o el anticipo de nuevas crisis políticas.

Por Zaraí Toledo Orozco*

Nueva Sociedad, 25 de octubre, 2021.- Un sindicalista de Chota, una de las provincias más pobres del Perú, le ganó la Presidencia a la tres veces candidata, ex-congresista y heredera del partido más rico e importante de derecha. Tras el colapso sanitario y una larga crisis política que dejó tres presidentes en cuatro años, Perú ha quedado dividido en dos partes casi iguales. Una, que votó por Keiko Fujimori, predominantemente limeña, urbana y costeña, quedó en pánico luego de oír por meses que el comunismo le va a quitar todo. La otra, compuesta por votantes de bajos recursos de zonas rurales, andinas y amazónicas, eligió que Perú inicie el bicentenario de su independencia liderado por Pedro Castillo, un presidente de izquierda, maestro, rondero (1), cercano al evangelismo (2) y completamente ajeno a la política limeña, de quien mucho se dice, pero casi nada se sabe. 

Ninguno de los candidatos representaba el sentir de las mayorías. Ambos pasaron a segunda vuelta con votaciones menores a 20%, solamente explicables a partir del alto grado de fragmentación política. De un lado estaba Fujimori, la lideresa que promovió dos intentos de vacancia presidencial tras perder las elecciones pasadas y quien, como en anteriores ocasiones, tuvo como única consigna evitar que se tocaran las políticas neoliberales que implementara su padre, el ex-presidente hoy encarcelado Alberto Fujimori. Del otro estaba Castillo, un candidato improvisado e inconsistente, que se postuló por el partido Perú Libre, cuyo líder, el polémico Vladimir Cerrón, redactó un programa político autodefinido, sin ahorrarse adscripciones, como antiimperialista, mariateguista, socialista y marxista-leninista. Al fiel estilo de la izquierda sudamericana de los 2000, las únicas propuestas concretas de Castillo fueron el cambio constitucional y la expansión en el acceso a servicios públicos. Pese a los serios temores que provocaban ambas candidaturas, luego de la primera vuelta comenzó una pomposa pero incoherente campaña en la que Fujimori hija se autoproclamó como la única representante de la estabilidad, la democracia y hasta del capitalismo. 

Varios politólogos han dicho que esta elección pone un fin al consenso alrededor del modelo económico peruano 

Varios politólogos han dicho que esta elección pone un fin al consenso alrededor del modelo económico peruano. Dicen que buena parte de los electores puso en duda las políticas de libre empresa implementadas desde la década de 1990. Algunos hablan de un voto de protesta. Dicen que los peruanos, molestos por la ineficiencia estatal expuesta en la pandemia, buscan cambios radicales. Otro grupo dice que los «excluidos», carentes de representación política, han volcado su malestar hacia la opción más antiestablishmentLa crisis no solo es política sino también, y sobre todo, dicen, institucional. 

Todo esto es real y, sin embargo, nada de ello es nuevo en la política peruana. Las preocupaciones formales de los analistas habituales no alcanzan para explicar la amplia alianza entre los líderes de derecha y centro, el sesgo mediático, las campañas publicitarias del miedo financiadas por empresarios en las provincias e incluso la militancia de presentadores e influencers limeños. En más de 20 años de democracia, el mayor consenso al que llegaron las elites urbanas en Perú es que nada debe cambiar. Ni en relación con el manejo y el rol estatal, ni con la forma de generar riqueza y redistribuirla ni, sobre todo, con quienes pueden tener acceso al poder. Junto con el pánico ciudadano a un cambio radical de modelo político o económico, esta elección develó el miedo de una clase política a que «el otro» pueda tambiénquerer comer del pastel.

Los dos Perú

Desde hace 20 años, al país se lo puede leer de dos formas. En Perú hay alternancia en el poder. ¡Es el milagro peruano! Es una de las economías que más creció, con estabilidad financiera y gran capacidad para atraer inversiones extranjeras. Es un país donde el empleo urbano aumentó y la pobreza descendió consistentemente. Al mismo tiempo, Perú es un país donde la desigualdad va en aumento, con una mayoría que trabaja en el sector informal, o en el formal pero sin derechos laborales, con servicios básicos precarios o inexistentes en varias regiones y tremendamente racista contra su población andina y amazónica. 

A Perú no se lo lee por filiación partidaria sino por ubicación geográfica 

A Perú no se lo lee por filiación partidaria sino por ubicación geográfica. Mientras más lejos se esté del «milagro peruano», menos se cree que este sea real. Consistentemente, las zonas rurales más pobres, indígenas o campesinas, que para su supervivencia dependen más de la autoorganización que del Estado, votan en las elecciones presidenciales por opciones políticas que prometan más Estado, oportunidades y reivindicaciones socioculturales. Por su parte, las zonas costeñas, desérticas y urbanas tienden a votar por opciones más de derecha, casi siempre de la mano de los distritos más ricos de Lima. A estos dos grupos solamente los une el conservadurismo social. En el medio, una clase media frágil, sin preferencias muy definidas, juventudes apolíticas y microempresarios que, abandonados a su suerte por el Estado, se han echado a los hombros la economía local. Resignado a pagar a empresas privadas por servicios básicos de calidad mediocre, este último grupo vive aterrorizado de que una crisis política lo haga perder todo lo que a duras penas ha logrado.

La división no es casual. La clase política capitalina supo aprovechar muy bien el crecimiento macroeconómico proveniente principalmente de los altos precios de los minerales para asentar un discurso de statu quo. En Perú no hubo un giro a la izquierda como en la mayoría de los países vecinos. Tampoco reformas de peso para la mejora de servicios, como en Uruguay y Costa Rica. Mucho menos se vio el ascenso de movimientos sociales indígenas, estudiantiles o de trabajadores como en Bolivia, Ecuador, Chile y Argentina. En Perú, los políticos han dicho que para estar mejor no hay que hacer nada. La representación, las reformas y el cambio son accesorios, cuando se sabe que la inercia es rentable. Incluso los partidos con mayores recursos de derecha parecen haber perdido la ambición de hacer política de verdad. En materia ideológica y de política pública, nada distingue a un político de Acción Popular de uno de Alianza por el Progreso o Fuerza Popular. Unidos por un pacto tácito de mutua protección, a nuestros políticos les es fácil cambiar de causas y rotar entre partidos, utilizando como único recurso de diferenciación la anécdota, el impasse y una que otra denuncia en Fiscalía.

No es que la ciudadanía no esté viva. Perú es el país con el mayor número de conflictos socioambientales de la región (3) y también tiene un elevado porcentaje de autoridades subnacionales revocadas por corrupción (4). No obstante, sin políticos con ambiciones de representación y con una estructura mediática centralista, es difícil que un peruano de las zonas urbanas o costeñas sepa qué reclaman sus compatriotas del sur o el oriente, y menos que se armen coaliciones nacionales. No se enteran de los largos viajes de las autoridades municipales rurales a los ministerios en Lima para conseguir más maestros para sus escuelas o simplemente acceso al agua. Tampoco saben de los reclamos ciudadanos por obras sobrevaloradas o malversación de presupuestos. Un peruano de las zonas urbanas no sabe nada hasta que la televisión le muestra un paro regional, una carretera bloqueada o un grupo de «radicales» dibujados como amenazas a la estabilidad nacional. Perú ha crecido en reservas económicas y capacidad de gasto, pero adolece de empatía. Sigue sin poder cuestionarse la raíz de sus problemas porque lo han asustado diciéndole que lo que ese «otro peruano» quiere es arrebatarle todo lo que él ha logrado.

La prensa, ¿espejo del país?

Con un país escindido, las elecciones se convierten en el único momento en que todos valen igual; pero ¿se puede ser ejercer la democracia en un país que no se conoce a sí mismo? El imaginario de nación del que hablaba Benedict Anderson está principalmente representado por lo que los ciudadanos de hoy alcanzamos a ver en los medios de comunicación masivos. El problema es que en Perú la prensa ha elegido ser un jugador, más que un narrador de la realidad. Desde la primera vuelta del 11 de abril pasado, los medios hicieron una cobertura tendenciosa de las preferencias electorales, siempre dando más luz a las nueve versiones de la derecha que participaron de la contienda. De un total de 603 entrevistas en campaña, Alberto Beingolea, del Partido Popular Cristiano (conservador), que hace ya décadas no tiene nada de «popular», fue entrevistado 121 veces, mientras que Pedro Castillo solamente 17 (5). El primero no llegó a 2% de los votos y el segundo ocupa hoy la silla de Pizarro. 

¿se puede ser ejercer la democracia en un país que no se conoce a sí mismo? 

Todo fue cuesta abajo durante el balotaje. Si ya era una campaña rica en miedos y pobre en propuestas, los medios la empobrecieron todavía más intercambiando la investigación por el proselitismo. Durante semanas, hubo numerosas tapas en los diarios nacionales contra Castillo y ninguna contra su contrincante (6). En las provincias, las noticias anunciaban la llegada de una suerte de mezcla entre comunismo y madurismo encarnada en cholos que, envalentonados, se apresuraban a invadir las casas de la «gente de bien». En televisión, constantemente se desafiaban las leyes de medios que norman neutralidad e imparcialidad. Los conductores de los programas juveniles más vistos aireaban la bandera nacional y repetían los lemas de campaña de Fujimori meneando sus rubios y musculosos cuerpos, al tiempo que sostenían las botellas de jugo que les tocaba promocionar en el siguiente bloque. 

Casi todos los medios de prensa emitieron comunicados explicando que los dueños tenían derecho a establecer una línea editorial. En retrospectiva, los mensajes parecían amenazas. Luego de que tanto las encuestadoras como el conteo de la autoridad nacional indicaran que Castillo había ganado, los medios iniciaron una campaña de negación y desinformación. El ya viejo deporte del terruqueo –acusaciones de terrorismo para descalificar a los adversarios políticos– fue pan de cada día contra quienes reconocían los resultados electorales. Todos los reflectores iban hacia los ex-militares, líderes de ultraderecha y hasta hispanistas que repetían a coro que, de ganar Castillo, se alzarían en armas para «defender la democracia y la paz». A varios políticos les era más fácil argumentar en televisión que la Organización de Estados Americanos (OEA) y Joe Biden habían sido cómplices y compinches de un supuesto fraude que reconocer que el candidato chotano había vencido en las urnas. Incluso los periodistas que cuestionaron esta versión tuvieron que abandonar sus puestos (7).

Así se pospuso la definición de los resultados del conteo final y, mucho peor aún, se arrojó sombra sobre el ideal de que el poder en América Latina se gana únicamente mediante los votos. Si ya las posibilidades de gobernabilidad de los presidentes peruanos estaban socavadas por el uso de las vacancias presidenciales como amenaza cotidiana, la deslegitimación de los resultados electorales abre una segunda caja de Pandora en la región, por la cual los perdedores se ven habilitados por otros poderes para no aceptar su derrota. 

Una clase política que ya no representa a nadie, de la mano de una parte de la elite limeña con aires coloniales que emplea los legítimos miedos de un país altamente incomunicado y dividido para decir una vez más que el otro, el que vota distinto, es el enemigo. La democracia, hasta que me convenga: esta parece ser la consigna en el Perú del bicentenario.

La democracia, hasta que me convenga: esta parece ser la consigna en el Perú del bicentenario. 

