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Asalto a la embajada de México y secuestro de Jorge Glas

Asalto a la embajada de México y secuestro de Jorge Glas

Vladimir Cerrón

El día 5 de abril del 2024, será un día nefasto que Ecuador y México recordarán por siempre como un punto de quiebre de sus relaciones diplomáticas, debido al asalto a la embajada de México en Ecuador por un comando élite de las fuerzas armadas estatales, violando el Convenio de Viena que establece el derecho internacional mundial, suceso que ha llevado a la ruptura de las relaciones gubernamentales entre ambos países hermanos.

Este crimen cometido por el gobierno del presidente Daniel Noboa tuvo como principal motivación secuestrar a un opositor y perseguido político, al exvicepresidente Jorge Glas Espinel, quien se encontraba dos meses en la sede diplomática en calidad de huésped, pero a quien horas antes del asalto el Gobierno de México le había concedido el estatus de exiliado político.

Jorge Glas fue uno de los líderes de la Revolución Ciudadana, ocupando el cargo de vicepresidente de la República, fenómeno político progresista con principios socialistas, que permitió a Ecuador exigir que Estados Unidos de América (EE. UU.), desaloje la base militar de Manta, por vencimiento del convenio el año 2009. Esto constituyó una imperdonable ofensa a los yankees, quienes llevaron in pectore la revancha contra un gobierno soberano.

La persecución a Jorge Glas se remonta a la administración del gobierno de la Revolución Ciudadana, comandadas entre ellos por el expresidente Rafael Correa, el excanciller Ricardo Patiño, Gabriela Rivadeneira, etc. Como se sabe, Correa fue sucedido por Lenin Moreno el año 2017, quien traiciona el proyecto político en contubernio con la potencia del norte, realizando un viraje e implementa un lawfare contra sus antiguos camaradas.

Moreno fue sucedido por Guillermo Lasso el año 2021 y este fue sucedido por Daniel Noboa, personaje de nacionalidad ecuatoriana-estadounidense, quien bajo el pretexto de luchar contra la criminalidad organizada y el narcotráfico permitió una “intervención” militar pacífica en Ecuador, por parte del Comando Sur de los EE. UU., otorgándole facultades diplomáticas, laborales, militares y de seguridad, convirtiéndose en la práctica una neocolonia norteamericana.

La persecución a la izquierda ecuatoriana continúa y ahora acrecentada con la presencia militar de los EE. UU., condición que le ha permitido a Daniel Noboa asaltar la embajada de México, maltratar físicamente a los encargados de sede y secuestrar a Jorge Glas, so pretexto que se trata de un delincuente y que el exilio otorgado es ilegal porque viola la soberanía jurídica de su país.

Está claro que, para los EE. UU., al mismo estilo de Julián Assange, los líderes de la Revolución Ciudadana deben ir a prisión o ser anulados jurídicamente, con ello desaparecer una opción política de izquierda que puede volver a triunfar por la vía electoral. Actualmente, todos los líderes nombrados se encuentran asilados en diversos países, a excepción de Glas, esperando el momento en que la opción socialista se abra paso nuevamente hasta retomar un poder que nunca debieron haberlo dejado.

Está de más decir que el mundo ha rechazado contundentemente esta violación al derecho internacional de parte del Gobierno de Ecuador, que lamentablemente traerá consecuencias en todo sentido, sobre todo económico, que el pueblo tendrá que asumir y no quienes lo han provocado.

Este suceso tiene un gran relieve geopolítico al constituirse a la vez como una advertencia a todos los países latinoamericanos que quieran optar por una soberanía plena, tornándose más peligroso todavía al tener a presidentes, como el propio Daniel Noboa y el argentino Javier Milei, en el trance de entregar su soberanía militar a los EE.UU.

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