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ARTÍCULO ENSAYO

PERÚ LIBRE ECONOMÍA POPULAR CON MERCADOS: 11 Puntos del modelo económico del Partido

Vladimir Cerrón desestima asesoría de Pedro Francke a Pedro Castillo: "Se  necesita un cambio" | El Popular

ECONOMÍA POPULAR CON MERCADOS: 11 Puntos del modelo económico del Partido

Vladimir Cerrón

INTRODUCCIÓN

Con frecuencia Perú Libre es atacado por las fuerzas derechistas, en su afán de hacerle ver a la población, e inclusive a la militancia, intensiones ajenas a nuestras pretensiones socialistas, como la confiscación de sus bienes, la enemistad con la empresa, la intolerancia a la inversión privada, a las concesiones justas y al propio mercado.

Esta es la razón del por qué elaboramos este documento donde precisamos once puntos del modelo de producción planteado por el Partido, al que denominamos Economía Popular Con Mercados.

Los planteamientos vertidos no son una creación genial del Partido, sino del pueblo latinoamericano, cuyas experiencias hemos acogido, adaptándolos a nuestra realidad concreta.

Es necesario manifestar que nuestro país es plurinacional, por ello hemos planteado fórmulas económicas de carácter general y no particular, válido para todas las regiones, incluyendo la capital.

Este documento debe ser de dominio de la militancia, pero sobre todo de los dirigentes orgánicos y representantes gubernamentales, para poseer una claridad al persuadir y educar al pueblo, en el proceso de su integración a la brega emancipadora, pero, además, como herramienta vital para la polémica con los adversarios en el campo de la economía.

¡No más pobres en un país rico!

  1. Estado regulador del mercado

El Estado está enteramente regulado y sometido a la supremacía del mercado, que en la práctica instaló una dictadura de mercado, condición lamentable que define nuestras políticas nacionales, regionales y locales.

Como en todo mercado prevalecen sus dos leyes supremas, la oferta y la demanda, que han logrado desnaturalizar los valores de nuestra sociedad, al extremo de convertirnos en mercancía como “capital humano”.

El Estado reducido cede a los grandes empresarios la exclusividad del mercado, su presencia oligopólica, la concertación de precios, el dumping para quebrar la empresa nacional y la exoneración de impuestos. La Constitución ampara la iniciativa empresarial privada, no la mixta y menos la pública, sin garantizar el pluralismo económico. El Estado no debiera estar ajeno a los beneficios del mercado.

Necesitamos recuperar la supremacía del Estado para regular el mercado en función del bienestar popular, transitando de la sociedad de mercado a una sociedad con mercados privados, mixtos y públicos, logrando una patria democrática, descentralista, inclusiva, internacionalista, soberana y humanista.

2. Estado descentralizado

El Estado centralista es propio de las oligarquías, es decir, de los pequeños grupos de ricos que gobiernan un país. La economía producida por los pueblos se concentra en la capital, desconociéndose los derechos de quienes realmente la generan. El Perú Profundo produce, los pueblos son explotados, contaminados, reprimidos y mal pagados, mientras en el Perú Oficial, especialmente en Lima, radica el cajero.

Históricamente el Gobierno Central se asigna un promedio de 70% del presupuesto, el 18% para los 25 gobiernos regionales y el 12% para las 4385 municipalidades, incluyendo centros poblados. Así, el centralismo se expresa en la opulencia económica de algunas ciudades y la pobreza extrema de otras.

Las empresas que desarrollen actividades económicas en regiones deben garantizar el empleo de sus habitantes hasta el 60% del total, transferir tecnología con capacitación y equipamiento, adquirir bienes y servicios que brindan las pequeñas y medianas empresas regionales impulsando sus actividades económicas y generando empleo, señalar su domicilio fiscal en la sede productiva y no en región distinta, para contribuir a la descentralización fiscal y tributaria.

3. Estado fuerte y con facultades

El Estado ha sido reducido por las grandes empresas nacionales y transnacionales a tal punto que han llegado a sustituirlas en la mayoría de sus facultades. En realidad, estamos frente a dos estados, uno restringido y el otro ampliado.

El Estado restringido minimizado, es casi imperceptible, moribundo, solo es vigilante, supervisor, recaudador, frente al otro Estado que actúa de facto en la sombra, pero que es fuerte y tiene toda la ventaja, aplicando una férrea dictadura de mercado.

El Estado débil no puede regular los precios a los especuladores oligopólicos, así estemos en emergencia nacional, como con la pandemia del Covid-19, donde murieron cerca de 300 mil peruanos. Las cadenas de farmacias y clínicas se enriquecieron y osaron en solicitar préstamos al Estado con Reactiva Perú. El Estado débil no pudo defender a su pueblo de estos crímenes y la corrupción siempre estuvo de la mano, hasta ahora no se sabe cuánto costaron las vacunas.