La izquierda

Y aun así, Castillo asumió como presidente. No solamente les ganó a los partidos clones de derecha, sino también al modelo de izquierda implantado desde los 2000. Una izquierda que, urgida por reconstruirse y apartarse de un pasado ligado a los grupos terroristas, volvió a la escena pública con la bandera del compromiso democrático y la inclusión, pero que, al acceder a los cargos de poder, no persiguió cambios profundos. La llamada izquierda «caviar», una izquierda limeña y altamente educada, hacía más esfuerzos para complacer a los sectores más pudientes que para ampliar su base social. Su líder más importante, Verónika Mendoza, probó elección tras elección agradar a la prensa y a la elite limeña moderando sus planteamientos. Olvidó el hecho de que para la mayoría de las regiones en Perú la continuidad significa exclusión. Mendoza terminó sin apoyo popular y sin sumar en las elites, que nunca habían considerado votarla. Ese vacío político fue ocupado por dos personajes de la sierra peruana: Castillo, un novato que encontró la oportunidad de participar en la política a través de la sigla de Perú Libre, el partido del acaso último hombre en el país que cree en la militancia, el médico educado en Cuba Vladimir Cerrón. Aunque su sueño siempre fue encabezar la batalla contra los sectores limeños, de derecha y progresistas desde una identidad «provinciana», Cerrón tuvo que ceder su puesto a Castillo ante la inhabilitación por una condena por corrupción en la región de Junín de la que fue gobernador. Perú Libre no aspiraba más que a conseguir algunas curules, pero en el país de los outsiders muchos vieron en el hombre del sombrero a uno como ellos, capaz de entender lo que es la pobreza y la exclusión. Ya en la segunda vuelta, muchos solamente notaron que no se apellidaba Fujimori. La prensa ha repetido hasta el cansancio que Castillo es títere de Cerrón, pero cada vez es más evidente que ellos persiguen objetivos distintos. A Castillo le interesa convertirse en un político. Cerrón, en cambio, busca desarrollar una estructura política que transforme el país. 

Castillo y Cerrón irrumpen en la escena peruana para mover el péndulo de la discusión política del espectro de la derecha y el statu quo hacia el de la izquierda. Su sola presencia obliga a que todos los políticos salgan de sus zonas de confort y discutan qué clase de Estado, de democracia y de política económica quieren defender. Arrincona a los intelectuales, que hasta ahora vivían llorando la fragilidad de los partidos capitalinos, a que piensen cómo entender a las organizaciones políticas de las provincias. Sin hacer concesiones con los sectores más pudientes y sin pactar con los políticos tradicionales, Castillo y Cerrón han hecho además que las elites que antes terruqueaban a Verónika Mendoza hoy rueguen para que su equipo técnico participe del gobierno de Castillo. El cambio es tan brusco que casi uno se pregunta: ¿qué se discutía antes en la política peruana?

La remecida a la clase política limeña, sin embargo, no es suficiente para que Castillo y Cerrón puedan tomar conciencia de su rol y deber para con el país. Tampoco parece que tuvieran las herramientas necesarias para hacer un cambio justo. La izquierda paga el precio de su completa ausencia en la política. Sin renovación de cuerpos y sin militancia, no es capaz de pasar de lo deseable a lo posible. No hay aquí, como en Bolivia, un Luis Arce que pueda traducir los sueños revolucionarios en una política fiscal responsable y con prioridades claras. Los últimos líderes de izquierda en Perú fueron puestos contra la pared para no cumplir lo que prometieron o se resignaron a trabajar con tecnócratas sin espíritu político, dispuestos a trabajar con cualquier gobierno y, por ello, favorecieron que nada cambiara. Desde los años 2000, la vida política de la izquierda está sujeta a su promesa de no gobernar con políticas de izquierda. El problema es que, habiendo ganado por un margen mínimo y con el país polarizado, Castillo tiene que actuar rápido y de forma efectiva.

Desde que empezaron los enfrentamientos entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, la política se ha vuelto una competencia por ver quién logra llegar vivo al fin de su periodo, al costo que sea. 

Al mismo tiempo, desde antes de que le impusieran la banda presidencial, Castillo tiene una guillotina con su nombre estampado. Los fantasmas de Pedro Pablo Kuczynski y de Martín Vizcarra que penan por los pasillos del Palacio de Gobierno le recuerdan al nuevo presidente que, sin mayorías, el Congreso no le va a dar tregua. Ambos ex-presidentes eligieron premieres y gabinetes conciliadores de centro y hasta cedieron ministerios a la derecha a cambio de su supervivencia. Ambos fueron destituidos. Con todos estos peligros, la nueva izquierda parece no definir su estrategia para asegurar gobernabilidad –no tiene claro si debe optar por la lealtad política o por la eficiencia–. El gabinete de dos cuerdas refleja muy bien cómo este dilema sigue sin resolverse. Por una parte, hay una facción compuesta por «fuerzas de choque», con figuras de izquierda radical como el premier Guido Bellido, apologista del grupo terrorista Sendero Luminoso; nostálgicos de la Revolución Cubana, como el ministro del Exterior Héctor Béjar (quien debió renunciar por declaraciones sobre el origen del terrorismo en el país); y partidarios de Perú Libre sin experiencia alguna en sus áreas, pero que ya empezaron a distribuir puestos. El otro grupo tiene técnicos y profesionales como el ministro de Economía Pedro Francke, el de Educación Juan Cadillo y las carteras de Agricultura, Mujer y Justicia, que tienen una doble tarea: generar mejoras inmediatas para calmar el pánico y salvar la imagen de los primeros. Aunque obsesionados por ser distintos, Castillo y Cerrón están por imitar a sus predecesores: buscan sobrevivir antes que realmente gobernar. Desde que empezaron los enfrentamientos entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, la política se ha vuelto una competencia por ver quién logra llegar vivo al fin de su periodo, al costo que sea.

El futuro

A Castillo se le pide que designe a personas menos radicales, con credenciales éticas y más preparadas. La solicitud, que más parece ultimátum porque llega con la amenaza de vacancia bajo la manga, viene de tremendo púlpito. Se lo reclaman los partidos y políticos que llevaron al Congreso a pastores evangélicos que llamaban a la lapidación de las mujeres lesbianas, a viceministros hoy presos por malversación de fondos y a jóvenes ministros con el único mérito de ser el mejor amigo del hijo del premier. No queda claro si lo que les molesta es la insolvencia profesional o el hecho de no haber sido invitados al festín. 

Otros sectores más centristas le piden además al nuevo presidente que traicione a su partido y pase a un proceso de ollantización; es decir, que siga el camino del ex-presidente Ollanta Humala, que reniegue de todo lo que dijo que haría y deje las cosas como están. En estos momentos, sin embargo, cuando ya se activó una campaña de especulación y hay miedos reales sobre el futuro de la estabilidad económica, esta no es una opción. Un gobierno estático está condenado a padecer la pérdida de credibilidad y la fuga de capitales. Peor aún, mantener la inercia equivale a crear un caldo de cultivo para la emergencia de líderes más radicales. 

Los peruanos sabemos que, ante la poca o nula representación de los partidos, en el país se ha creado un sistema de relación directa entre el Poder Ejecutivo y la ciudadanía, en el que esta última es quien ejerce contrapesos para apoyar a presidentes que percibe como reformistas. Castillo tiene el deber de enmendar sus objetivos políticos no para complacer a una clase política que va a petardear su gobierno sin importar sus decisiones, sino para ser consecuente con lo que los peruanos vienen reclamando y, por lo tanto, para convertirse en su representante. Esto es, ampliar la presencia del Estado en todo el país y construir una institucionalidad que otorgue mayor presencia a los intereses de los sectores hasta ahora excluidos. Por el contrario, trabajar con la misma gente acostumbrada a negocios turbios o antiderechos o caer ante el nepotismo le quitará la calle y lo dejará solo ante una oposición que ya saliva con la idea de que el caos en el país le devuelva sus cuotas de poder. Castillo no es Evo Morales ni Luiz Inácio Lula da Silva, no viene empoderado por los movimientos sociales ni respaldado por los trabajadores organizados. Mucho menos tiene la experiencia política que ambos poseían al momento de llegar al poder. Sin embargo, los orígenes y la piel de Castillo lo colocan en un lugar único para mostrarle a una sociedad en la que se diseñan edificios con ascensores aparte para que los cholos no compartan espacio con sus patrones que todavía podemos perseguir el sueño de ser iguales. En concreto, el presidente tiene un capital social que debería traducirse en la creación de puentes de comunicación con un sector marginado que le permitan al Estado escuchar demandas, prevenir conflictos e implementar soluciones que vengan de los propios afectados por la política. Tiene una oportunidad para llevar a esta gente a ser parte de las reglas del Estado.

Aunque a varios los incomode, promover la legitimidad de las instituciones pasa por hacer ver que ni la elite, ni la prensa y mucho menos el jefe de un partido están por encima de las leyes. 

Quienes solo se apoyan en ese primer punto, sin embargo, terminan hundidos en el personalismo y socavando las reglas del Estado. Por ello, el nuevo gobierno tiene también el mandato de que la política sirva para legitimar el papel de las instituciones. Esto significa asimismo hacer ver que estas instituciones pueden estar al servicio de todos: pueden dar seguridad jurídica a los medianos y microempresarios, promover salud de calidad, fiscalizar y sancionar. Aunque a varios los incomode, promover la legitimidad de las instituciones pasa por hacer ver que ni la elite, ni la prensa y mucho menos el jefe de un partido están por encima de las leyes.

Notas:

(1) Las rondas surgieron como organizaciones campesinas de defensa contra el hurto de ganado, pero con el tiempo se transformaron en poderes autónomos para la toma de decisiones y administración de territorios comunitarios. Sobre el origen de las rondas, v. Orin Starn: Reflexiones sobre rondas campesinas, protesta rural y nuevos movimientos sociales, IEP, Lima, 1991.

(2) Su esposa y una de sus hijas pertenecen a la Iglesia del Nazareno y él participa a menudo de sus oraciones.

(3) V. Observatorio de Conflictos Mineros en América Latina, www.ocmal.org.

(4) Yanina Welp: «Recall Referendums in Peruvian Municipalities: A Political Weapon for Bad Losers or an Instrument of Accountability?» en Democratization vol. 23 No 7, 2016.

(5) Grupo de Investigación de Partidos y Elecciones (gipe): «Tabla: Entrevistas a candidatos presidenciales en televisión: 1 de enero – 11 de abril», Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2021.

(6) Unión Europea, Misión de Expertos Electorales – Perú: «Elecciones generales 11 de abril de 2021. Segunda vuelta presidencial 6 de junio de 2021. Informe final. Periodo de referencia 15 de marzo – 19 de julio de 2021», 2021, disponible en https://eeas.europa.eu/sites/default/files/eu_eem_per_2021_fr_es.pdf.

(7) El programa dominical político más visto en televisión, Cuarto Poder, enfrentó la renuncia masiva de su equipo periodístico luego de que sus integrantes se opusieran al pedido directivo de hacer una cobertura favorable a Fujimori y contraria a Castillo. «Mordaza en Cuarto Poder: Periodistas renuncian por desacuerdo» en El Perfil, 8/6/2021.


* Zaraí Toledo Orozco es doctora en Ciencia Política por la Universidad de Columbia Británica, Vancouver. Investiga sobre desarrollo del Estado andino, manejo de recursos naturales e informalidad. Actualmente es investigadora posdoctoral en el Center for InterAmerican Policy and Research (CIPR) de la Universidad Tulane, Nueva Orleans.

