Vladimir Cerrón
La Constitución de 1993 tiene su sustento ideológico en el Consenso de Washington, reunión donde participaron los organismos y poderes mundiales de facto. Este acuerdo consigna despojar al Estado de todas sus facultades, deberes y derechos y transferírselos a las empresas mediante privatizaciones, cuyos dueños en la mayoría son norteamericanos.
Al lograr privatizar la educación, la salud, el transporte, la energía, las pensiones, los medios de comunicación, la banca, etc., simplemente Norteamérica gobierna todos nuestros sectores estratégicos y no estratégicos, sin haber disparado un solo tiro.
Al minimizar el Estado, éste se despoja de sus obligaciones que le representen «gasto» público, como las pensiones, educación y salud pública, fondos previsionales, etc., los mismos que quedan desfinanciados conllevando a incrementar la pobreza y dependencia del pueblo.
Un ejemplo palpable es la reducción o eliminación de la tropa de nuestro ejército, no tenemos ni los glóbulos blancos para resistir a cualquier infección militar extranjera, porque le genera “gasto” al Estado.
Esta es la razón del por qué debemos marchar hacia una Nueva Constitución mediante Asamblea Constituyente y luchar desde el plano parlamentario y extraparlamentario.