Necesitamos un Estado fuerte con su facultad empresarial; competidor con el sector privado; interventor a todo contrato lesivo; planificador del futuro nacional; innovador en conocimiento científico; promotor del talento humano; y protector de su pueblo.

4. Estado redistribuidor de riqueza

El Estado peruano constantemente hace gala de contar con grandes reservas en miles de millones de dólares, lingotes de oro, presume de una alta recaudación tributaria, manifiesta que el sector minero capta mejores divisas, que no tenemos inflación, que nuestra moneda es fuerte, que estamos en bonanza y crecemos como ejemplo continental, etc., sin embargo, los sueldos siguen congelados y las protestas sociales continúan hace décadas. El Estado acumulador solo favorece al gran empresariado, que osa reinvertir nuestras propias reservas para beneficio propio.

El Estado debe reevaluar como fuentes redistribuibles de riqueza todas las concesiones; nacionalización de los recursos naturales; revisar los TLC; invertir la proporción del reparto de utilidades; cobrar todos los impuestos; abolir sueldos dorados; abolir el Concordato con la Santa Sede; finalizar la cédula viva de exparlamentarios; finalizar la pensión vitalicia del Presidente; participar a las comunidades como accionistas en la explotación de sus recursos; eliminar los seguros extranjeros a altos funcionarios; etc.

Necesitamos un Estado que redistribuya estas riquezas para lograr una mejor infraestructura, equipamiento y recursos humanos, además de fortalecer al empresariado nacional, alcanzando el descongelamiento y aumento de los sueldos.

5. Estado industrializador

Según la gran división mundial del trabajo, los países tercermundistas estamos restringidos a ser solo exportadores de materia prima, no podemos desarrollar industria.

Somos países dependientes de las grandes potencias que se dan la licencia de ser los únicos industrializados del planeta. Estamos obligados a consumir sus productos manufacturados con el valor agregado a nuestra propia materia prima.

Un Estado primario exportador tiene enormes desventajas para su desarrollo, como no generar industria nacional, no generar empresa, no generar valor agregado, no generar su propio mercado, no generar empleo, no mejorar los sueldos, no invertir en el país, no desarrollar infraestructura ni tecnología, no captar mayores divisas, ser dependientes del poder económico foráneo y continuar con el círculo vicioso que empieza al esclavizar a nuestros jóvenes terminando con enriquecer a los extranjeros.

El Estado industrializador, por el contrario, es generador de valor agregado, inversiones concurrentes, demanda empleos, descongela los sueldos y genera bienestar social.

6. Estado nacionalizador

No hay que temer a la nacionalización, estatización o recuperación de nuestros recursos naturales estratégicos, base fundamental para nuestro desarrollo y soberanía. Un país desprovisto de empresas e industrias, tiene que trazar su desarrollo a partir de la explotación sostenible de los mismos.

Si las compañías no aceptaran la renegociación de los contratos ley, con las nuevas condiciones planteadas a favor del pueblo, el Estado debe proceder a la nacionalización del yacimiento en cuestión, de los sectores mineros, gasíferos, petroleros, hidroenergéticos, comunicaciones, entre otros.

La exclusividad del manejo de algunos recursos naturales estratégicos solo puede ser reservado para el Estado peruano en salvaguarda de los intereses nacionales en materia de economía, soberanía, seguridad, energía, alimentación y otros que lo ameriten.

Por tanto, debemos desterrar al Estado privatizador y exportador de capitales por un Estado nacionalizador, rescatista de nuestra dignidad y soberanía, que fortalezca la economía interna, invirtiendo sus capitales en el país.

7. Estado revisor de contratos

El Perú es el único país en el mundo que tiene contratos con rango de ley, nos referimos a los contratos ley, blindados por esta Constitución fujimorista (art. 62), los mismos que no pueden ser modificados por el Parlamento.

Los contratos ley en realidad son la libertad para saquear nuestras riquezas, logrando que la gran corrupción en el país tenga rango y protección constitucional. Revisarlos permitirá invertir la proporción en el reparto de utilidades, en las que las transnacionales se llevan hoy el 70% y el Estado el miserable 30%, en clara desventaja para nuestro desarrollo.  

El Estado no debe dar privilegios constitucionales al capital transnacional, perdiendo soberanía e impidiéndose su revisión aún sean lesivos. El Estado debe contratar con seguridad jurídica, pero sin privilegios ni inmunidades legislativas, judiciales, financieras o tributarias.

Para revisar, renegociar o anular estos contratos ley, se necesita un ente superior al Parlamento, con mayores y amplísimas facultades, y esa institución no puede ser otra que la Asamblea Constituyente.