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DISCURSO

Discurso de Vladimir Cerrón en el Congreso Nacional de Perú Libre 2021 con motivo del triunfo electoral nacional

JULIO 2021. Discurso pronunciado por el Secretario General Nacional del Partido Político Nacional Perú Libre, con motivo del Congreso Nacional 2021, inmediatamente después de haber ganado las elecciones nacionales, donde se hace un balance de los factores que llevaron al triunfo de Pedro Castillo de la mano del Partido. Voz: Enrique Sánchez Crédito: Enrique Sánchez

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DISCURSO

Discurso del Dr. Rodolfo Cerrón-Palomino en la condecoración Honoris Causa

Texto ligeramente modificado del discurso de orden leído por el autor en ocasión de la recepción del grado de Doctor Honoris Causa que le fuera otorgado por la UNCP en sesión solemne del Consejo Universitario, presidida por el señor Rector Dr. Moisés Vásquez Caicedo, llevada a cabo el 17 de setiembre de 2019 en la sala Javier Pulgar Vidal del recinto de la ciudad universitaria. El texto debe ser tomado como una suerte de sencillo tributo intelectual a la casa de estudios, a su cuerpo regente y administrativo, a sus docentes y alumnos que la integran.

LENGUA, SOCIEDAD E HISTORIA EN EL VALLE DEL MANTARO:TESTIMONIO PERSONAL

Rodolfo Cerrón-Palomino

Pontificia Universidad Católica del Perú

Propósito. Siguiendo la tradición protocolar en ceremonias como la presente, es altamente honroso para mí dirigirme a tan benévola audiencia mediante la lectura del texto que he preparado para esta magna ocasión. Mi alocución constará de tres partes: en la primera, ofreceré un esbozo sobre mi trayectoria académica; en la segunda, que a su vez tendrá tres secciones, trataré de demostrar cómo la disciplina lingüística puede ayudar a comprender y esclarecer Mejor algunos de los problemas sociales, culturales e históricos que aquejan a nuestra sociedad. Con la venia de la máxima autoridad de esta casa de estudios, nada más oportuno que iniciar el primer tramo de mi disertación, el de mi periplo académico, recordando aquel dictum gorkiano, que aprendí de mis lecturas moceriles, cuando el novelista ruso señala que quien habla de sí mismo, miente siempre, en la desgracia, para despertar simpatías y adhesión; en la bonanza, para alimentar el ego y suscitar envidias. Procuraré, pues, ser lo más objetivo y modesto posible en los juicios y apreciaciones que siguen.

