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ARTÍCULO

De la dictadura del proletariado de José Stalin a la dictadura de la ley de Vladímir Putin

Vladimir Cerrón

José Stalin llegó al poder tras la muerte de Vladimir Lenin, por ser miembro del Partido Bolchevique, aún en contra de la voluntad del propio Lenin, pero apoyado por la organización que él había forjado durante el exilio de Lenin. Esta era la facción más dura del partido. Vladimir Putin, llega al poder de la mano de Boris Yeltsin, quien le acondiciona el camino hacia la presidencia a cambio de lograr inmunidad, protección y pensión. Putin cumple cabalmente lo comprometido con el saliente presidente en su primer decreto, algo sui géneris en la historia rusa. Se especulaba mucho que Stalin en los primeros años de su vida servía de espd­a del zar, coligiéndose esta hipótesis del por qué luego de haber sido enviado a Siberia, era uno de los pocos que salió vivo. Vladimir Putin es abogado, fue vicerrector universitario, asistente de alcaldía y espí­a oficial del Comité para la Seguridad del Estado KGB – «Platov» fue el seudónimo que adoptó en plena guerra fría. Stalin es un seudónimo que significa acero y casualmente era el carácter que demandaba la naciente URSS para consolidarse como el primer Estado socialista en el mundo, la responsabilidad era altísima, por ello aplicó sin dudas, en toda su potencialidad agresiva, la teoría y práctica de la dictadura del proletariado, acción que posiblemente ni Lenin hubiera actuado con tal ferocidad a pesar de su famosa mención cuando planteaba que para gobernar una sociedad en transición, donde existen rezagos de la sociedad burguesa, no era necesario aplicar una mano dura, sino más bien una mano de hierro. No se podía fallar, la dictadura del proletariado estaba completamente justificada. Stalin, pese a recibir un paí­s en ruinas, postguerra, logró poner en marcha el primer satélite mundial, el Sputnik; descubrió una versión más temible de la bomba H; bipolarizó el mundo; convirtió una sociedad agrícola en hambruna en una sociedad altamente industrializada; y venció a los alemanes en su intento de apropiarse del mundo. Todo esto fue posible gracias a sus planes quinquenales, su férrea dictadura, su intolerancia a la improductividad y a la deslealtad. Vladimir Putin recibió una Rusia destruida, postguerra fría, con nuevos millonarios rusos, mafia narcotraficante instalada, terrorismo, fundamentalismos, corrupción, anarquismo e irrespeto a la patria por otras naciones. Sin embargo, al implantar la «dictadura de la ley», reestructuró el Estado, combatió y controló los males mencionados; volvió a bipolarizar el mundo cuando reinaba la hegemonía norteamericana que se jactaba de haber destruido la URSS sin un solo tiro; le devolvió a Rusia su sitial mundial. Su divisa fue: «Rusia tiene una sola ambición que es disfrutar del respeto de otras naciones». Vladimir Putin reafirmó que «cualquier intento de sobrepasar los limites de la ley y de la Constitución rusa sería aplastado», pero garantiza la libertad de expresión, de conciencia y la propiedad privada. A diferencia de Stalin quien advertía poco y que abolió la libertad de expresión y eliminó la propiedad privada sobre los medios de producción. Indudablemente Putin tuvo una formación comunista, pese a ser cristiano. Estudió derecho, especializándose en derecho internacional y estudioso del materialismo dialéctico. Esa formación tuvo como marco teórico los referentes de Marx, Lenin y Stalin, quienes a diferencia de Putin, eran los grandes clásicos del socialismo y el comunismo. Tanto José Stalin como Vladimir Putin, tienen ambos un temperamento semejante que les hacen tomar decisiones rápidas, frí­as, enérgicas y concretas. Putin reconoce en una entrevista: «Yo era un muchacho violento, en serio, era un auténtico rufián». Frente al reclamo de las madres de los tripulantes del submarino ruso perdido en una conferencia de prensa su exposición se resumia a dos palabras: «se hundió³». Tanto Putin como Stalin, no fueron moscovitas, uno era de Leningrado y el otro de Ucrania, respectivamente. Avizorando el centralismo ambos comprenden que tienen que marchar sobre Moscú para tomar el control político total, así­ lo expresa una frase famosa de Putin: «Para llegar a la cima hay que ir a Moscú». En plena dictadura del proletariado, Stalin tomó el control absoluto mediante los comisarios y los soviets. En la era de Putin, este se atribuye algunas licencias especiales como que podía retirar a los gobernadores corruptos e ineficientes, logra separar a los gobernadores del Consejo de la Federación con lo que perdieron su inmunidad parlamentaria, privilegio que consideraban eterno; también se dio el derecho de disolver la Asamblea Regional para imponer su estilo de gobierno si estos incumplían las resoluciones judiciales. Algún grado de autoritarismo fue necesario en ambas épocas. Al instalarse la URSS, Lenin y Stalin procedieron a la estatización y nacionalización de todas las empresas e instituciones de la Rusia zarista. Por el contrario, Putin tuvo que enfrentar las privatizaciones y a la nueva clase de poder económico empresarial que nacía sobre las cenizas de la caí­da URSS. En la URSS el Partido Comunista era el jefe político de los jueces y estos hacían lo que les dijeran, pero en la época post URSS los magistrados hacían lo que dijera el imperio del soborno. Putin la definió en pocas palabras: «A la par de la economí­a fantasma, tenemos la justicia fantasma». En la época post URSS para evitar que un hijo vaya al servicio militar se pagaba 5 mil dólares. En la época de Putin se restableció el servicio militar obligatorio, se restituyó el himno de la URSS aunque con otra letra, y la estrella roja fue restaurada en la bandera militar. Así como en los planes quinquenales de Stalin que incrementaron significativamente la producción soviética, en el gobierno de Vladimir Putin el 2003 se instó a Rusia a duplicar su PBI en diez años, como meta sustancial del nuevo gobierno. Putin pese a aceptar la economí­a de mercado, que acarrea corrupción y putrefacción social, combate duramente la delincuencia, corrupción, prostitución y las enfermedades que esta última acarrea. Todo este avance de Rusia es gracias al nuevo modelo de gobierno, la «dictadura de la ley», lógicamente en un mundo más moderno donde la dictadura de proletariado no tiene espacio. 

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