8. Estado sin deuda pública

La deuda externa es impagable e incobrable por razones históricas y matemáticas, precisaba Fidel, si se continua con la misma política impuesta por el imperialismo a los pueblos del mundo.

Somos partícipes de que toda deuda pública, externa e interna, debe ser pagada, previa renegociación de las cifras primarias.

El año 2021, la deuda pública ascendió a 72,305 millones USD, de esta cantidad el 54,2% (39,189 millones USD) es la deuda externa y el 45,8% (33,115 millones USD) es la deuda interna.

No podemos seguir siendo el mismo Estado dependiente del endeudamiento público, pero a la vez con déficit fiscal. Los préstamos siempre enriquecen a la oligarquía como lo sucedido con Reactiva Perú en plena pandemia, al pueblo solo le toca minucias.

Necesitamos un Estado que genere recursos internos a partir de la explotación soberana de nuestros recursos naturales estratégicos, no depender del endeudamiento público, saldar nuestra deuda y generar superávit fiscal.

9. Estado priorizador de la demanda interna

Nuestra producción ha sido diseñada para satisfacer las necesidades del primer mundo, mas no las nuestras propias.

En nuestra concepción el mercado debe estar regulado y orientado por el Estado para resolver las demandas populares más urgentes del pueblo, como el alto índice de desnutrición, la mortalidad infantil, la muerte materna, el analfabetismo, la prevalencia de enfermedades infecto contagiosas, el empleo informal, la falta vivienda y saneamiento, la ausencia de seguridad social, etc., y no priorizar la demanda externa del primer mundo que goza de mejores indicadores en bienestar humano.

Para lograr mejores resultados debemos ejecutar programas bandera como los médicos de la familia, los odontólogos en los colegios, los psicólogos por colegio, la movilización por la alfabetización, residentado médico regional, creación de universidades de educación y de ciencias médicas en cada región, entre otras.

Así, tendremos un Estado que planifique su economía atendiendo primordialmente a la demanda interna de su pueblo, esto no quiere decir que se tenga que anular o descuidar la demanda externa.

10. Estado estabilizador microeconómico

El Estado adormece al pueblo publicitando mejoras sobre las cifras macroeconómicas, como el PBI, tasa anual de crecimiento, inflación o desempleo, indicadores que no entendemos porque hay que tener una noción elemental.

La tasa de crecimiento no es el mejor indicador, porque puede aumentar, pero a la vez incrementar la pobreza por la explotación al pueblo y recorte de sus beneficios laborales en favor de los dueños de los medios de producción. Podemos vender todos nuestros recursos sin dejar nada al Estado, podemos permitir la explotación y mejorará la tasa de crecimiento, pero no el bienestar social.

Evitan hablar de indicadores microeconómicos, esa que estudia el comportamiento de las empresas, hogares e individuos con el mercado, aspectos tangibles para el pueblo. Es importante porque nos permite planificar los recursos limitados y optimizarlos.

Por tanto, el nuevo Estado está en la obligación de estabilizar y mejorar los índices microeconómicos del día a día, del hogar, del empleo, las empresas, las microfinanzas, etc., para comunicar abiertamente al pueblo las mejoras y éste comprobarlo. Esto no implica descuidar la estabilidad macroeconómica.

11. Estado soberano

Nuestra economía está sometida a fórmulas dictadas por instituciones como el Consenso de Washington, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, Fondo Monetario Internacional, Reserva Federal de los EEUU, Gobierno de los EEUU, etc.

El Gabinete ministerial está capturado y dividido en dos bloques, los sociales y los productivos. Los sociales los maneja USAID, planificando nuestras políticas en salud, educación, justicia, trabajo, cultura, inclusión social, etc. Los productivos como son los ministerios de transportes, vivienda, producción, energía y minas, agricultura, etc., lo manejan los grandes empresarios agrupados en la CONFIEP, en contubernio con el capital transnacional.

La soberanía permite la administración total de los recursos estratégicos en mar, cielo y tierra; recuperación del suelo y subsuelo como derecho comunal; el carácter vinculante de la consulta previa; impulsar política de fronteras vivas; recuperar tierras agrícolas; revisión, regulación o anulación de los TLC; soberanía tecnológica digital, jurídica, territorial, alimentaria y militar.

Necesitamos un Estado soberano que no permita la injerencia extranjera, promueva la peruanización de la economía y no estemos al acecho de una amenaza como un bloqueo económico y financiero.

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Por VLADIMIR CERRÓN ROJAS

Médico Cirujano, Especialista en Neurocirugía, Magíster en Neurociencias, Doctor en Medicina, Expresidente de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales - ANGR, Gobernador Regional de Junín, Secretario General Nacional del Partido Político Nacional Perú Libre.