1. Profesión de fe. Pues bien, quien les habla nació en el distrito, por entonces huancaíno, de Santiago de León de Chongos, justamente al frente de esta ciudad, en la banda opuesta del Mantaro. El nombre nativo de mi pueblo debía hacer alusión a los CHUNKU, un grupo étnico (de “nación propia”) del valle del Mantaro, distinto de la etnia huanca propiamente dicha, pero integrado dentro de la parcialidad de Hanan-Huanca por TupaInca Yupanqui. Así parece desprenderse de una carta del cabildo de “los choncos de la provincia de xauxa”, escrita el 8 de enero de 1566, dirigida nada menos que al rey de España, y firmada “en el balle de los choncos y de los rreynos del Peru”, por los alcaldes Felipe Yaroconias (o sea /yaru kunya-ş/ “Yaru el Tonante”) y Antonio Yaru, “caçiques et principales de la naçion llamada chongos”, dada a conocer y transcrita por el joven historiador José Carlos de la Puente (2016). Allí nacimos, a principios de la década del 40, en el seno de una familia conocida, algo venida a menos por cuestiones típicas derivadas de la lucha por la tierra en la génesis y formación de los pequeños latifundios de la región. Estudié la primaria en el Colegio Pre-vocacional de Varones N° 516, con compañeros de clase mayormente bilingües quechua-castellano, que en las horas de recreo se sentían más cómodos con el quechua, con exclusión y hasta marginación de los pocos privilegiados que nos manejábamos solo en castellano. De toda esa etapa formativaguardo un recuerdo indeleble de las enseñanzas, en el sexto año de primaria, de mi profesor Isaac Retamozo Galván, natural de Vilca, pero afincado en Chongos. Don Isaac no era simple profesor normalista, pues tenía formación universitaria incompleta, interrumpida por la clausura de San Marcos en la época de Sánchez Cerro. Sus enseñanzas eran verdaderas cátedras y no solo en el aula sino también fuera de ella. Juzgando en frío, hoy puedo sostener que habría querido contar con profesores de esa talla en Santa Isabel. En esos tiempos no había colegio secundario en los pueblos del valle y entonces había que “pasar a Huancayo”, como se decía, para proseguir los estudios respectivos, y así lo hicimos quienes procedíamos de familias que podían solventar los gastos. La secundaria la hicimos en el antiguo colegio de Santa Isabel, que el año 1952 pasó a ser Gran Unidad Escolar, y nuestro ingreso a dicho centro coincidió, al año siguiente, con el traslado a su flamante local de Pichcos, que nos tocó inaugurar. Allí estudiamos quienes éramos marginados por los citadinos y por los naturales de los distritos de la margen izquierda del valle: allí, en los salones de clase, profesores y alumnos se burlaban de los alumnos de la banda derecha del Mantaro, y nombres de algunos distritos como Chupaca y Sicaya se habían erigido en motes, distorsionados groseramente como “Chopaca” o “Secaya”, en medio de la mofa general del resto del salón. Tuve la suerte, si así puede decirse, de que el nombre de mi pueblo no era ni siquiera conocido, ya que habían sido contados, desde su fundación, los alumnos que me habían precedido en dicho colegio, incluyendo a mi padre. Pero había una estrategia para salvar el estigma, y era que uno podíamimetizarse, ya sea entre los citadinos, ya entre los alumnos de la margen izquierda. Y así tuve compañeros que solo más tarde, ya profesionales, descubrimos que eran de Chongos Bajo, como en mi caso, o de Sicaya, como en el caso de Roberto Arroyo, conocido científico social de origen sicaíno. De mis profesores huancaínos no guardo, lamentablemente, ningún recuerdo especial, apenas quizás de dos o tres de ellos, uno de Geografía, otro de Economía Política, y un tercero de Filosofía. La mayoría practicaba y alentaba el culto de la memorización: cuanto más memorioso y paporretero era el alumno, mejor; no había, de parte de ellos, ejercicios reflexivos o críticos, menos racionalizaciones propias, improvisadas y no sacadas de los libros. ¡Qué diferencia con mi profesor Retamozo! Y así, la secundaria fue para mí una experiencia, juzgada a posteriori, bastante infructuosa y estéril. Me temo que así funcionaba el sistema educativo nacional en su conjunto, en el que toda reflexión crítica, todo análisis conceptual, estaban vedados. De esta manera, los estudiantes secundarios formábamos legiones de “chancones” que, bien abrigados, salíamos en la madrugada, libro o cuaderno en manos, paseándonos por los senderos de la gran alameda de eucaliptos que presidía el cementerio de la ciudad, tratando de memorizar apuntes y lecturas al pie de la letra, para satisfacción yengolosinamiento de nuestros profesores. Pero también en el colegio aprendimos el arte del plagio, gastando horas en preparar cartuchos de hojas en las que se transcribían las posibles preguntas de los exámenes, de las que se copiaban burlando la atención del maestro. En materia de Literatura no nos hicieron leer ni a Vallejo ni a Arguedas, con haber estado vinculado este último al colegio. Y si no fuera por la pequeña biblioteca de unos tíos míos y de la de mis amigos huancaínos Lagos, nuestra formación cultural y humanística tocaba las lindes de la barbarie, miradas las cosas desde el punto de vista occidental, se entiende. Y así, con semejante formación precaria, viajamos a la capital, en prosecución de nuestros estudios universitarios. Ingresamos en la Universidad de San Marcos el año de 1960, precisamente el mismo en el que empezó a funcionar esta honorable casa de estudios. San Marcos fue para nosotros el generoso espacio acogedor en el que pudimos sentir, por primera vez en nuestra experiencia provinciana de estudiante, un extraordinario ambiente de liberación espiritual e intelectual, desprejuiciada, de aprendizaje concienzudo y racional, superando de una vez por todas la práctica de la memorización de los contenidos que aún arrastrábamos de la secundaria. Oír las clases de connotadas autoridades del saber, de ilustres estudiosos e investigadores, muchos de ellos de nivel internacional, que hacían ciencia y arte, alentando el trabajo académico y señalando derroteros de investigación entre sus alumnos, ciertamente fue una revelación estupenda para nuestra alma provinciana y sedienta de aprendizaje. Tras los dos años de Cultura General, y habiéndonos lanzado prácticamente al vacío para estudiar únicamente la carrera de Letras, especialidad nada pragmática ni menos utilitarista, elegida hasta entonces solo por gente de solvencia económica y “bien nacida”, fuimos abriéndonos el camino a punta de lectura y estudio, y, para sorpresa creciente nuestra, con aprobación de nuestros profesores, quienes no vacilaron en incorporarnos en sus cenáculos y conversatorios, más aun habiendo descubierto en nosotros, desde las primeras clases, una verdadera vocación lingüística que, de paso sea dicho, acabó con nuestros escarceos literarios que ya habíamos dado a conocer entre profesores y camaradas de mis estudios previos de cultura general. Y así fue como, sin saber exactamente en qué consistían la Lingüística y la Filología, me inicié en estas disciplinas y, no sin sorpresa mía, devine en especialista en ellas. Mientras ello ocurría en San Marcos, esta Universidad también, en el plano socio-cultural y académico, se constituía en un verdadero crisol en el que podían fundirse las aspiraciones de la numerosa población estudiantil que, imposibilitada de cursar sus estudios superiores en la capital, podía ahora acceder al nivel de formación académica hasta entonces vedado. La creación de este recinto académico significó, por lo menos en su etapa inicial de funcionamiento, la cancelación de los prejuicios citadinos y discriminadores para con los pobladores de la margen derecha del Mantaro, que pronto lograron alinearse con los de la banda izquierda, en pie de igualdad social y económica: no más, desde entonces, los apodos toponímicos que los “emponchados de la banda derecha” tenían como estigmas marcados en la frente. Fueron muchos los profesores iniciales de esta universidad que lucharon y combatieron la ideología pequeño-burguesa de la superioridad de la capital frente a los pueblos del Valle. Uno de ellos fue nada menos don Javier Pulgar Vidal, fundador de esta casa de estudios, y en cuyo recinto, que honra su memoria, me dirijo a esta venerable audiencia. No tuve la suerte de ser alumno de don Javier cuando reingresó a SM, pero siempre admiré su extraordinaria preocupación por la suerte de nuestros topónimos locales, fichándolos celosamente, para cuyo estudio e interpretación, sin embargo, no estaba preparado, como hombre de su tiempo que fue. Para terminar con este punto, resta que digamos algunas palabras sobre nuestra adscripción a la Universidad Católica. Capturada por Sendero Luminoso en la década del 90 e intervenida luego por el ingeniero Fujimori, se perdió el espacio de reflexión y de convivencia conceptual e ideológica que era SM. El gobierno dictatorial introdujo mejoras materiales en el recinto académico, pero el nivel de las cátedras y la calidad de los profesores empezaron a fallar sensiblemente, por lo menos en el campo de las Humanidades. Luego de jubilarnos de esa casa de estudios en 1991, anduvimos peregrinando en distintos lugares, tanto nacionales como extranjeros, difundiendo nuestra disciplina no ya en el país, sino en otros espacios académicos, especialmente andinos, cuyas realidades lingüísticas comencé a estudiar e investigar. Finalmente, tras dicho periplo, anclamos en la PUCP, no sin vencer nuestras propias reticencias respecto del “abandono” de nuestra alma mater. En todo ese lapso, sin embargo, la sociedad peruana fue recomponiéndose social y económicamente, y, en consecuencia, la población universitaria también. Quiero decir que la PUCP es ahora, comunitaria y académicamente, lo que SM fue cuando me tocó ser estudiante. Para hablar solo de la lingüística, los tipos de problemas que antes eran abordados solo en SM, hoy día lo son también, y con mejor calidad y experticia, en la vieja casa de estudios de la PUCP, donde por lo menos hasta las postrimerías del siglo pasado campeaba aún el espíritu hispanizante de Riva Agüero. La lingüística al servicio de la sociedad. Tras haberme dispensado ofrecer un somero recuento acerca de mi formación como especialista en el área de la lingüística andina, séame permitido ahora tratar de explicar y justificar de qué manera una especialidad, considerada árida y difícil por los practicantes de las otras disciplinas sociales, no lo es en verdad, y, por el contrario, se presta, fuera del marco estrecho de su propia tecnicidad, a facilitar el conocimiento de la realidad en la que vivimos inmersos, ayudándonos a comprender su complejidad, y eventualmente a resolver problemas propios de nuestra cotidianeidad, tanto en el nivel individual, como en el societario, así en nuestra circunstancia presente como en el devenir de nuestra historia. En prueba de ello, quisiera referirme en esta magna ocasión, a tres aspectos puntuales que buscan demostrar de qué manera la lingüística, que no solo ha sido concebida para refugiarse en una torre de marfil (y hay, dentro de la disciplina, practicantes de este tipo de orientación eminentemente gimnástica) puede ser puesta al servicio de la sociedad. Los aspectos a los que nos referiremos tocan directamente a nuestra realidad andina, y local más precisamente, siendo el primero de carácter sociolingüístico, el segundo de naturaleza dialectológica, y el tercero de orden socio-histórico e identitario. En las secciones siguientes de mi disertación me dedicaré a elaborar sobre tales puntos. La motosidad. Pues bien, en relación con el primer asunto, el de carácter sociolingüístico, quisiera llamar la atención sobre un aspecto álgido y delicado, que llega a tocar las fibras más íntimas de la personalidad humana: el problema que enfrenta el bilingüe quechua-castellano (o el aimara-castellano, en el altiplano) en toda el área andina. Me refiero al asunto de la “motosidad”, o del hablar “mote con cancha”, como graciosa, pero prejuiciosamente, se lo ha llegado a estereotipar en nuestras sociedades andinas. Un fenómeno que, cuando se lo examina y analiza fríamente, libre de prejuicios y de preconcepciones, resulta natural y espontáneo allí donde entran en contacto pueblos de lenguas distintas, ya que los sistemas lingüísticos que adquirimos en el hogar y en el seno de la sociedad donde nacemos modelan y tipifican nuestros hábitos articulatorios y nuestros esquemas morfo-semánticos, de tal modo que, enfrentados a situaciones ajenas a la propia experiencia vital, nos sentimos imposibilitados de adecuarnos a otra experiencia idiomática, totalmente novedosa, o peor aún, socio-culturalmente inasible yen ciertos casos vedada. Sin embargo, en el contexto de la sociedad colonial andina, de naturaleza estamental, y en el de la república aristocrática sucedánea cuyo bicentenario estamos a punto de celebrar, el fenómeno natural de la interferencia lingüística asume fuertes connotaciones discriminatorias, al margen de su naturaleza normal y esperable, para disfrazarse de argumentos no solo de orden étnico-racista sino también intelectivo y facultativo. Según esta actitud distorsionada de una realidad normal y espontánea (lo anormal sería que no tuviéramos tropiezos en el aprendizaje de una segunda lengua), los problemas fonéticos (confusión de las vocales /i, e/ y /u, o/) y gramaticales (las discordancias de género y número) que enfrenta el quechua-hablante al aprender el castellano se deberían a su natural incapacidad intelectual, a sus prácticas culturales silvestres y a los efectos de su embrutecimiento por el consumo de la coca y del aguardiente, entre otras debilidades supuestamente congéneres y hereditarias. Elevada dicha actitud a la condición de estereotipo por los grupos de poder establecidos y por el sistema educativo normativo imperante, de él no se han librado ni los próceres y fundadores de nuestras repúblicas, como fue el caso del presidente de la Confederación Perú-boliviana, el mariscal don Andrés de Santa Cruz, por el hecho de haber nacido en el Cuzco y de haber tenido como madre a una potentada cacica aimara. Basta con leer las redondillas que le endilga el aristócrata Felipe Pardo de Aliaga (“¿porqui boscas la Pirú?”, etc.), cuando regresa de España al Perú ya emancipado, tras haber huido allá en plena lucha emancipatoria, para hacerse cargo de las profundas e irrestañables pullas lanzadas contra el ilustre patriota. Estamos hablando del mismo estigma del que son víctimas quienes aprenden el castellano en una realidad social y cultural hondamente fracturada como la sociedad peruana y andina en su conjunto, en medio de una atmósfera de violencia y de discriminación, alentada incluso por nuestros medios de comunicación masiva. Sobra señalar que esta violencia idiomática fue, y seguramente sigue siendo, una práctica corriente en las escuelas y colegios de nuestro medio, aquí en el Valle del Mantaro, con profesores normalistas traumatizados por haber sufrido semejante humillación y desprecio. Hay que recordar que esto mismo ocurría aquí en esta universidad, fundada como comunal, que tuvo la virtud de abrir sus puertas a los “cholos emponchados de la banda derecha”, como diría un profesor de la región. Y quienes ejercían de verdugos eran gente venida de la capital que, sin entender el problema en su verdadera raíz, recurrían a la mofa y a la sátira de sus propios alumnos, ridiculizándolos y ejerciendo con fruición su rol estigmatizador (como cierto profesor de triste recordación, que se jubiló en esta universidad sin haber escrito un párrafo sobre la realidad lingüística de la región). Lo denunciamos muchas veces aquí en Huancayo, en conferencias y en publicaciones que luego trascendieron las fronteras del país y se instalaron en todos los pueblos andinos (cf. Cerrón-Palomino 1975). Y así, cuando se nos acercaron espontáneamente universitarios bolivianos para agradecernos por haber salido en defensa de los “motosos” del Ande, advertimos por primera vez de qué manera el trabajo lingüístico, más allá de sus tecnicismos, puede ser verdaderamente liberador, proyectándose sobre una sociedad discriminadora, erigida sobre la base de un conjunto de prejuicios y malentendidos. Para terminar con este punto, me limitaré a dar un solo ejemplo: los últimos hablantes de la lengua uro, con quienes trabajé por más de diez años en las mesetas de Oruro, manejan una lengua que tiene cinco vocales, como la castellana, de manera que cuando aprenden esta lengua no tienen ningún problema de “motosidad”.Los problemas surgen cuando una lengua, como la quechua o la aimara, solo tienen tres vocales, frente al castellano penta-vocálico. De allí que, en nuestro caso, cuando aprendemos inglés o francés, o cualquier otro idioma occidental, “motoseemos” inevitablemente, pues estas lenguas poseen más vocales que la castellana. El asunto de los problemas de aprendizaje de una segunda lengua es, pues, universal, y de ellos no se libra nadie; y conste que, en estos menesteres, no juega ningún rol la inteligencia y sí la pura habilidad de los dotados lingüísticamente. Dialectología quechua. El segundo tópico anunciado que abordaremos es el de la dialectología quechua de la región, más específicamente de la del Valle del Mantaro. Apenas estudiada por primera vez solo en la primera quincena del siglo pasado, como ocurrió con las demás variedades centrales y sureñas no cuzqueñas del quechua, la variedad huanca permaneció completamente invisibilizada y librada a su suerte en labios de sus hablantes desde los tiempos de la colonia, debido a la entronización del dialecto cuzqueño como la lengua quechua por excelencia. De allí que debemos celebrar el punto de quiebre que significó la aparición de los trabajos lexicográficos y gramaticales del franciscano huancaíno José María Francisco Ráez, quien en 1905 y 1915 respectivamente, publicó los vocabularios y las gramáticas del quechua-huanca y del ayacuchano. Por primera vez en la historia de los dialectos quechuas contábamos con tales materiales propios de dialectos hasta entonces ignorados y soslayados por los estudiosos nacionales y extranjeros, todos ellos imbuidos de la idea de que el único y verdadero quechua era el cuzqueño, y que las demás variedades no pasaban de ser merasbastardizaciones del quechua primordial que supuestamente hablaban los incas. No obstante, el intento por romper con dicha tradición por parte del Colegio de Propaganda Fide del Perú, de cuya colegiatura formaba parte activa el padre Ráez, dicha valoración desigual respecto de los dialectos quechuas permanecerá intacta hasta la segunda mitad del siglo pasado no solo como parte de la cultura ilustrada de la época sino incluso en los medios académicos más exigentes. Las cosas cambiarían rotundamente con la instauración del Departamento de Lingüística en la Universidad de San Marcos, de cuya primera generación de estudiantes formamos parte afortunadamente. Allí, en nuestras clases de lingüística y dialectología quechuas, asistimos a lo que vendría a ser una auténtica revolución mental en la materia, un verdadero cambio de paradigmas conceptuales, gracias a las enseñanzas de nuestros profesores, el norteamericano GaryParker, procedente de la Universidad de Cornell, y el peruano Alfredo Torero, que acababa de llegar de la Sorbona de Francia. De ellos aprendimos algunos conceptos básicos referidos a la historia y evolución de los dialectos quechuas que permanecen incuestionables hasta la fecha, como verdades inconcusas: (a) que el quechua no se originó en el Cuzco; (b) que el quechua es una familia lingüística (como lo es la familia románica en Europa); (c) que el cuzqueño es apenas uno de los dialectos de esta familia lingüística; (d) que las variedades del quechua central son mucho más conservadoras y ricas que el propio dialecto cuzqueño; y (e) que para conocer el origen y la evolución del quechua en su conjunto, hay que apoyarnos en la información proporcionada por las variedades centrales y no por la cuzqueña, como eran la creencia y la práctica tradicionales. Había, pues, que estudiar estas variedades centrales de la familia, postergadas y menospreciadas hasta entonces desde los tiempos de la colonia, incluso por sus propios hablantes. El reto para comenzar a volcar la mirada sobre ellas estaba en nuestras manos, revalorando el quechua-huanca que, hasta entonces, siguiendo la vieja tradición, lo teníamos subordinado al quechua sureño, influido por nuestras lecturas del Inca Garcilaso y, posteriormente, por los escritos de Arguedas. Y así, como huancaíno, conocedor pasivo del dialecto quechua local, mas no hablante del mismo, decidimos hacer de nuestros conocimientos aún elementales de la lingüística analítica y descriptiva aprendida en clase, una herramienta que nos ayudara en el estudio sistemático de la variedad local. Pronto descubrimos la autenticidad de los trabajos del padre Ráez, a la parque detectamos los errores en los textos quechuas recogidos por Farfán en la década del 50; pero también advertimos con desencanto las colecciones de canciones, textos y narrativas supuestamente huancas, registrados por D’Harcourt (1925), Farfán (1948), Arguedas (1953), Quijada Jara (1957), y otros autores, aparentes cultores del quechua local, proclives a mezclar el quechua-huanca con el sureño, incapaces de separar ambos dialectos, por simple desconocimiento de sus estructuras lingüísticas subyacentes. Desde entonces se ha venido perpetrando este tipo de vejaciones en contra de la personalidad idiomática genuina del quechua-huanca. Práctica, dicho sea de paso, que persiste en nuestro medio, huérfano de estudiosos serios que tengan conocimientos dialectales y lingüísticos básicos de la región. Había, pues, que emprender un trabajo dialectológico de campo, que permitiera conocer la variedad idiomática directamente, en el terreno y en boca de sus hablantes, de pueblo en pueblo, recorriendo todo el valle y ascendiendo a los poblados alto-andinos. Es lo que hicimos en más de dos oportunidades en la década del 70 y del 80, sin contar las visitas esporádicas al campo, ya sea en busca de mayores precisiones, ya sea llenando vacíos que las visitas previas no permitieron cubrir. Solo así fue posible conocer la realidad dialectal del quechua del Valle, apenas entrevista por el padre Ráez y por el propio Torero, y confusamente ejemplificada por el cuzqueño Farfán. Como resultado de nuestras faenas de campo pudimos no solo ofrecer un vocabulario y una gramática que abarcara todas las manifestaciones locales de la variedad hablada en el Valle (cf. Cerrón-Palomino 1976a, 1976b) sino, de manera no menos importante, divisar en ella tres subdialectos claramente distinguibles en base a isoglosas lingüísticas territorialmente definidas, y lo que es más, correlacionables con el antiguo linderamiento incaico de las provincias tripartitas del Valle: Xauxa-huanca, Lulin-huanca y Hanan-huanca, que más tarde, ya en época republicana, se constituirían en las tres provincias respectivas del Valle: Jauja, Concepción y Huancayo. Esta realidad, de corte histórico-dialectal, trasladada a un mapa, fue posible gracias al trabajo de campo emprendido por quien les habla cuando aún no se vaticinaba el surgimiento de una nueva provincia, la de Chupaca, que dialectalmente, después de todo, no se distingue de Huancayo (cf. Cerrón-Palomino 1989). Tampoco se sospechaba entonces, aun cuando las evidencias parecían insinuarse, del desplazamiento acelerado de la lengua nativa en todo el valle para refugiarse en las zonas alto-andinas y en las estribaciones de los Andes orientales. Con todo, el conocimiento de esta realidad y de las potencialidades de su revitalización o la inevitabilidad de su camino hacia su extinción, solo pueden juzgarse dentro del contexto sociopolítico, cultural y educativo en el que se enmarca el fenómeno lingüístico, que no puede comprenderse a cabalidad en tanto se desconozca o se malentienda, irreflexivamente, la naturaleza orgánica y las propiedades del dialecto involucrado. Prehistoria local. Finalmente, ha llegado el momento de referirnos al tercer asunto anunciado, el de corte histórico-cultural ligado al problema de la cuestión de la nacionalidad huanca, de la que tanto se habla y pregona. En este punto habrá que reconocer que la persona que, por primera vez en el medio académico local trató dela existencia de una “nación huanca” debidamente consolidada en épocas preincaicas fue nada menos que el historiador Waldemar Espinoza Soriano, profesor y autoridad universitaria que fuera de este magno recinto que ahora nos acoge. Pues bien, según este historiador cajamarquino, a la caída del imperio Huari (alrededor del siglo X) y el surgimiento del período arqueológico consiguiente, conocido como el de los “Desarrollos Regionales”, el Valle del Mantaro estaba poblado por lo menos por unos setenta aillus o etnias (cf. Espinoza Soriano 1974: cap. I, 28), entre los cuales estaban los tunan-malcas, los xauxas, los malca-uillcas, los llacssa-pallangas y los chuncus.Tales pueblos, según mi propia interpretación, habrían sido de habla originaria aimara, en proceso de quechuización, como lo prueban no solo la toponimia y la antroponimia, sino también el mismo quechua huanca, que se configura como tal con influencia notoria de aquella lengua en su pronunciación, en su léxico y en su gramática. Según la conocida tesis del historiador Espinoza Soriano tales etnias habrían logrado unificarse, formando una “nación” denominada huanca. Ante la festinación grotesca de la escritura y pronunciación de los nombres étnicos y toponímicos de la región por parte de nuestros historiadores, tanto locales como nacionales, optamos aquí por rescatar, previo conocimiento de la variedad local del quechua, a partir de su evolución del proto-quechua, la forma genuina de tales nombres, de otro modo cuzqueñizados a fortiori (se habla, por ejemplo, de los centros poblados, como llactas en lugar de malcas) o castellanizados asistemáticamente. ¿En qué se basa Espinoza para apoyar su hipótesis?

Fuera de inferencias puramente especulativas, creemos que simplemente no hay bases empíricas, por el lado histórico, que respalden dicho supuesto. La evidencia lingüística, sin embargo, como siempre ignorada en los trabajos de los historiadores y arqueólogos, contradice dicha postulación, desde el momento en que la variedad huanca presenta, como lo hemos demostrado ampliamente (cf., por ejemplo, Cerrón-Palomino 1989), dos dialectos claramente distintos en pronunciación, léxico y gramática: el Ñuha-huanca y el Yaha-huanca. Tales variedades se corresponden territorialmente, con superposiciones que no sorprenden, a las provincias de Jauja, por un lado, y a las de Concepción, Chupaca y Huancayo, por el otro. Obviamente, una nación unificada habría podido superar la brecha dialectal en aras de una unidad idiomática, eliminando los resquebrajamientos propios de sociedades semiautónomas. De hecho, el cronista Pedro Pizarro, testigo presencial de la conquista del Valle, parece corroborar dicha dicotomía identitaria, en el plano cultural y simbólico, al hacernos saber que los “xauxas traen unas faxas coloradas alrededor de las caueças, de anchor de una mano; los guancas las traen negras” (cf. Pizarro [1571] 1978: cap. 13, 75).Nótese cómo el cronista separa a xauxas de huancas, contradiciendo lo señalado por Cieza de León, quien sostenía que todos los pueblos del Valle “tenían y tienen por nombre los Guancas” (cf. Cieza de León [1553] 1984: cap. lxxxiii, p. 242).4 La contradicción podría salvarse, sin embargo, si asumimos que el cronista soldado se está refiriendo a una realidad más bien incaica o incaizada y no preincaica. Y es que la conquista de los incas habría modificado el sistema sociopolítico y económico del Valle del Mantaro, no solo subsumiendo las diversas etnias en tres grandes parcialidades e introduciendo mitmas de varia procedencia, sino también habrían ido fomentando una proto-identidad huanca, cuya situación abortada por la conquista no parece haberse consumado nunca. Por lo demás, el solo hecho de que en 1566 las autoridades del cabildo de Chongos se identificaran como miembros de “la naçion llamada chongos”, echa por tierra esa “unidad” étnica que habrían conseguido los aillus del Valle del Mantaro en época preincaica. Somos conscientes, ciertamente, de que el concepto de “nación” empleado por los cronistas de los siglos XVI y XVII no corresponde al que entendemos como tal ahora, como producto de su acuñamiento romántico europeo en el siglo XIX. Lo que queda claro, sin embargo, y gracias a la evidencia lingüística, es que la llamada “nación huanca” nunca existió, persistiendo en cambio hasta nuestros días esa adscripción identitaria excluyente entre “xauxas” y “huancas”, cuya filiación persiste en el imaginario colectivo del poblador del Valle, y que, en determinadas circunstancias, aflora a la superficie, creando problemas políticos y sociales que entorpecen, frustran o dilatan los programas de desarrollo de las autoridades regionales (como en el caso del proyectado aeropuerto internacional en las pampas de Sicaya).Epílogo. Pues bien, llegados a este punto de nuestra intervención, solo esperamos haber cumplido con nuestro cometido inicial de llamar la atención sobre las potencialidades de la lingüística y de la filología empleadas como herramientas de análisis y reflexión sobre nuestra realidad histórico-cultural y societal andina. Renovamos nuestro agradecimiento al Consejo Universitario de esta casa de estudios, en la persona de su ilustre rector, por habernos concedido el máximo galardón de reconocimiento de nuestra labor académica e investigatoria a lo largo de todos estos años en que, no obstante haber abandonado por algún tiempo la realidad de la patria chica, para dirigir nuestra atención reflexiva a otras realidades y espacios andinos, igualmente importantes para conocer mejor la nuestra, hemos regresado, cual hijo pródigo, a la patria local que nos viera nacer con los mismos intereses de estudio e investigación. Vaya también nuestro reconocimiento a la Facultad de Antropología de esta universidad, que acogió gentilmente la solicitud de incorporarnos como miembro honorario de su plana de docentes. De igual manera, quedamos sumamente agradecidos por la labor estupenda de coordinación del personal de la Red Peruana de Universidades (RPU), tanto local, como de la PUCP, y que juntos hicieron posible la realización de esta ceremonia. De igual manera, vaya también nuestro agradecimiento a las personas amigas que, con su apoyo desprendido y generoso, nunca desmayaron en ver realizado este reconocimiento. Finalmente, no podría dejar de mencionar aquí a Jaime, hermano mayor, ausente ya de este recinto por casi tres décadas, en la persona de su hijo injustamente privado de libertad y despojado de su cargo de gobernador regional, limpiamente ganado en las justas electorales pasadas, por las artimañas del poder judicial local en manos de jueces venales y coimeros (vicsaraycos, como los llamaría Guaman Poma con fino humor). Con el final trágico de Jaime perdimos a uno de los interlocutores más cultos e inteligentes que tuvimos en esta casa de estudios, lector empedernido, educador apasionado, brillante polemista, y de prosa diáfana, como se trasluce en sus escritos y apuntes dejados truncos o a medio pergeñar. ¡Muchas gracias! Bibliografía citada

ARGUEDAS, José María1953 Cuentos mágico-realistas y canciones de fiestas tradicionales. Folklore delValle del Mantaro: provincias de Jauja y Concepción. Lima: Separata dela revista “Folklore Americano”, Año 1 (1), pp. 101-284.

CERRÓN-Palomino, Rodolfo1975 La motosidad: instrumento de opresión. En QUINTANA, Martín y Danilo Sánchez (eds.): Aportes para la enseñanza del lenguaje. Lima: Retablo de Papel Ediciones, pp. 125-165.1976a Gramática quechua: Junín-Huanca. Lima: Ministerio de Educación/Instituto de Estudios Peruanos.1976b Diccionario quechua: Junín-Huanca. Lima: Ministerio de Educación/ Instituto de Estudios Peruanos. La designación satírica citada, que se analiza en singular como /wiksa-rayku/ se correspondeexactamente en quechua-huanca con su equivalente patanlaycu, o sea /pata-n-layku/ ‘en provechode su barriga’, en este caso la de los jueces y letrados ventrales. 171989 Lengua y sociedad en el Valle del Mantaro. Lima: Instituto de EstudiosPeruanos.

CIEZA DE LEÓN, Pedro de[1553] 1984 Crónica del Perú. Primera Parte. Lima: Fondo Editorial PUCP.D’HARCOURT, Raoul y Marguerite[1925] 1990 La música de los incas y sus supervivencias. Lima: Occidental Petroleum Corporation of Peru.

ESPINOZA SORIANO, Waldemar1974. Historia del Departamento de Junín. Huancayo: Enrique Chipoco Tovar, editor. FARFÁN, José Ma. Benigno1948 Colección de textos quechuas del Perú central. Revista del Museo Nacional, Tomo XVII, pp.120-150.PIZARRO, Pedro[1571] 1978 Relación del descubrimiento y conquista del Perú. Lima: Fondo EditorialPUCP.

PUENTE LUNA, José Carlos de la2016 En lengua de indios y en lengua española: cabildos de naturales y escritura alfabética en el Perú colonial. En Izquierdo, Ana Luisa (ed.):Visiones encontradas. Desafíos metodológicos para la historia de los pueblos indígenas. México, D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México, pp. 51-113.

QUIJADA JARA, Sergio1957 Canciones de ganado y pastores. Lima: Talleres Gráficos P.L. VillanuevaS.A.

RÁEZ, Fray Francisco María José1905 Vocabulario castellano y keshua de Ayacucho y Junín tomado delPolíglota Incaico. Lima: Tipografía del Colegio de Propaganda Fide del Perú.1917a Gramáticas en el quíchua-huanca y en el de Ayacucho. Lima: Sanmarti yCa.1917b Catecismo en quéchua huanca. Lima: Imprenta Comercial de Horacio LaRosa & Co.2018 Diccionario Huanca Quechua -castellano/ castellano-quechua. Edicióninterpretación y modernización de Rodolfo Cerrón-Palomino. Lima:Instituto Riva Agüero/ Fondo Editorial de la PUCP.

VEGA, Andrés de[1582] 1965 “La descripción que se hizo en la provincia de Xauxa por la instrucción de S. M. que a la dicha provincia se invió de molde”. En JIMÉNEZ DE LAESPADA, Marcos (ed.). Relaciones geográficas de Indias. Madrid: BAE, Ediciones Atlas, Tomo I, pp. 166-175.

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NOTAS DE PRENSA

SOBRE EL COVID Y OTROS DEMONIOS EN EL PERÚ

Vladimir Cerrón (*)

El Estado peruano fracasó en el manejo de la pandemia del COVID-19, debe reconocerlo, no hay autocrítica al respecto. Los principales responsables son el presidente de la República, Martín Vizcarra; el premier Vicente Zevallos; la ministra de Economía, María Antonieta Alva; los ministros de Salud, Víctor Zamora y Pilar Mazzetti; el Comando de Operaciones Covid-19 y el Comando Vacuna.

Por órdenes del Presidente se creó el Comando de Operaciones Covid-19, liderado por el MINSA, encargado de coordinar las políticas sanitarias para enfrentar la pandemia, pero también lo integraba el infaltable sector privado, siempre presente donde hay negocio.

La pandemia avanzó a pasos agigantados porque en la zona rural no tenemos un nivel de atención primaria eficaz y en la zona urbana simplemente es inexistente. El gobierno centró su estrategia en el segundo nivel de atención, es decir, hospitales y clínicas. Hasta ahí ya habíamos perdido el 80% de la guerra contra el virus.

Adquirieron las famosas pruebas rápidas, las mismas que sabían que no eran eficaces por su alto índice de falso negativo, que a corto plazo trajo una falsa sensación de seguridad y, por ende, un incremento en la mortalidad que llegó a ubicarnos con más de 900 muertos por cada millón de habitantes, con el saldo de más de 85 mil muertos, en el primer lugar mundial.

Cuando los casos rebalsaron toda expectativa, el gobierno deslizó la idea de intervenir el sector privado para garantizar la atención de los enfermos, pero miembros de la asociación de clínicas e integrantes del Comando de Operaciones Covid-19 se encargaron de frustrarlo, aduciendo el libre mercado y que era inconstitucional. Tenían el germen dentro de su propio organismo.

Muchos fallecieron solamente porque les faltaba oxígeno y nos llevamos la sorpresa que el mismo estaba monopolizado en el país por dos corporaciones globales, Linde (Alemania) y Air Products (USA), que utilizando de fachada empresas nacionales lucran con este gas vital, obra del gobierno aprista. El artículo 61 de la Constitución combate el monopolio, pero no lo prohíbe, ahí el detalle.

La ministra de Economía facilitó un salvataje millonario a los bancos y financieras por más de 60,000 millones de soles, supuestamente para garantizar la estabilidad económica. Este acto evidencia la falsedad que la mano invisible del mercado lo resuelve todo, patentizó el fracaso del neoliberalismo, pero a la vez la complicidad del Estado con los ricos para salvarlos de la bancarrota con dinero del pueblo.

Solo con la cantidad de 1,020 millones, que representa el 1.47% del salvataje, hubiéramos construido en tres meses 3400 consultorios de atención primaria en los asentamientos humanos a lo largo y ancho del país, una red potente, masiva, gratuita y de calidad; pero recordemos que la prevención en el capitalismo no es negocio, porque supone menos ingresos en las clínicas, menos ganancias en la industria farmacéutica, menos venta de equipos biomédicos, menos usura, etc.

Las clínicas llegaron a cobrar más de medio millón de soles por atender a un paciente, independientemente de los resultados, el gobierno quiso reaccionar para imponer un tarifario y no pudo porque la Constitución lo prohíbe. Todo amarrado.

Frente a este flagelo el gobierno impuso una férrea cuarentena, pero también ocultó el número real de muertos, si no hubiera sido por el Sistema Informático Nacional de Defunciones (SINADEF), hasta ahora le hubiéramos creído que los muertos solo llegaban a 30 mil, menos de la mitad. Toda esta incapacidad hizo que en ocho meses superemos el número de muertos que produjo en veinte años la guerra armada interna entre el Estado y las fuerzas subversivas desde el año 1980 hasta el 2000.

Muchos médicos pidieron licencia de sus trabajos por tener factores premórbidos como diabetes, hipertensión, edad avanzada, etc., pero los vieron trabajando en el sector privado, frente a ello la ministra Mazzetti los llamó traidores a la patria, cuando en realidad debía hacerse de la vista gorda o agradecerles que por lo menos en el área privada estaban conteniendo la pandemia frente a la ausencia del Estado, vaya paradoja.

El pueblo comenzó a perder el respeto a la autoridad, porque en realidad cada quien resolvía su problema de manera individual, es decir, nunca sintieron la acción protectora del Estado.

Pese al fracaso ante la pandemia, Pilar Mazzetti sigue liderando el MINSA, lo que representa mayor peligro en esta segunda ola, debido a su marcada incapacidad y falta de conocimiento de la epidemiología y fisiopatología de esta enfermedad, llegando a declarar necedades que denigran la medicina peruana al afirmar que “los asintomáticos no contagian” o “contagian solo si respiran”.

Mientras que, en otras latitudes, los países del primer mundo estaban logrando la vacuna y en el tercer mundo solamente Cuba, nuestro país estaba en sus lobbies, creando a iniciativa del sector privado el futuro negocio con las vacunas con el famoso Comando Vacuna, a imagen y semejanza del fracasado Comando de Operaciones Covid-19.

Este Comando Vacuna refirió que asesoraría al gobierno en la adquisición, distribución, etc., de la vacuna, cuando en realidad su intervención solo tiene el objetivo del negocio con la enfermedad del pueblo. La aceptación del gobierno no es más que la expresión de su propia incapacidad, pensando que el privado le va a resolver el problema sanitario.

En la actualidad el Estado peruano solo tiene preacuerdos para la compra de vacunas con dos laboratorios, ni siquiera existen contratos, nadie sabe cuándo llegarán y ante nuestra atónita mirada todos los países que nos rodean, que han tenido menos mortalidad, están en plena vacunación. Lamentablemente y con el perdón de todos los peruanos, creo que no puede haber mejor resumen del año 2020 que estas tristes conclusiones de responsabilidades que algún día se juzgarán.

(*) Neurocirujano, Magíster en Neurociencias, Doctor en Medicina, Gobernador Regional de Junín.

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ARTÍCULO

Pedro Castillo, la política y el magisterio peruano

PEDRO CASTILLO, LA POLÍTICA Y EL MAGISTERIO PERUANO

Vladimir Cerrón

El líder magisterial Pedro Castillo Terrones es el candidato presidencial por el Partido Perú Libre. ¿Qué significa la postulación del maestro a la primera magistratura del Estado? Existen varias aristas de respuestas.

Castillo significa la postura más preclara de la izquierda peruana, la que se prepara y organiza las bases populares, con un mensaje sencillo, pero contundente, respecto a lo que debe ser el país. Representa a la izquierda del Perú Profundo a diferencia de la izquierda de París.

Simboliza la reivindicación magisterial al más alto nivel de un profesorado maltratado históricamente, de un gremio harto de aspirar bombas lacrimógenas, de recibir palo y chorros de agua en las huelgas, además de perseguidos, procesados y encarcelados, pero sin lograr más que algunas reivindicaciones salariales. Ahora el magisterio va por el poder.

La unidad del líder magisterial no podía darse con otra organización que no fuera Perú Libre, no podría optar por Juntos por el Perú, puesto que este partido es conducido por Patria Roja, un partido de oscilante trayectoria política, que tiene el reconocimiento legal del Estado neoliberal, pero carece de legitimidad en las bases. Perú Libre, por el contrario, tiene un programa en educación comprometido con las grandes mayorías.

En el magisterio peruano existen tres bloques, el primero y mayoritario es FENATEPERU, el segundo es CONARE y el tercero es Patria Roja. Entre los dos primeros existen críticas y contracríticas, pero también existe consenso al identificar al tercero como el adversario común, por lo que la unidad política entre los dos primeros tiene alta probabilidad de convertirse en un solo bloque electoral al momento de emitir el voto. Si no se diera esta circunstancia, se estaría facilitando que Patria Roja haga las leyes del magisterio peruano.

Perú Libre es impulsor del cambio de Constitución en el país, mediante Asamblea Constituyente, lo que puede corroborarse a través de sus escritos, discursos y entrevistas públicas, aspecto renunciado por otras tiendas de “izquierda” que ahora retoman la propuesta al ver que la dinámica social la agendó. Perú Libre es el único partido dispuesto a cumplir con esa tarea, no hay otro, y Castillo ha tomado esta alta responsabilidad.

Finalmente, ¿en qué se traduciría el triunfo de Pedro Castillo para el país?, en dotar el 10% del PBI a la educación pública; en prohibir la privatización de la educación pública; en erradicar el analfabetismo presente en 2,7 millones de peruanos; en garantizar el ingreso libre a la educación superior pública universitaria y no universitaria; en replantear el currículo nacional, regional y local, acorde a nuestra realidad concreta; en garantizar psicólogo y odontólogo por colegio, público y privado; en avalar una educación moderna, científica y de alta calidad; en el aumento de sueldos del maestro peruano; entre otros anhelos.

El magisterio, los padres de familia, los alumnos y la sociedad en general, tienen la palabra en esta oportunidad histórica.

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DISCURSO

Gramsci en la revolución latinoamericana contemporánea

Antonio Gramsci es el marxista de la superestructura, postuló necesario forjar una hegemonía cultural popular que conlleve a cambiar el Estado Capitalista por el Estado Socialista.

La interrogante es ¿qué tan valioso son sus aportes para una revolución social en América Latina?

Para ello recurrimos al libro “Con Gramsci en el ALBA de Nuestra América” (2016) de Luciano Vasapollo e Isabel Monal, importante compendio de ensayos de varios intelectuales rigurosamente seleccionados.

«Gramsci decía que lo más difícil de cambiar en una sociedad es la fuerza de su tradición que lo cimientan la educación oficial, la religión y los medios de comunicación, aparentemente rígido, pero que, en realidad, se transformaba continuamente. «Planteó que el dominio de una sociedad se fundamenta en la hegemonía cultural del opresor, tras lograr un consenso con la clase dominada, y que para ello el Estado tenía diversos mecanismos.

Sin hegemonía, perdería legitimidad. La hegemonía es sostener un ethos cultural que permite vivir ordenadamente, bajo un proyecto político, que consolida un sujeto comunitario. Este ethos cuando se desarrolla lo suficiente exige la creación de nuevas leyes acorde a la nueva cultura de vida, un nuevo poder. Por otro lado, Gramsci plantea que es la hegemonía cultural popular la única que puede eliminar definitivamente un modelo de Estado, sustituyéndolo por otro.

Otro aporte de Gramsci es que en las sociedades modernas el poder estatal no es el que realmente se nos presenta, eso solo es la cúpula, solo la avanzada, a esto le llamaba Estado Restringido, constituido por los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, pero, además, existe el Estado Ampliado, constituido en el sector privado por los grandes empresarios y en la población mediante organismos que se hacen llamar Sociedad Civil, actualmente dominada por ONGs, cuya misión es resguardar el núcleo duro del poder político, frenando los impulsos revolucionarios.

En 1946 nacieron estas ONG, en 1968 pasan a integrar los consejos consultivos de la ONU y se multiplican en la década del 70, asumiendo nuevas peculiaridades como su financiamiento por la casta empresarial y el tesoro público, revestidas de consultorías y en el colmo de la hipocresía se presentan como contrapuestas al Estado.

Gramsci es un seguidor y enriquecedor de Marx; no es el Gramsci que “revisa” a Marx, ni funda una nueva teoría. En realidad, el pensamiento gramsciano es la teoría marxista y leninista enriquecida. La mayor fortaleza de la izquierda latinoamericana es haber logrado un discurso antineoliberal que ha permitido varios triunfos electorales en el continente. Ahora, para defender esos triunfos, Gramsci llamaba así a formar una nueva intelectualidad orgánica que defienda la revolución recomendando que todo grupo que detente el poder debía hacerlo, si desea sobrevivir.

Finalmente, como decía Hidalgo, debemos orientarnos al proyecto económico de un “Consenso Sin Washington”.»

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DISCURSO

Discurso de Vladimir Cerrón por el XII aniversario de fundación de Perú Libre

Camaradas:

Quiero emitir un saludo virtual a toda militancia del Partido a nivel nacional e internacional y a todo el pueblo peruano en general, situación obligada por la pandemia, que hace que no pueda estrechar sus manos de manera personal como solíamos hacerlo antes en un gran ambiente de sincera camaradería.

Perú Libre cumple hoy doce años de existencia oficial y fue el primer movimiento político convertido en partido, hecho sin precedentes en la historia nacional. Es, además, la primera experiencia de fusión por absorción entre un movimiento regional y un partido nacional, no hay otro, ni habrá, según las leyes vigentes.

Perú Libre se convirtió a la luz de la historia del Perú como el primer partido nacional de izquierda de origen provinciano. Este pequeño, pero significativo esfuerzo, marca por primera vez una nueva postura en la cancha geopolítica nacional, los provincianos tenemos una voz, llevamos la bandera de la descentralización en un país secularmente centralista, pero por el otro flanco fue percibido, más que un atrevimiento andino, como una amenaza al status quo, emprendiéndose una feroz persecución judicial contra sus líderes.

Según el poder empresarial y financiero peruano, representado por sus partidos y medios, los viajes de los militantes a Cuba, Ecuador, Venezuela y Bolivia, confesaba nuestro alineamiento político con el bloque socialista latinoamericano, a esto se sumó la inclusión del Partido al Foro de Sao Paulo, pero lo que gatilló la insania político jurídica fue la casi bien lograda unidad de la izquierda peruana que iba viento en popa a finales del 2019 y que nos hubiera conducido, tras las elecciones congresales del 2020, a ser la primera fuerza parlamentaria, o en el peor de los casos, la tercera fuerza parlamentaria en el país.

Este temor de la derecha orientó fuerzas para emprender una persecución a sus principales líderes, entre ellos a quien habla y al compatriota Henry López, quienes ostentábamos los cargos de elección popular de gobernador regional de Junín y alcalde provincial de Huancayo, respectivamente, inestabilizando dos de los gobiernos más representativos, en un proceso altamente cuestionado por el pueblo, que servirá como elemento de juicio a la triste historia jurídica departamental. ¿La causa? Sentenciados por cumplir la ley, por cumplir una conciliación extrajudicial con carácter de sentencia, de título ejecutivo y de contrato cerrado vigente, sentencia que sin duda será recordada como el primer lawfare andino.

La derecha celebró este acto arbitrario porque estaban convencidos, como lo manifiesta un vocero aprista, de que la sentencia a Cerrón debía entenderse como un devastador golpe al antisistema, pues era considerado el enlace con Venezuela y los países bolivarianos. Esta circunstancia generó dudas en el frente de izquierda, donde además algunos elementos oportunistas aprovecharon para aislar al Partido, con la idea de que ellos lo podían todo, sin necesidad de aliarse con “corruptos”. Así lo hicieron, pero también así llevaron al frente al precipicio perdiendo las elecciones al no pasar la valla electoral, que sin duda alguna lo hubieran logrado con Perú Libre.

Pero algo aleccionador debemos sacar de esta crisis y es que el Partido tuvo que batallar solo, con sus propias fuerzas, en su primera experiencia electoral nacional. Perú Libre en su bastión Junín logró una votación mayoritaria que lo situó en primer lugar con más de 65,063 votos, lo que puede interpretarse como un rechazo popular a la persecución judicial y a la vez una reafirmación de la identidad política juninense. Lo más interesante viene en el conteo nacional, en el que el Partido obtuvo 502,898 votos, es decir, que la diferencia de 437,835 votos representa el crecimiento del Partido, el debut de sus nuevos líderes.

Es en esta circunstancia anteriormente mencionada, que el mundo declara que enfrentaremos la pandemia del coronavirus que a la fecha ha costado la vida a cerca de un millón de habitantes del planeta y más de veinte millones de infectados. Han favorecido a esta situación el cambio climático mundial, la aparición de nuevos agentes biológicos y la inmunosupresión del huésped, principalmente tercermundista.

Los resultados en América Latina, especialmente en el Perú, eran de esperarse, pero no de esta forma tan catastrófica. Muchos de los que han muerto no ha sido directamente a causa de la infección viral, sino también, indirectamente, por ser víctimas del sistema neoliberal imperante.

Los resultados comparativos entre los países socialistas y neoliberales latinoamericanos, demuestran de forma fehaciente que es el sistema económico social el que define el proceso salud – enfermedad de una sociedad. ¿Cómo es posible que, entre Cuba, Venezuela y Nicaragua, sumen solo 440 fallecidos y el Perú esté por encima de 48,000 muertos? ¿Cómo se explica que el Perú que tomó medidas rígidas de cuarentena esté en primer lugar de muertos por millón de habitantes en Sudamérica? Es evidente que la salud es la otra cara del modelo económico.

La pandemia evidencia aún más que el sector financiero y empresarial sigue manteniendo la filosofía de la avaricia a costas del impuesto que el Estado recauda del pueblo, no le importa si estamos en pandemia o no. Nuestra desgracia como pueblo, para ellos es una oportunidad de seguir acumulando riquezas, pese a que el Estado decidió echarse a la espalda el combate contra la plaga, el sector privado jamás quiso comprometerse hasta hoy, salvo limosnas en proporción a su incalculable poderío.

También el pueblo evidenció con más claridad la política neoliberal del saqueo del que somos víctimas a diario, mediante endeudamientos externos, intereses y comisiones bancarias, fuga de capitales, existencia de monopolios como el del oxígeno, cobros exagerados de servicios como la luz y la telefonía, etc.

El gobierno en su errada visión, cree que aumentar camas en los hospitales es la solución, que la atención secundaria terminará con la pandemia. No hay una mejor muestra del desconocimiento total respecto al manejo de la salud pública. Nuestro Partido planteó públicamente que la pandemia no se derrotaba en los hospitales, ni siquiera expropiando todas las clínicas del país, sino que se necesitaba un sistema de atención primaria masivo, gratuito, cercano y de calidad en todo el territorio nacional, es decir, en el trabajo de campo, para ello propuso inicialmente construir 3,400 consultorios vivienda de médicos de la familia en el lapso de tres meses, asegurando a 7 millones de peruanos de los sectores más vulnerables, con un costo económico de 1,020 millones de soles, monto lejano frente a los 60 mil millones de soles con que el Estado ha subsidiado, mediante Reactiva Perú, a las empresas más ricas del país que lo ostentan 17 familias.

En el plano económico la pandemia quebró muchas micro, pequeñas y medianas empresas nacionales, pero las grandes firmas fortalecieron su monopolio. Ahí terminó la falsa ilusión de los hermanos peruanos a quienes les hicieron sentir gente de derecha, “empresarios” en la refinada filosofía “emprendedora” neoliberal, para chocarse con su realidad y volver a ser guerreros de la supervivencia. Resalto esto porque a muchos de ellos en ese adoctrinamiento ideológico les enseñaron adorar el mercado y rechazar los principios de una sociedad humanista.

Por otra parte, la pandemia puso a prueba la capacidad creadora del pueblo, demostrando que era posible fabricar ventiladores mecánicos en suelo patrio, fabricar reactivos químicos para el diagnóstico del coronavirus, ingresar a la biotecnología en busca de una vacuna, fabricar oxígeno, fabricar protectores faciales, mascarillas, etc., a precios cómodos, que en tiempos de normalidad hubieran venido de Asia, Europa o Norteamérica, pasando de un estado nulo a uno incipiente en la industrialización y eso es bueno.

Así como descubrimos lo bueno, también descubrimos lo malo. Un Estado obsoleto, en crisis, represivo y persecutor con un Poder Ejecutivo que sigue apostando por los ricos; un Poder Legislativo que demostró que un cambio de Congreso no soluciona la problemática de nuestra sociedad, sino que defiende sus lobbies; un Poder Judicial que liberó a los líderes y empresarios de derecha y encarceló a los líderes y dirigentes populares de izquierda.

¿Qué hacer para terminar con esta tragedia? Cambiar la Constitución individualista, mercantilista, privatista y entreguista, por una que emane del seno popular en su propio beneficio, y en este intento tenemos que admitir la existencia de tres grupos en la sociedad peruana. Un primer grupo pequeño que ha creado y defiende la Constitución, un segundo grupo pequeño que ha leído y promueve el cambio de la Constitución y la existencia de un tercer grupo mayoritario, quizás el más importante, el que no ha leído la Constitución. Este último grupo que no ha leído su sentencia de muerte, con la ignorancia, contribuye al fortalecimiento del primero.

Para que esto no siga ocurriendo necesitamos una fuerza de ideas que contrarreste la ideología neoliberal, me refiero a la necesidad de una voz discrepante a la “normalidad”, que deba potenciarse en los lugares existentes y activarse donde no las hay. Ahora la principal tarea del Partido es educar y persuadir al pueblo de la trascendencia que significa el cambio de la Constitución para su vida presente y futura, invitándolos a un análisis crítico de la Constitución neoliberal, tarea que solo puede ser obligación de la izquierda, porque no es compromiso de la centroizquierda, menos de la centroderecha, ni de la socialdemocracia.

¿Qué necesitamos para llevarlo a cabo? Necesitamos unidad, y si no fuera posible conseguirlo, empecemos por la alianza, razón por la que Perú Libre nunca renunció a convocar a la más amplia unidad popular y sin mezquindades. Sabemos también que en pleno proceso de embriogénesis la unidad estará siempre conspirada por factores externos e internos, y de estos dos los más peligrosos son los factores internos, quizás los que definan la vitalidad o mortalidad embrionaria, razón por la que cada miembro integrante de la alianza debe llamar a la disciplina y lealtad en sus filas.

Nuestro Partido saluda todos los intentos partidarios y de organizaciones sociales que van tras el objetivo del cambio constitucional, la recuperación de nuestros recursos estratégicos y el cambio de modelo económico en beneficio de las grandes mayorías del país.

Finalmente, no puedo dejar de expresar las condolencias a los familiares y al Partido por sus miembros fallecidos en esta pandemia, donde se han perdido cuadros muy valiosos a nivel nacional, quedándonos el compromiso de honrar sus memorias haciendo realidad sus sueños de libertad, que también son los nuestros.

¡VIVA EL XII ANIVERSARIO DEL PARTIDO PERÚ LIBRE! ¡VIVA LA UNIDAD DE LAS ORGANIZACIONES POPULARES!

Lima, 13 de agosto del 2020

Dr. Vladimir Cerrón Rojas

Secretario General Nacional

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ARTÍCULO

Análisis al mensaje presidencial de Martín Vizcarra

Vladimir Cerrón

El Presidente comienza su discurso haciendo loas a la independencia del Perú y señala como fecha el 28 de julio de 1821, cuando en el plano histórico real la independencia fue solo un arreglo político, un episodio vergonzoso, no hubo batalla para luchar nuestra libertad. Los negros seguían siendo esclavos y los indios seguían pagando tributo indígena, en su patria. Puede hablarse de un bicentenario de la proclama, pero no de la independencia. Los terratenientes seguían siendo los mismos.

Continúa mencionando que el Perú ha superado muchas crisis en su historia, cierto, pero no por esfuerzo de la burguesía, sino del propio pueblo peruano, de las clases más desposeídas, como ahora se baten en esta pandemia de la cual el Estado prácticamente ha renunciado a la misma.

En la lucha anticorrupción su mensaje no podía ser más débil que los anteriores por los cargos imputados respecto a la contratación de amigos y familiares en el estamento gubernamental, pero también en el privado, incluyendo al hermano que facturó 13 millones de soles a la empresa minera Southern Perú con C y M Vizcarra. Ha mencionado ejemplos de antaño en esta materia, pero no habló de la corrupción a gran escala que involucra al Ejecutivo como la corrupción en la PNP, Ministerio Público y el Poder Judicial, menos se prometió una reforma o reorganización. Finalmente proclama no más impunidad para los políticos, pero se aferra a la inmunidad presidencial y defiende la misma de otros fueros.

En el plano social destacó que se ha reportado mayor agresión a las mujeres dentro del hogar en esta pandemia, mayor número de violación a las menores de edad por la propia familia, sin reconocer que a esto ha coadyuvado la reclusión obligatoria y prolongada que en algunas regiones es indefinida. Dijo que se han emitido normas legales para eliminar la cultura machista pero no reconoce que la misma no se puede erradicar por decreto o ley, el gabinete ahora es más machista que el anterior, hasta racista, no menciona que todo parte la educación y la cultura de un país. No hay un sinceramiento en el número de fallecidos por el Covid, hoy el MINSA reconoció que son 25 mil, pero por fuera de la prensa internacional.

No hay política efectiva respecto a la vivienda, millones de hogares no tienen saneamiento de agua y desague y las viviendas que se han construido son en realidad del sector privado, subsidiado por el Estado que el Presidente no reconoce. El Ejecutivo cree que la formalización del predio es lo ideal para salir de la pobreza, a lo Hernando de Soto, como si el predio en Cerro Camote valdría igual para un crédito que el terreno de San Isidro. En este sector la reconstrucción del Norte es la prueba más grande de la ineficiencia de la política neoliberal, incluso Pisco que hasta ahora no está reconstruido.

En el plano educativo el Presidente refiere que se ha incrementado el presupuesto, se ha mejorado la infraestructura y el equipamiento, además del estatus del maestro, pero no esto es incongruente con la deserción escolar preocupante y con la negativa de elevar el gasto en educación al 6% del PBI. La educación superior se aleja del pueblo con esta pandemia.

En el plano económico la reactivación económica solo fue para los ricos, los subsidios se priorizaron para la oligarquía bancaria y financiera, al pueblo se le impidió al inicio hacer uso de sus fondos de AFP y ONP. En realidad, la crisis solo ha sido una oportunidad para los más ricos del país quienes se beneficiaron de los subsidios y no pagarán los préstamos como siempre, las MYPE seguirán mendigando y el pueblo seguirá explotado. El Presidnete manifestó que el Estado dio 5 mil millones en bonos para un promedio de 6 millones de hogares, pero no dice que los 60 mil millones (8% PBI), fue a parar a manos de los banqueros, dueños de financieras, clínicas, universidades, estudios de abogados, etc, es decir, para 17 familias que componen el sector de los más ricos del país.

Manifiesta también que existen 48 proyectos mineros, en 17 regiones, como Toromocho, Yanacocha, Quellaveco, etc., pero no se mencionó Conga, La Tapada y Tía María, pero que se sobreentiende que impulsarán su explotación.

Anunció lucha antimonopolio, pero eso solo es un anuncio, el neoliberalismo vive de ello, en detrimento de las empresas nacionales, permitiendo dumping, concertación de precios, exclusividad en el mercado. Si realmente se quiere cambiar, debe cambiarse la Constitución o por lo menos el artículo 62, pero el Presidente se ha declarado defensor de la Economía Social de Mercado.

Tangencialmente se dejó entender que la gestión en los gobiernos subnacionales es mediocre, pero no menciona que gestión nacional tiene menos inversión que el promedio de los gobiernos regionales, igual las obras paralizadas son en promedio 64%, mucho mayor que en los gobiernos subnacionales.

En el plano sanitario no evidenció ni anunció un plan nacional para vencer la pandemia, al parecer la esperanza está centrada en la inmunidad de rebaño, pero a un altísimo costo, con muertos que pueden sobrepasar el número del conflicto armado interno. Se niegan a reconocer y establecer un programa de atención primaria potente que es la clave para derrotar la pandemia. El problema no es tener más UCI, sino que los pacientes no lleguen a UCI. Se anuncia 1500 camas UCI, gran error, porque la pandemia se derrota fuera y no dentro del hospital.

El modelo aplicado ha demostrado fracaso porque solo llegaron al cumplimiento del 48% de las metas. Manifiesta que si no fuera por las medidas hubieran muerto más peruanos, es cierto, pero lo ideal es que no mueran como en otros países, vamos por 48 mil muertos, no nos puede alentar nuestra incapacidad de reconocer la ausencia de atención primaria. Tristeza de muchos, consuelo de tontos, reza el refrán.

El Estado solo se carga a la espalda la lucha contra el coronavirus, no es un esfuerzo conjunto como el Presidente lo manifiesta, el sector privado no se compromete como debe. lo hizo. Pero aun así, refiere que el 70% de los peruanos se han recuperado, pero olvidó decir que fueron por sus propios medios, porque ese porcentaje nunca estuvo internado, estaríamos hablando de un promedio de 5 millones infectados que no es comprobable.

El gobierno se sigue adjudicando obras ajenas, dice haber construido varios hospitales en las regiones, como IREN Centro en Junín, que nada tiene que ver con este gobierno, es más este hospital se terminará de pagar el 2025 con el canon de Junín, por esa razón este departamento está desprovisto del mismo.

Los médicos, policías, militares, han muerto por cientos y se le rinde homenaje, es correcto, pero los que más han muerto son miles de miles obreros y el Presidente no dice nada. La salud mental y la geriátrica estatal no existen en el país, porque no es rentable para el Estado neoliberal, porque estos pacientes al ser abandonados por sus familias lo perciben como una carga económica. Se sigue mal utilizando la anemia como indicador para evaluar la potencialidad en salud pública, pues el indicador ideal es la mortalidad infantil la que define la calidad en un país.

El Presidente refiere que hay dos sistemas que salud bajo lógicas diferentes (Minsa y EsSalud), pero no son los únicos, olvida los seguros de las FFAA y FFPP que son denigrantes y un asalto a sus trabajadores. Menciona que tiene la idea de unificarlos, pero eso solo será posible si EsSalud deja de ser un fondo privado y deja de estar tercerizado al libre mercado.

En el plano Internacional no hay mea culpa del Presidente que el Perú está en primer lugar en Sudamérica en muertes por millón de habitantes, 541/1000000 hab. Ha manifestado que otros estados estarían “ocultando” sus cifras porque su conteo lo realizarán al final de la pandemia y ha inferido que nuestras cifras son totalmente transparentes, cuando a todas luces se sabe que o y es el escándalo de estas últimas 72 horas. No ha explicado las causales neocoloniales del país que le han impedido adquirir Interferón Recombinante Humano 2B a Cuba. Hay negativa de comparar resultados de Cuba, Nicaragua y Venezuela, en las estadísticas oficiales, cuando sumados los muertos de estos países no sobrepasan los 200.

En el plano laboral no habló de la desprotección total de los trabajadores, más de 2 millones de peruanos perdieron sus empleos, sobre todo en el área privada. Los nuevos puestos de trabajo que promete corresponden al sector privado, el Estado no tiene nada que ofrecer, el objetivo es hacer al peruano privadodependiente, para que sea un peón que defienda tal inversión y contradictoriamente su propia explotación.

En el plano de la descentralización no se habló de una nueva modalidad de golpe de Estado a la descentralización con la intervención de sus sistemas de salud, cuando en realidad, no pueden ni con Lima en sus narices. No hay anuncios relevantes, prácticamente nada.

En el plano político las seudoencuestas le han hecho daño al Presidente que no logra tener una visión real del país, las mismas han generado la sensación de que estamos por el camino correcto cuando vamos al abismo en la lucha contra la pandemia. Por otro lado, el Presidente ha anunciado que convocará a los partidos políticos para llevar adelante las reformas, pero no ha dicho si lo hará con los que tiene representación congresal o no, pese a presidirlo un Presidente sin partido.

En el plano medioambiental, no h reconocido que el neoliberalismo es la causa de su destrucción, ha preferido cargarle la responsabilidad a todos os habitantes del planeta, que no deja de tener razón, pero no es el principal. El planeta ha llamado la atención al neoliberalismo, no al mundo en general. Ha hecho relevancia de la ley y reglamento del plástico de un solo uso, pero no ha dicho que no se cumple y por ende es un fracaso total.

En el plano de transporte el Presidente anunció la construcción de la nueva Carretera Central, pero ¿por qué ofrecer algo que no tiene ni siquiera un expediente técnico en marcha?, además sabe que no alcanzará su mandato ni para iniciarla.

En el plano electoral anunció su retiro en un año, pero no dejó claro desistir de una reelección que el Estado lo faculta hasta ahora.

Como corolario y balance final podemos decir que el último Mensaje a la Nación del presidente Martín Vizcarra ha sido vacío, intrascendente y que ha perdido una oportunidad grandiosa para hacer una autocrítica que nos permita enrumbar con claridad nuestros destinos.

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